Esta noche pasada sentí curiosa necesidad, de leer algún autor de novela negra. Y acariciando mi colección Club del misterio de la inolvidable Editorial Bruguera, cogí al azar Con el calor de la noche.
Escribió Borges que “En esta época nuestra, tan caótica, hay algo que, humildemente, ha mantenido las virtudes clásicas: el cuento policial”. Las dianas de las citas de tan prolífico autor suelen resultar incuestionables. Decidí sin duda alguna volver a esta joya literaria de John Ball (8 de julio 1911 - 15 octubre 1988), escritor estadounidense que alcanzó la fama con novelas de misterio entre ellas En el calor de la noche, que cosecho un manojo de Óscar en 1967, con el mismo título de la novela, protagonizada por Sidney Poitier y Rod Steiger . Actores impresionantes en un encaje perfecto entre literatura y cine bajo dirección de Norman Jewison.
El primer protagonista que aparece al principio de esta narración se llama Sam Wood. Un policía nocturno que "cabalga" en su coche desde hace años cumpliendo la rutinaria ronda. Husmeando acá y allá. Sam es lo que en mi pueblo se suele denominar un “Papafrita” al imaginarse ser un tipo importante. Mezcla de genio petulante de la sabiduría. Cada loco con su tema y el insoportable Sam tenía el suyo tallado en la mente.
En toda esta historia tan de ficción como de realidad, el tema de fondo es el racismo de los sesenta entre blancos y negros. Naturalmente la sartén por el mango era propiedad exclusiva de los primeros. Las calles de la pequeña ciudad de Wells duermen en paz soportando el calor del verano. Incluso bajo una luna blanca que lo ve todo. Sam, el policía engreído de la historia, continúa la vigilancia en su coche con la cansina costumbre que a él le hace sentirse el dueño y señor de la ciudad. Deseoso de terminar su trabajo y presentar el informe a su jefe con mando en plaza, Bill Gillespie, todo un personaje. Cuando en el cruce de una calle del barrio pobre de los negros, se encuentra tendido en el suelo el cadáver de un conocido empresario de la ciudad. El sabueso de Sam con vertiginosa rapidez descubre en un banco de la sala de espera de la estación de ferrocarril, a un negro joven y bien vestido que dormita mientras espera su tren.
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© Francisco Vélez Nieto