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Noemí Trujillo, "La princesita en el asteroide B612", (Editorial Playa de Ákaba, 2015): La naturaleza del paisaje

«Creo que, para su evasión, aprovechó una migración de pájaros silvestres».
Antoine de Saint-Eupéry, en El principito.

Por Ángel Silvelo Gabriel
lunes 21 de septiembre de 2015, 11:27h
'La princesita en el asteroide B612'
"La princesita en el asteroide B612"

Igual que Ulises en su regreso a Ítaca, "La princesita en el planeta B612" inicia su particular viaje de vuelta a casa; un lugar del que se escapó para encontrar esa última razón que le permitiera seguir viviendo, sin embargo... «Lo importante/ es todo lo que no nos dijimos» nos avisa la voz poética de Noemí Trujillo casi al final de este poemario, y lo hace, para establecer un nuevo universo: el de los secretos y las confidencias. Secretos y confidencias que nos permiten seguir vagando por el firmamento igual que las estrellas que se encienden y se apagan dependiendo de quién pose su mirada en ellas.

Es por ello, tal y como nos apunta la propia autora en la introducción de este poemario, que el mismo admite varias lecturas; una de ellas, sin duda, sería la de La naturaleza del paisaje, porque igual que un cuadro se compone de varias capas que se ocultan una debajo de la otra tras la apariencia final que podemos contemplar, el ser humano también se conforma de diferentes soportes: leves o difuminados unas veces, gruesos o marcados otras; donde unos y otros, son como entes refugiados que se esconden en nuestras entrañas y nos moldean el carácter y la propia vida. En este sentido, la argamasa de La princesita en el planeta B612 está formada por tres elementos básicos: el amor, Carboneras y la luz. El amor como paisaje interior a través de la persona amada —una constante en la obra poética de Noemí Trujillo— y, que una vez más, es la base primera sobre la que se sustenta el resto: « Tú eres mi planeta,/ mi consuelo,/ aquello que se deshace en sombra,/ la luz que arrastra/ una llama,/ Tú». El pueblo almeriense de Carboneras, como paisaje exterior, sería la segunda capa de nuestro paisaje, pues hace las veces de espacio geográfico donde depositar la mirada y el esqueleto de los sentidos: «…descubrí playas,/ comí arbustos,/ llegué a un desierto/ con labios azules/ en la madrugada/ …Era un desierto pesquero/ a orillas del mar Mediterráneo,/ a pie de Sierra Cabrera». Siendo la pintura la tercera materia prima de este poemario, pues el mismo está adornado de múltiples referencias a cuadros —en su mayor parte paisajes— y sus artistas —que van desde Turner a Dalí—, con los que la autora ha querido iluminar de una forma diferente cada uno de los estadios anímicos por los que transcurre este conjunto de poemas: «Tú eres todos/ los lugares que he amado,/ todos los libros que he leído,/ todos los cuadros que he visto,/ mi río desde una colina ,/ mi atardecer en Dedham Vale ,/ todos los trazos de mi lápiz». Este elemento pictórico es nuevo dentro de la faceta creativa de la autora, y, en este caso, nos llega como la posibilidad de explorar y encontrar la belleza que se esconde detrás de cada palabra, pues no debemos obviar que la pintura se transforma en poesía, como nos apunta la autora. A lo que podríamos añadir que se trata de una poesía que busca la belleza de lo imposible, pues imposibles son los discursos interiores que mueren dentro de uno mismo.

(Extracto del prólogo de Ángel Silvelo).

1 Un río desde una colina, cuadro de Willian Turner. 1840-1845.

2 Atardecer en Dedham Vale, cuadro de John Constable.1802.

PRESENTACIÓN:

  • Presentación del poemario: 24 de septiembre de 2015.
  • Lugar: Biblioteca Eugenio Trías de Madrid. Paseo Fernán Núnez, 34.
  • Horario: 19:30 a 20:30.
  • Firma de ejemplares: Barandana. C./ Sainz de Baranda, 21, a partir de las 20:30 horas.

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