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Pilar Ruiz
Pilar Ruiz

Entrevista a Pilar Ruiz, autora de “El corazón del caimán”

“Como guionista nunca se tiene tanta libertad ni posibilidades estilísticas”

viernes 28 de noviembre de 2014, 08:11h
"El corazón del caimán" es la primera novela de Pilar Ruiz, guionista de cine (Los nombres de Alicia) y series de televisión (La señora). Este libro nos narra los hechos que acontecen a Ada, recorriendo su pasado y el de su familia en España y en Cuba a lo largo de un siglo XIX que está a punto de finalizar.
En este entrevista con su autora, hemos comentado temas relacionados con la novela como las diferencias, similitudes y relaciones entre España y los territorios coloniales, cómo se vivía desde la España peninsular la guerra de Cuba o las dificultades de pasar de escribir guiones a novelas.

¿Qué le llevó a escribir "El corazón del caimán"?
El recuerdo de una historia familiar: su protagonista era una lejana tatarabuela cubana que encerraba un secreto, un misterio. A partir de ahí, fabulé: la novela no es biográfica, ni siquiera trata de anécdotas familiares, casi todo es ficción, dejando aparte el marco histórico.

¿Por qué decidió escoger este título para la novela?
Es un homenaje a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Por otro lado, y aunque pocos lo sepan en España, la isla Caimán es Cuba, por la forma que tiene, que recuerda al depredador más grande del Caribe.

¿Cómo definiría al personaje de Ada?
Ada es la búsqueda. En su viaje no solo persigue un objetivo concreto, descubrir la verdad de lo ocurrido a su marido; a través de su aventura, también descubre (y descubrimos con ella) quién es en realidad.

¿Cómo confluyen en ella las esencias de España y de Cuba?
Ada ha nacido en España, ha pasado su infancia en Cuba, su adolescencia y primera juventud de nuevo a España. Cuando vuelve a Cuba descubre su desarraigo: en realidad no pertenece a ningún lugar, pero mantiene vínculos (afectivos, culturales) con los dos países. Tiene mucho de mi abuelo Manolo, que nació en Santiago de Cuba. Vino a España con 14 años y ya no pudo volver, pero él decía que no era español, sino “caribe”. No era verdad, claro: tenía tanto de español como de cubano.

¿Qué diría que es lo que Ada considera más atractivo en un hombre, en relación a los dos protagonistas masculinos de la novela?
¡Eso habría que preguntárselo a ella! No lo sé todo sobre mis personajes, por mucho que intente conocerlos, siempre queda un espacio de misterio en ellos, algo que les hace actuar con libertad, no bajo ningún mandato que no sea el de la propia narración. Esto puede parecer extraño al lector, pero forma parte del proceso de escritura, al menos del mío. De todas formas, me atrevo a decir que Ada está muy influida por una figura ausente: la de su padre. Al fin y al cabo, se ha criado entre mujeres, sin figura paternal. Creo que Ada buscaría en un hombre ese ideal que se ha forjado: alguien lleno de valor, generosidad, heroísmo, espíritu de sacrificio, pero también misterio y lejanía.

La situación privilegiada de Pompeya en la familia de Ada no era algo muy usual en la época. ¿Conoce algún caso real en el que sucediera algo similar?
No me atrevería a decir que Pompeya es una privilegiada, más bien todo lo contrario. Es una niña negra huérfana y sin hogar; comprada por el Ama Virina para hacer una labor muy concreta: acompañar a Ada. Casi un juguete humano, aunque Ada la considere su hermana, no lo es. También Pompeya busca su identidad, sobre todo cuando es abandonada, y al fin la encontrará en la santería.

¿Tiene algún personaje favorito entre los de la novela?
No, los quiero a todos por igual. Aunque quizá quiero un poquito más a los que tienen menos relevancia en la historia principal, los personajes más “pequeños”: he intentado cuidarlos mucho aunque tuvieran menos páginas. O precisamente por ello.

¿Cómo se vivía desde la España peninsular la guerra de Cuba?
Los vínculos eran muchísimos: familiares, culturales, económicos. De hecho, aún siguen siéndolo: Cuba es el país de América que más consciente es de su pasado español. Yo creo que España nunca se recuperó de la pérdida de La Perla del Caribe, y de ahí la frase de “¡Más se perdió en Cuba...!” que hemos oído todos alguna vez. Por otro lado, el Desastre tuvo terribles consecuencias: recién acabado el conflicto ultramarino, el siglo XX se inaugura con la guerra de Marruecos, en la que el ejército africanista intentó recuperar los laureles perdidos en Filipinas y Cuba, y provocando otra absurda y cruel sangría en el pueblo español. Es el mismo ejército que pocas décadas después protagoniza el golpe de estado detonante de la Guerra Civil.

¿Cuál diría que fue la principal complicación para España a la hora de intentar avanzar hacia la resolución de dicho conflicto?
No hubo ninguna intención de resolver el conflicto por vía pacífica. La guerra fue auspiciada por la cerrazón de un gobierno débil, acosado por la corrupción de la Restauración, por la presión de los grandes terratenientes cubanos que no querían perder sus privilegios, y por la Corona, el ejército y los grandes financieros (con intereses económicos en un conflicto armado) con la intención de continuar siendo una potencia colonial, a la manera de Inglaterra o Francia, cuando aquella época ya había pasado.

¿Por qué en la actualidad la guerra de los diez años es un conflicto relativamente olvidado?
Todo el mundo cree que la guerra de Cuba abarca de 1896 a 1898. Sin embargo, el conflicto comienza mucho antes, tras la Gloriosa, con la Guerra de los 10 años y después la Guerra Chiquita: un conflicto latente, continuo. Supongo que, a parte de los historiadores, a la mayoría no nos han contado nada de aquel conflicto porque no convenía. Es una gran vergüenza nacional.

¿Por qué fue una guerra tan cruel?
Todas lo son. En este caso, además, se trata de una guerra civil. La mayoría de los independentistas cubanos habían viajado a la metrópoli o estudiado en España (como José Martí) y tenían amigos y familiares españoles. Los vínculos, como he dicho antes, eran enormes. No es el caso de otros conflictos coloniales, como el de Filipinas, donde la presencia de civiles españoles era escasa y las diferencias culturales muy amplias. Cuba siempre había sido una “provincia” española, desde el siglo XV. Aún hoy, cualquier cubano te dice “mi abuelo era español”. Yo les contesto: y mi abuelo, cubano. Hijo de cubana y español, por cierto.

¿Por qué la guerra y el amor consiguen siempre llevar nuestros sentimientos a flor de piel?
El origen de todas las narraciones es lo que los escritores llamamos el “conflicto”. Y ¿qué mejor que uno en el que los protagonistas se juegan la vida?

¿Cuándo se consiguió abolir realmente la esclavitud en Cuba?
En territorio español se abolió en 1837; en cambio, en las colonias de Ultramar la liberación tuvo que esperar hasta 1880 (de facto en 1886) a causa de la presión de los grandes terratenientes cubanos y portorriqueños.

En 1872, el partido republicano llevó a cabo un proyecto de ley para proclamar libres a los 400.000 esclavos que había por entonces en Cuba. La reacción (nunca mejor dicho) fue terrible, una de las causas de la caída del rey Amadeo de Saboya. Poco después, el gobierno de la Primera República consiguió la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. (Cuba, como se puede ver, era intocable) Los republicanos españoles a diferencia de los conservadores y monárquicos, siempre fueron abolicionistas.

¿Cómo eran las relaciones entre los nativos y los españoles en la isla?
Hay que tener en cuenta lo que significa “nativo”: los indios taínos y los siboney habían desaparecido hacía siglos. La población mayoritaria era de origen español llegada desde el siglo XVI y los esclavos africanos. Más tarde llegan los chinos, que también se mezclan con el resto. Las diferencias estribaban en ser esclavo u hombre libre, pero todos bajo el mismo poder del Reino de España. Cuba sigue siendo un país muy racista, pero al más puro estilo hispano: de ahí la cantidad enorme de mulatos. No hay más que darse un paseo por cualquier calle de La Habana para ver mil colores de piel del negro al blanco, pasando por el amarillo. La mezcla cultural era y es total, y no hay que olvidar la lengua, que también une y el sincretismo con el catolicismo de la religión santera. El caso cubano poco tiene que ver con la situación de otras colonias, como India bajo la dominación inglesa o Vietnam (Indochina) bajo la francesa: todos los independentistas cubanos eran hijos o nietos o bisnietos de españoles.

Usted se ha dedicado principalmente a escribir guiones hasta ahora. ¿Destacaría alguna complicación que haya tenido por trabajar en un nuevo género?
Bien, también soy directora, así que estoy acostumbrada a adaptarme. Pero aún así, no he tenido complicaciones: ¡todo lo contrario! Como guionista nunca se tiene tanta libertad ni posibilidades estilísticas, capacidad para jugar con distintas fórmulas de narración y de expresión: escribir esta novela ha sido para mí un verdadero placer.

¿Diría que su estilo literario en la novela dista mucho de su estilo en los guiones?
Sí, por supuesto. De hecho el guión como tal carece por completo de lo que se llama “estilo” en literatura: sus virtudes estriban en la claridad, la economía narrativa, la capacidad de sugerencia a través de las imágenes y la estructura. La lectura de un guión, para un lector no profesional del cine, es bastante árida, la verdad.

¿Por qué ha utilizado una estructura de constantes saltos en el tiempo?
Mientras que la peripecia principal de Ada da cuenta de un breve periodo de tiempo, la novela en su conjunto abarca diferentes y más amplios periodos de tiempo a todo lo largo del siglo XIX, protagonizados por distintos personajes relacionados con Ada. De ahí la estructura elegida: una especie de “carril principal” (el viaje de Ada y Pompeya) del cual parten como ramificaciones otros momentos históricos y otros personajes, pero todos relacionados entre sí. Además, a través de la elipsis, podíamos centrarnos en los elementos más importantes con claridad sin, digamos, “paja”. Se intenta así introducir al lector en distintos momentos y lugares sin resultar farragoso o confuso, también para mantener su atención y un cierto “suspense”. Son técnicas narrativas a las que los autores recurrimos desde siempre buscando ser más eficaces y precisos. Esa precisión en la forma es muy importante para mí: espero haber conseguido acercarme a ella.

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