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“Esto no es una historia de amor” o sí

José A. Pérez Ledo y Emilio Albi (Foto: Javier Oliaga).

“El humor no es sobre cosas graciosas, sino sobre la vida en general”, afirma José A. Pérez Ledo”

Javier Velasco Oliaga | Domingo 10 de abril de 2016

En la editorial Planeta están encantados con la novela “Esto no es una historia de amor” del guionista y “supuesto” escritor José A. Pérez Ledo. “Yo no me siento escritor”, dice en un encuentro en el restaurante retro “El Imparcial”, muy cercano al Rastro madrileño. Se sienta o no escritor, se sienta o no guionista, que sí se siente, hay que reconocer que el escritor vasco ha conectado con miles de lectores y esto es sólo el comienzo.



“Editores italianos y alemanes están encantados con esta novela y ya se están preparando las ediciones en ambos idiomas”, nos anticipa el editor Emilio Albi, que le acompaña en el acto y añade con visible alegría: “es una novela de amor que profundiza en una etapa complicada, la de la crisis de los treinta, pero también es una crítica a las historias de amor de Hollywood”. La complicidad entre editor y escritor es evidente y parece que se lo pasan bien. “La universalidad de la literatura es evidente en estos temas, además, José A. Pérez Ledo es el Woody Allen español”, pronostica con la misma soltura que un cirujano disecciona un apéndice.

El autor de “Esto no es una historia de amor” cree que su historia es más realista a las que nos tienen acostumbrados los de Hollywood. “Hace años se leían los cómics que ahora inundan Hollywood; antes los calificábamos de frikis, ahora esos frikis son los que dominan la meca del cine. Se tiene una necesidad anormal de escapismo radical y absoluto”, diagnóstica el guionista bilbaíno con una amplia hoja de servicios en eso del guión televisivo. Parece que en estos momentos los guionistas vascos dominan el humor. Tampoco es para tirar cohetes porque el nivel de las series humorísticas está por los suelos. Baste mirar series como “El chiringuito de Pepe”, para ver el ínfimo nivel de nuestro humor, calificarlo de patético es quedarse cortos, es de auténtica vergüenza, peor aún que aquel landismo o de aquellos Pajares y Esteso que por lo menos no intentaban engañar a nadie.

José A. Pérez Ledo se formó viendo el programa de humor de ETB “Vaya semanita”. Eso no quiere decir que no haya tenido otras influencias, también ha trabajado en la 2 de TVE y ha debido de ser realmente bueno porque le echaron. Ya sabemos el sentido del humor que tiene esa televisión. Por eso buscó como válvula de escape hacer un blog de humor. Aquello fue mano de santo porque al poco tiempo ya le estaba diciendo Emilio Albi que le seguía, que le gustaba el blog y que le gustaría que escribiese una novela. Dicho y hecho. “Tengo algunas ideas en el cajón”, le dijo y se puso al lío y salió “Esto no es un historia de amor” o sí, como le gusta repetir al autor.

“El protagonista, Daniel, no se parece absolutamente nada a mí. Nunca he escrito cosas que me hayan ocurrido a mí y en las respuestas con los medios de comunicación nunca digo la verdad”, nos dice mientras bebe una cervecita en los altos del restaurante. “Este sitio está bien pero en mi novela aparecen muchas cafeterías o restaurantes como este. Quería hacer una novela de cafeterías”, desvela y realmente lo ha conseguido.

José A. Pérez Ledo cree que su novela le ha salido muy auténtica y la gente que la está leyendo la está disfrutando mucho. “El tema de la crisis da igual donde se lea. Es muy universal, por eso creo que el humor no se ha de calificar como de aquí o de otro lugar. Lo que sí reconozco es que mis referencias son anglosajonas en cuanto a la estructura y la forma de calentar el chiste, que es algo que se hace mucho en América”, desbroza poco a poco. Opina que el humor de su libro es diferente al humor alemán, “aunque a lo mejor lo ven muy surrealista”, sentencia.

“Todas las historia de amor son tristes”, subraya. La suya también lo es pero con algún toque de humor. Cuando empezó a escribir el libro ya sabía el final, también sabía su desarrollo. “Cuando me pongo a escribir procuro tener una estructura lo más cerrada posible. Me parece una locura que los novelista no trabajen así”, explica con un deje de humor. Quizá por eso no se considere, de momento, novelista, sino guionista que escribe.

Desde el primer folio ya tenía el título de la novela y “nos sorprendió mucho que no estuviese pillado”, señala y añade: “lo único que he hecho en mi vida es escribir y creo que la novela me ha salido muy cojonera, con perdón y con mucha tristeza”. Por lo que no le queda más remedio que apostillar “el humor no es sobre cosas graciosas sino sobre la vida en general. Aquí no se habla de política, ni se adoctrina. Esta novela es absolutamente triste”.

Ya está dándole vueltas a otra novela, pese a no sentirse escritor, como ha repetido varias veces. “Yo soy un guionista que ha hecho una novela. La diferencia entre un escritor y un guionista es que el escritor se toma en serio a sí mismo, el guionista, no”, concluye. Se tome en serio o no, su novela es una historia de amor triste contada con sentido del humor, o no.

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