LOS IMPRESCINDIBLES - Álvaro Bermejo

LOS MÚSICOS DEL ‘ENDURANCE’

Endurance
Álvaro Bermejo | Martes 22 de marzo de 2022
La noticia saltó el día en que veíamos a una precaria orquestina ucraniana intentando levantar la moral de la población a la espera del asalto ruso, en Odesa. Esta columna se hubiera titulado ‘Los músicos del Titanic’ de no mediar el suceso que cerró aquel telediario. Una expedición científica acababa de localizar los restos de un buque no menos legendario: el ‘Endurance’ de Ernest Shackleton. Zarpó en 1914 con una hoja de ruta imposible: atravesar el infierno blanco de la Antártida.


La aventura se prolongaría dos años y se saldó con un fracaso. Pero la epopeya de Shackleton y su tripulación, una vez que su barco quedó atrapado en la banquisa polar y se vieron forzados a cruzar los mares más hostiles del mundo, por su tenacidad, por su coraje, por su capacidad de resistencia, alcanzaría la magnitud del mito.

¿Estaban predestinados? La palabra “endurance” se traduce como resistencia. Shackleton no la eligió por azar. Era su divisa familiar: “Por la resistencia, venceremos”. El cerco enemigo sobre el ‘Endurance’ se inició al año de partir. Doscientos días sitiado en la banquisa, ya es un buque fantasma. Shackleton decide emprender una odisea de tres mil kilómetros, con tres barcas y sus trineos. Caminan por la noche y duermen por el día, a veinte grados bajo cero, “arropados” con latas llenas de hielo que el calor de sus cuerpos fundirá en agua. Tras infinitas penalidades, alimentándose de focas y pingüinos, finalmente de sus perros, alcanzan la isla del Elefante. Es entonces cuando comienza lo peor, porque esa isla queda a más de mil kilómetros de la civilización.

La respuesta de Shackleton es resistir sin detenerse. A bordo de su último bote él y tres de sus hombres se lanzan al mar sin más brújula que la energía de su desesperación. Llegan a Georgia del Sur, pero por su parte más salvaje, entre huracanes y montañas de hielo. El 20 de mayo de 1916, más muertos que vivos, coronan la estación ballenera de Stromness, desde donde organizan una expedición para rescatar a los náufragos. Dos años en el epicentro de toda desolación, y no perdieron una sola vida. Todos se salvaron.

El día de su llegada Shackleton preguntó por la Gran Guerra que creía haber dejado atrás: “No ha acabado, hay millones de muertos”, le respondieron. Esa noche escribió estas palabras en su diario: “Me sentí como un hombre que resucitara en un mundo que se había vuelto loco”. ¿Cómo se dirá resistencia en ucraniano? Se dice “opir”, pero yo escribo ‘Endurance’.

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