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Entrevista a Ignacio Ramonet, autor de "Hugo Chávez. Mi primera vida"

"Estamos viviendo una devaluación social"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Ignacio Ramonet es doctor en semiología y profesor emérito en la universidad de París VII. Además es director de Le Monde diplomatique en su versión en español y, además, un polemista consagrado que tiene la particularidad de meter siempre el dedo en la llaga y precisamente en la llaga que nadie quiere recordar. Con su libro sobre Hugo Chávez ha hecho precisamente eso. Ahora que ya ha fallecido ¿quién quiere recordar a un valedor de los pobres?

Durante tres años el autor gallego ha estado preparando concienzudamente la biografía del líder bolivariano, y en ese tiempo viajó dos o tres veces al año para entrevistarse con todos los familiares, amigos y conocidos que tenían algo que decir sobre Hugo Chávez. Por lo tanto, cuando llegó la hora de entrevistar al entonces presidente de la República de Venezuela, todos los deberes los llevaba bien hechos y de algunas cuestiones podría saber el escritor más que el propio protagonista., "sólo algunos detalles, recuerdos íntimos se me podrían haber escapado", dice el biógrafo.

Porque de eso estamos hablando. Hugo Chávez. Mi primera vida es "una biografía oral, que bien la podría haber escrito el propio protagonista", asiente humildemente el autor. La diferencia viene por presentarse como una conversación. Una larga conversación que se llevó a cabo entre 2008 y 2010 en periodos de dos o tres por año. "Durante el tiempo de la conversación Chávez se aislaba del mundo y me mostraba el muchísimo material que sobre su vida habían acumulado sus hijas", explica con pasión.

Con tanto material ha podido conformar su biografía en una larguísima entrevista que nos muestra a un Chávez desconocido. El libro solo llega al borde del cambio de siglo cuando tomó el poder. Son por lo tanto, los años menos conocidos del político y militar venezolano. Nos da una imagen que apenas conocíamos, "Chávez es una persona muy pausada, era muy disciplinado en el trabajo y en todo, dormía muy poco, apenas tenía vacaciones. Se tomaba la vida en serio", así define el escritor Ignacio Ramonet al líder bolivariano.

Es una imagen alejada de la realidad que algunos medios de comunicación mantuvieron por mucho tiempo. Cosa comprensible, por otro lado, ya que con Hugo Chávez todo fue muy enigmático. "En febrero de 1992 cuando dieron el golpe de estado a Carlos Andrés Pérez, muy amigo de Felipe González y financiador de la Internacional Socialista y del propio socialismo español, desde España se vio que había sido un golpe de fuerzas de extrema derecha, todo un malentendido que ha pervivido hasta nuestros días", recuerda el autor.

En realidad fue un golpe realizado por militares de izquierdas con un cierto apoyo de movimientos izquierdistas e indigenistas. La imagen que quedó fue que "solo recibió el apoyo de organizaciones de extrema derecha", recuerda con sorna y añade "sólo Fidel Castro se percató de la realidad y cuando le invitó a participar en el Foro de San Pablo, nadie de los participantes se acercó a hablarle". Pese a haber sido ungido por la amistad de Fidel Castro, se sumió en el ostracismo más abisal.

Sin embargo, el origen de esa asonada estaba inspirado por "el dirigente egipcio Nasser o en personalidades como Torrijos o Velasco Alvarado, militares populistas de izquierda que querían erradicar el hambre y el subdesarrollo en sus países. Pese a eso, como ya hemos señalado, aparece como un gorila rojo de la derecha.

Su imagen populachera ha tomado forma durante muchos años, pero, en realidad, es una persona de gran preparación, gran lector, casi siempre tenía un libro entre las manos, de política, ensayo, historia, etc. En su programa semanal Aló, Presidente, siempre recomendaba un libro, hasta en cierta ocasión estando de visita en Madrid, hizo parar la caravana presidencial en la Casa del Libro para comprar alguna novedad editorial. Sin embargo, su pasión por la charla le llevó a preguntar al autor que ¿cuánto duraba un discurso de un político europeo? Algo menos de una hora, le respondió. ¡Vaya yo necesito tres o cuatro, sólo para calentarme! Aquí vemos el hombre excesivo que siempre ha sido y que le conduciría a la muerte a la temprana edad de 58 años.

Era de familia pobre. Sus padres eran profesores interinos, es decir, no tenían casi estudios, pero habían sido elegidos para enseñar a leer a los niños de los pueblos. ¡Cómo nos recuerda lo que hace no tantos años se oía por los yermos de España! ¡Pasas más hambre que un maestro de escuela! Las cosas a ambos lados del Atlántico, no eran ni son tan diferentes. Tal era la miseria en la que vivían que tuvo que trabajar desde muy niño ayudando a su abuela para subsistir. La provincia de donde eran originarios, Los Llanos, venía a ser la Extremadura de los años 20 del siglo pasado. Con una universidad, la de Mérida, bastante alejada.

En aquellos años sólo había una cosa que le motivase y es el jugar al béisbol. Lo practicó tanto y tan bien que casi llegó a ser jugador profesional y, de ahí lo que son las cosas, ingresar en el ejército. "Le dijeron que dos grandes jugadores de béisbol, campeones del mundo en La Habana en 1941 eran entrenadores en el ejército. Oír esto y alistarse fue todo a un tiempo", enumera el escritor.

"El golpe no se le perdonó nunca", recuerda y va más allá el autor de la biografía cuando dice que "Chávez fue un innovador; el único dirigente que resistió el programa liberal y que posteriormente hizo que muchos otros dirigentes del cono sur le siguieran: Brasil, Bolivia, Ecuador, etc."

Ignacio Ramonet es un gran analista político en la conversación mantenida con él no podía faltar hablar de la actualidad española y europea. "En España hay un cierto nivel de confort en la sociedad, por lo tanto las personas piensan que si se rompe la baraja se puede romper todo", reflexiona. "Las elecciones no cambian nada. Los programas de los diversos partidos vienen impuestos por la Unión Europea y ese programa es genéticamente neoliberal, cuyo fin es que los estados sean muy reducidos y las empresas lo controlen todo", afirma tajante y convencido.

Como España, al igual que otros países de Europa, pertenece a la Unión Europea, le han cortado un arma fundamental para luchar contra la crisis económica que es la devaluación de la moneda. El euro no se puede devaluar, esa eminente política ex comunista en silencio, Ángela Merkel, no lo autoriza. ¿Qué están haciendo los estados del sur de Europa? "Es un devaluación social. Como no se puede rebajar la inflación monetaria, lo que hacen es una rebaja en la inflación del empleo y en los sueldos de los empleados", enfatiza.

Resultado de esta política seguida cerrilmente por los dirigentes europeos, es un crecimiento del paro. España es la campeona del mundo en esta disciplina, un descenso de los salarios con lo que lleva acuestas y una reducción de los servicios sociales. Peor enseñanza, peor cultura, peor sanidad y rebaja en las pensiones. Por primera vez en muchos años la esperanza de vida en Estados Unidos desciende, en Berlín un 13% de los niños pasan hambre. Son las primeras consecuencias de esa política anti-social. El diagnóstico Ramonet es que "de esta crisis no salimos en diez años" y, probablemente se quede corto.

La fórmula que Hugo Chávez utilizó para salir de una situación aún peor, fue romper con el Fondo Monetario Internacional, expulsó a los militares estadounidenses y repartió mejor la riqueza que le proporcionaba el petróleo. Con ello consiguió que diez millones de venezolanos dejasen de ser pobres. Ha creado pensiones para trabajadores sin recursos, pagó toda su deuda externa y creó una empresa, Petrocaribe, para ayudar a los pequeños países vecinos cambiando combustible por productos de primera necesidad. Por último abolió el racismo que había en el país, donde los mestizos estaban mal vistos. Él fue el primer presidente que no se parecía a uno europeo.

Chavéz siempre se definió como patriota, que no como nacionalista. Patriota es el que ama a su país, el nacionalismo supone egoísmo, ama la diferencia, el creerse mejor al que es su igual. El germen del nazismo es el nacionalismo. De ahí que Ignacio Ramonet abogue por una España unida, en contra de la independencia, pero eso sí, repensada de tal forma que se avance hacia una república federal donde no haya agravios comparativos. Por eso, entiendo perfectamente la sensibilidad de los catalanes y también hay que entender la sensibilidad de los españoles. En ello estamos.

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