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"Las preciosas ridículas. Las mujeres sabias", de Molière (Edición Mauro Armiño)

Ed. Cátedra. 9ª Edición. 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 04 de octubre de 2022, 17:00h
Las preciosas rídiculas . Las mújeres sabias
Las preciosas rídiculas . Las mújeres sabias

En una edición muy cuidada, con un estupendo estudio sobre las dos obras, de nuevo Cátedra nos presenta un análisis extraordinario sobre estas dos comedias, que yo defino como de sociología y teatro, del gran Jean-Baptiste Poquelin, “MOLIÈRE”. En este caso, trece años separan ambas obras, entre ellas se encuentra la posible encarcelación parisina, de la que se vio obligado a escapar como alma que lleva el diablo; situación muy complicada a la que le iban a conducir sus múltiples acreedores.

La deliciosa obra ‘LAS MUJERES SABIAS’ se refiere a la crítica realizada por Molière hacia aquel mundo burgués o aristocrático de las mujeres de Francia, que se dejaban engañar por el primer embaucador o pisaverde que se presentase ante ellas, el falsario utilizaba siempre el mismo lenguaje de farsa o cómico. En este período de tiempo, entre los años 1664 y 1669, el comediógrafo se había imbricado total y absolutamente en una batalla sin cuartel contra aquella sociedad francesa que le criticaba, aunque sí tenía, también, seguidores acérrimos. La crítica acre y cómica que realizaba contra la hipocresía de esa Francia, le había conllevado maniobras en su contra, incluyendo al propio Rey Sol, monarca absoluto por antonomasia, Luis XIV. El autor era un iconoclasta típico, llegando hasta la blasfemia representada en su obra ‘DON JUAN’. Sin evitar la ambigüedad representada en ‘EL MISÁNTROPO’.

Trece años después de ‘Las preciosas ridículas’ Molière vuelve con ‘Las mujeres sabias’ al mundo de pedantes mujeres a las que embauca el primer charlatán recién llegado, utilizando en ambas el mismo tono cómico y farsesco. En mitad de ese período de trece años, Molière había escrito todo un ciclo de comedias contra el vicio que asolaba, según él, la vida social del momento, la hipocresía. ‘Las preciosas ridículas’ será la pieza inaugural de la etapa que iba a convertir a Jean-Baptiste Poquelin en Molière. Que éste eligiera para abrir su nueva etapa un tipo social como el de la preciosa, sentaba unos presupuestos que habían de cumplirse con el resto de sus obras: presentar en el marco social mismo del espectador tipos humanos reconocibles, que cargaran sobre sí el estigma de un defecto. En ‘Las mujeres sabias’, sin apartarse del ‘mundo’ de ‘Las preciosas’, ahonda caracteres y situaciones con mayor profundidad. Pero esta vez la ferocidad de su sátira no va dirigida directamente contra las mujeres y los ambientes falsamente cultos de los ‘salones’, sino que sirve para envolver y prestar mayor consistencia al veneno que destila contra su enemigo, el abate Cotin”.

En ese moralista Estado francés, los poderes fácticos, tanto eclesiásticos como personajes poderosos de la monarquía, casi siempre se sentían aludidos, por aquellas obras de teatro, tan inteligentes y tan irónicas, y esa befa hacia ellos no era permisible. El comediógrafo sabía perfectamente lo que significaba aquella censura persecutoria, que había prohibido ‘El Tartufo’ desde 1664; y en 1665 había retirado, tras quince escasas representaciones su ‘Don Juan’, ya nunca lo quiso imprimir y nunca más volvió a hablar del mismo; quizás hastiado de tener que explicar constantemente el porqué de sus obras. De nuevo el abate d’Aubignac rebrota, con su acerva pluma, en sus ataques a las obras del comediógrafo más conspicuo de Francia. Para que ‘El Tartufo’ sea repuesto, nunca antes del año de 1669, serán más que necesarias las presiones y el propio favor del rey Luis XIV, aunque ni el mismo soberano podrá conseguir evitar el que la obra sea expurgada, ya que era preciso evitar el poder ofender a la Compañía del Santo Sacramento. Se colige que sería el mismo monarca quien aconsejase al autor de que se olvidase de cualquier tipo de batalla a favor del ‘Don Juan’. El 18 de noviembre de 1659 se estrenará la obra de ‘Las preciosas ridículas’, a partir de ella ya sería conocido como Molière. “Que Molière eligiese para abrir su nueva etapa un espécimen social, el de la ‘preciosa’, que se había difundido por toda Francia con rapidez, sentaba unos presupuestos que habían de cumplirse en el resto de su obra: presentar en el marco social mismo del espectador tipos humanos reconocibles, que cargaban sobre sí el estigma de un defecto”.

Aunque este tipo de mujeres-preciosas no eran nuevos en la historiografía de Francia; el ingenio, la elegancia y el juicio sutil eran inherentes a las mujeres de la aristocracia del Medioevo, enaltecidas en su idiosincrasia por los músicos cultos de la época o trovadores. Serían ellos los que colocarían a estas féminas medievales a la misma altura de sus compañeros varones. En el caso de la lengua francesa, el término ‘preciosa’ subraya las intrigas de la coquetería de las mujeres; esta obra se estrenó como remate de la función teatral de ese día, cuyo centro sería la obra de Pierre Corneille, ‘Cinna’, alusiva al gran estadista del SPQR o Senatus Populusque Romanus; la recaudación fue más que exitosa, con 533 libras, sea como sea y a pesar de ser un estreno, el autor no dobló, como era habitual, el precio de las entradas. No obstante, Thomas Corneille, hermano del afamado autor teatral, realizó una crítica muy negativa, esperando y deseando el hundimiento de dicha obra.

El 11 de marzo de 1672, Molière estrena ‘Las mujeres sabias’, y hasta ese momento el comediógrafo solo había presentado obras o divertimentos para las extraordinarias comedias-ballets musicadas por Jean-Baptiste Lully; ya que su extraordinaria obra ‘El avaro’ solo había resistido una única representación, el 9 de septiembre de 1868. Se dice que un duque califico de locura desatada esta obra de cinco actos de prosa muy inteligente, pero compleja. Cuando anuncia su inmediata representación, Molière deja bien claro que en esta su nueva obra, en cinco actos versificados, no aludirá ni atacará a nadie. Pero, este comentario era un escudo de autodefensa, ya que los críticos entendieron, con toda nitidez, que iba contra su gran enemigo, el abate Cotin. El público acudió en masa, y el éxito fue inmediato; en la Pascua de Resurrección la recaudación desciende a las 250 libras, por lo que la retira del cartel; ya que hasta ese momento las libras obtenidas no bajarían de 1000. Con este preámbulo me congratulo del nuevo acierto editorial y todas las felicidades por ello. «Romani ueteres peregrinum regem aspernabantur».

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