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La Biblioteca Resistiré del hospital de IFEMA recibe el Premio Antonio de Sancha 2020 de la Asociación de Editores de Madrid

Biblioteca Resistiré
Evaristo Aguado | Martes 21 de abril de 2020
La Biblioteca Resistiré del hospital provisional de IFEMA ha recibido el Premio Antonio de Sancha 2020, que le ha concedido la Asociación de Editores de Madrid (AEM), “por pensar en los libros y la lectura como una forma de soportar mejor la enfermedad y el aislamiento que supone estar ingresado en un hospital de estas características en esta pandemia”. Manuel González, presidente de la Asociación, ha dado a conocer este reconocimiento a los principales responsables de la biblioteca: las enfermeras del SUMMA 112 Ana Ruiz y Alba Justicia, promotoras de la iniciativa, y los voluntarios de SAMUR Protección Civil Mar Eguiluz y José Luis Molinero, que la gestionan cada día desde su puesta en marcha el pasado 30 de marzo.


Con la concesión del Premio Antonio de Sancha a la Biblioteca Resistiré, “la Asociación de Editores de Madrid ha querido ejemplificar y aunar las cualidades colectivas de abnegación y sacrificio demostradas por sanitarios, profesionales y voluntarios de toda índole que luchan contra esta enfermedad, con el empeño de Ana, Alba, Mar y José Luis de considerar a los libros como magníficos recursos terapéuticos contra el dolor, la soledad y el desaliento... a la vez que vacunas invencibles contra la ignorancia y la barbarie que contaminan la salud cívica y moral de los seres humanos”, ha afirmado Manuel González.

La Biblioteca Resistiré nació en la madrugada del 30 de marzo para llevar la lectura a los pacientes. “Nos destinaron a IFEMA y cuando llegué me encontré con la soledad de los pacientes. Estaban contentos de estar bien atendidos, pero era una nave sin ventanas, sin luz. Ellos no sabían qué hora era, ni tenían entretenimiento, ni visitas, así que pensé: “bueno, aquí hay que traer libros”, explica Ana Ruiz. Esa noche escribió a las compañeras de su Club de Lectura y un día después, con la aprobación de los superiores, descargaba de su propio coche el que sería el primer carro de libros. “Solo soy una enfermera lectora”, dice Ana, “pero creo que la humanización cura igual que la medicación”.

A la llamada de Ana respondió también de Alba Justicia, enfermera compañera del SUMMA 112, llevando cerca de 80 libros de su biblioteca personal para hacer crecer la iniciativa y conseguir más carros para que hubiera en los dos pabellones. “Los libros te hacen abstraerte, viajar a otros mundos, te hacen evadirte, olvidar todo… y eso es lo que estaban necesitando nuestros pacientes”, explica.

Desde el 30 de marzo los carros ubicados en los pabellones 7 y 9 ofrecen libros, revistas, pasatiempos y gafas de lectura para que los pacientes de coronavirus puedan llevar mejor su estancia en el hospital provisional. “Hasta la fecha podemos haber tenido unos 3.000 pacientes, sin contar con los que aún siguen aquí. En los momentos álgidos llegaron a ser 1.500 pacientes”, explica Mar Eguiluz, que además de gestionar la biblioteca, es voluntaria en el control de admisión. “Hago turno doble, mañana y tarde. Cuando llego cada día me encuentro los carros desordenados y eso me encanta, porque significa que la biblioteca está viva, que los pacientes buscan, remueven y encuentran su libro. Algunos son lectores exigentes, saben muy bien lo que quieren. Otros debutan tímidamente en el mundo de la lectura o retoman ese placer abandonado hace tiempo”.

José Luis Molinero se encarga de recoger todas las donaciones y llevarlas al hospital, donde organiza cuidadosamente los libros. Calcula que hasta la fecha la biblioteca puede haber recibido más de 4.000 libros, que se han convertido en una compañía importante para los pacientes. “Hubo una señora que vino a pedirme algo para leer”, cuenta José Luis. “Le pregunté qué género quería y me respondió que hacía 30 años que no leía. Le ofrecí “La isla del tesoro” de Stevenson y a los dos días volvió; quería más. Había recuperado la afición por la lectura. Aquí los libros cobran importancia, vuelven a ser objetos de deseo para muchos”.

El hospital provisional de IFEMA ha podido cerrar uno de sus pabellones y reubicar a los pacientes que permanecen allí en el pabellón 9. La presidenta de la CAM, Isabel Díaz Ayuso, ha declarado recientemente que el hospital se cerrará a finales de mayo para poder recuperar su actividad habitual. Mientras tanto, y gracias a la solidaridad de los donantes, la biblioteca está pudiendo ayudar a otros hospitales y abriendo delegaciones en hoteles hospitalizados, convirtiendo al libro y la lectura en un apoyo fundamental para los pacientes.

Según explica Manuel González, “En otoño, cuando podamos reunirnos, será un placer poder entregar este premio a Ana, Alba, Mar y José Luis en nombre de tanta gente, sanitarios y voluntarios, que han hecho este enorme esfuerzo. Ojalá que podamos celebrarlo, darnos un abrazo y hacerles saber cuánto les admiramos y apreciamos”.

El Premio Antonio de Sancha se otorga anualmente a personalidades que se han distinguido por su labor en defensa de la cultura en general, y del libro y la lectura en particular. Entre los anteriores galardonados se encuentran el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la catedrática de Ética Adela Cortina, el dibujante Antonio Fraguas “Forges”, la escultora Alicia Martín, el escritor Amin Maalouf, el político colombiano Sergio Fajardo, el escritor y filósofo Fernando Savater, el ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti o el ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza.

Historia del Premio

En 1997, la Asociación de Editores de Madrid decidió crear un premio de carácter universal que otorga anualmente a una personalidad por su papel destacado en la promoción y defensa de la cultura, del libro y de la lectura.

La denominación oficial del galardón es Premio Antonio de Sancha, en honor al primer editor español. Después de trabajar como librero, encuadernador e impresor, Antonio de Sancha (1720-1790) se convirtió en editor para, como él mismo escribió, “reimprimir las mejores obras que se han escrito que, por raras, apenas son conocidas”.

Su contribución a la cultura española ha sido extraordinaria, ya que se atrevió a editar obras que permanecían inéditas al cabo de tres siglos de invención de la imprenta como El Poema del Mío Cid, el Libro del Buen Amor o las poesías de Gonzalo de Berceo.

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