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Gastón Segura
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Entrevista a Gastón Segura, autor de “Los cuadernos de un amante ocioso”

“La política es algo que incide en nuestras vidas por más que queramos huir de ella”

martes 30 de junio de 2015, 09:15h

Los cuadernos de un amante ocioso” de Gastón Segura, es una recopilación de relatos que consiguen un retrato, por momentos irónico, por momentos enternecido, de la vida de una pareja en España, a principios del siglo XXI.

  • Gastón Segura


En esta entrevista con el autor de “Los cuadernos de un amante ocioso”, hemos charlado acerca de alguna de las claves de la novela, como la creación de un blog, la política o las relaciones de pareja en la actualidad.

¿Qué le llevó a crear el blog en el que recogen Los cuadernos de un amante ocioso?
Como expongo en el prólogo, mi situación de escritor desesperado. En aquel momento, me urgía publicar y para ello precisaba de un mecanismo que me diese a conocer ante cuantos más lectores, mejor; y, claro, como consecuencia, ante los editores, para que éstos se interesasen por mis originales. En cuanto al hecho de utilizar un blog, fue una sugerencia de un matrimonio amigo; a mí no se me hubiese ocurrido entonces, entre otras razones porque soy un lego en cuestiones tecnológicas.

¿Por qué enuncia al principio de este libro que inaugurar un blog es un gesto de soberbia bastante petulante?
Si se fija bien, el formato blog invita a opinar, y cuando se opina, y más en solitario, se corre el peligro de incurrir en un cierto dogmatismo sentencioso, y esto es una petulancia de primer orden. Además, no debía ni quería opinar sobre nada, y menos aún con un tono doctoral, y al escribir esa expresión, en realidad me estaba poniendo la venda antes de incurrir en la herida, puesto que mi cometido, a la hora de afrontar el blog, debía de ser distraer, deleitar; en fin, encarar su redacción para cumplir la función más básica de la literatura.

¿Y por qué lo inauguró pese a eso?
Desde la primera anotación, donde digo eso de la petulancia, ya no había vuelta atrás; iba a poner en marcha ese blog para divertir (y también, halagar, qué duda cabe) a las lectoras.

¿Cómo surgió la idea de recopilar todos estos relatos en un libro?
Fue a propuesta de unos cuantos amigos y, vaya, lo consiguieron.

¿Cómo definiría al protagonista de estos relatos?
Es muy fácil, es mi alter ego. Pero supongo que aparezco muy mejorado y presentable. Es lo que tiene la literatura, que se elaboran y se maquillan los sucesos.

¿Y cómo definiría la relación de pareja que aparece en estas historias?
Verá, es una relación muy acorde con los tiempos; ella, que es una alta ejecutiva, se regala ciertos caprichos; entre ellos, un amante y, además, como puede permitírselo, no sólo lo mantiene, sino que lo instala en su casa para tenerlo más a mano y, de paso, para que le resuelva las siempre picajosas cuestiones domésticas.

¿Cómo es posible que el protagonista salga tan bien parado relativamente de tantas broncas de pareja?
Apenas si las hay. De hecho ella se queja, en una de las anotaciones, de que su relación es demasiado pacífica por así decirlo. En fin, lo que hay entre ellos es, aparte de amarse, una ganas ineludibles por llevarse bien, porque el mundo ya se presenta, sin que hagamos lo más mínimo, bastante arisco y desagradable… Por supuesto, son dos sujetos con un cierta madurez y con sus líos a las espaldas; y normalmente, a esas alturas de la vida, las personas, si conservan alguna sensatez y una larga experiencia en desamores, ya no están por comenzar a tirarse los trastos a la cabeza a las primeras de cambio; y claro, cuando alguien llega a esa conclusión y esa comprensión de la existencia propia y ajena, en cuanto dispone de pareja y el asunto promete, como le sucede a la pareja de Los cuadernos, comienza cediendo el mando al otro —en este caso, a ella— y acata, y cuando no se está de acuerdo, pues, vaya, se utiliza la ironía, que es un arma mucho más eficaz en los lances de pareja que comenzar a gritar y a emprenderla contra el ajuar.

¿Cómo describiría el humor con el que nos encontramos en estos relatos?
Bueno, verá, pensaba que amparaba bajo el humorismo francés, que viene de Moliere y que está tan bien expresado en películas como Las reglas del juego de Jean Renoir y en algunas de Truffaut; sin embargo, un amigo, Sergio Galindo, la otra tarde, presentando Los cuadernos de un amante ocioso, en Villena, afirmaba que mi humor está directamente emparentado con el de Miguel Mihura; la verdad, me sorprendió. Lo cierto es que es un humor tierno y sin pretensiones; directo, casual y entrañable. No podía ser de otro modo tratándose como se trataba de sucesos íntimos de una pareja.

¿Hasta dónde llega la ironía en estos relatos?
Todo cuanto puede o permite el suceso; pero, claro, siempre bajo los parámetros ya dichos y, si era posible, con el añadido de que ella dijese la última y más inteligente y jocosa de las palabras.

¿De qué manera pueden estos relatos estimular al lector para reflexionar sobre la temática que aparece en ellos?
Hombre, lo ignoro. Pero supongo que lo consiguieron; de otra forma no se explica su éxito en la red. Sin embargo, en ningún caso creo que produzcan una meditación hilvanada y sesuda, sino más bien esa intuición inmediata y burlona, como una chispa donde nos vemos reflejados.

¿Qué aspecto de la política es el que más ha querido resaltar en Los cuadernos de un amante ocioso?
Bueno, la política es algo que incide en nuestras vidas por más que queramos huir de ella y los protagonistas de Los cuadernos no iba a ser una excepción. Dicho esto, la menciones que hay al asunto son presentadas desde ese tono de confidencia o de sentencia dicha al desgaire; y claro, el asunto del momento entonces, y desgraciadamente todavía hoy, era y es la crisis financiera mundial que había hecho tambalear —creo que injustamente y por imprevisión o complicidad (vaya usted a averiguar) de las autoridades monetarias mundiales— el estado del bienestar. Añadiré que el estado del bienestar es un logro excepcional que ha procurado un nivel de paz social y de atención al ciudadano como jamás se había conocido en la Historia de la humanidad, y por lo tanto, me parece —y supongo que así se refleja en blog— un auténtico atentado a la razón dejarlo a la intemperie o incluso intentar mellarlo, como pretenden a menudo nuestras autoridades nacionales y europeas.

¿Cómo puede afectar Angela Merkel a una relación de pareja cualquiera?
Mucho más de lo que pudieran imaginarse; además, no es Angela Merkel, sino a ésos a quien ella representa y que desconocemos, pero que suponemos muy poderosos.


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