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Rafael Navarro de Castro presenta "Planeta Invernadero", una novela urbana de crítica social sobre la sociedad agrónoma

Rafael Navarro de Castro (Foto: Javier Velasco Oliaga).

“Le hemos declarado la guerra a la naturaleza”

Javier Velasco Oliaga | Lunes 25 de marzo de 2024

Planeta Invernadero”, de Rafael Navarro de Castro, es una novela coral en la que el autor habla del planeta Tierra a través de los ojos de Sara, una mujer de 40 que trabaja durante el año 2019 en un invernadero de la región de Poniente. “Un invernadero contiene un mundo entero, es como un planeta que está contaminado por la acción irresponsable del hombre”, afirma el autor de Lorca que acaba de publicad su novela en el sello Alianza Voces.



La protagonista, después de diferentes vicisitudes sufre una crisis existencial, pero “se encuentra decidida a hacerse cargo de su vida después de la experiencia que ha tenido trabajando para un invernadero y ver como se manipulan los alimentos”. La novela gira en torno a la industria agroquímica y el cambio climático, pero también sobre otros temas de rabiosa actualidad como la inmigración, la explotación laboral, la violencia de género o la trata de mujeres.

“Después de mucho pensar, decidí contar la historia en primera persona y con la voz de Sara. Creo que cada mucho mejor. No todo lo van a contar los hombres”, dice el escritor murciano durante la presentación de su segunda novela ante un grupo de periodistas. “Quería que la novela estuviese muy relacionada con la vida cotidiana, con los que pensamos, con lo que vemos y, por qué no, con lo que comemos. En una ensalada con varios ingredientes podemos estar digiriendo unos seis o siete pesticidas diferentes. Uno por cada tipo de alimento”, afirma sin pestañear.

Según Rafael Navarro, “todo el mundo sabe que la comida está profundamente contaminada, pero seguimos necesitándola para alimentarnos. En España, se utilizan ilegalmente muchos fertilizantes y pesticidas para mejorar la producción, lo mismo ocurre en todo el mundo. Es un problema global. Otro gran problema es el de las simientes, quien las controla, controla todo el proceso de producción”.

Pero el autor, no se queda ahí. “En algunas zonas, la explotación laboral es tremenda. Cuando investigué para la novela, pregunté a los trabajadores africanos por sus condiciones y son penosas. Algunos trabajan 12 horas al día por 20 euros. Los agricultores no cuentan toda la verdad sobre las condiciones laborales de sus trabajadores”, apunta y añade “la cosa está muy dura y no se puede seguir así”.

“Las historias se me imponen”

En cuanto a la forma de escribir, Rafael Navarro de Castro, señala que “suele escribir capítulos muy largos, de unas 5000 palabras, y en cada uno de ellos cuento una historia que suele acabar. Las historias se me imponen. Me gusta utilizar el presente de indicativo en mis escritos. Para mí, la escritura es orgánica, siempre huyo del artificio. Busco la sencillez y la naturalidad. Escribo como si estuviese contando una historia y que todo el mundo la pueda entender. Para eso, la reescribo tantas veces como sea necesario”.

“Mis personajes los entiendo de una forma poliédrica. Quiero que dejen de ser personajes y se conviertan en personas. Me gusta que el lector empatice con los personajes y con la historia. Por eso, uno de mis objetivos es escribir una literatura que fluya. Es crucial que nos aceptemos a nosotros mismo”, expone Rafael Navarro durante nuestra conversación.

Podríamos decir que, por todo eso, es un escritor lento. “He tardado unos tres años y medio en redactar Planeta invernadero. Para mí, la escritura tiene que ir despacio, lenta. Es como la agricultura, hay que mantener la relación entre lo orgánico y lo inorgánico”, sostiene el escritor que cuenta que todo lo referente a la literatura comenzó cuando “dejé de ser biodegradable”. Y lo mismo que cuenta de Sara, le ocurrió a él. “Me empecé a enfrentar al mundo. Vendí mi buhardilla de Malasaña y me fui a la montaña. Por lo que saqué de la venta, me compré unos terrenos para hacerme mi casa de madera y sembrar y plantar árboles”, recuerda.

Los agricultores son una víctima de los supermercados

Rafael Navarro asegura con convicción que “para ser sostenibles, tenemos que comer productos de temporada y no de invernaderos. Parece que le hemos declarado la guerra a la naturaleza. Ahora, la amenaza es global porque nos encontramos un campo que está muy mal”. Y sí que está mal, cuenta que hasta en Holanda hay invernaderos, ya se cultiva de todo en todos los sitios, sean o no de secano. “Es una locura completa y absoluta”, asevera.

El autor tiene claro que “los agricultores son una víctima de los supermercados. No se pueden mantener con los precios que pagan por sus productos. A veces pienso que debería intervenir el gobierno”. Está claro que nunca los harán. “La gente es más ecologista en la cabeza que en sus comportamientos. Algo tendremos que intentar, pero no lo veo claro. En ese sentido soy muy pesimista, con decirte que lo de la huella de carbono se lo sacaron de la manga los de British Petroleum (BP)”, concluye el escritor murciano.

Rafael Navarro de Castro (Lorca, 1968) es licenciado en Sociología y diplomado en Extensión y Desarrollo Rural. Hasta los diez años vivió en una escuela de capacitación agraria de la que su padre era director y vivió rodeado de campos de trigo, maíz y animales. Más tarde se mudó a Madrid y trabajó en el sector audiovisual durante quince años hasta que, al filo del nuevo siglo, decidió dejarlo todo e instalarse en Monachil, un pueblo en las faldas de Sierra Nevada, donde se ha dedicado a la agricultura tradicional, la fontanería de montaña, la cría de gallinas ponedoras y el activismo ecologista.

De las experiencias de sus primeros años en el pueblo y las vivencias con sus vecinos surgió La tierra desnuda, su primera novela, publicada en 2019, que ha alcanzado su cuarta edición con reseñas entusiastas de los lectores y los medios. Poseedor de una de las voces narradoras más interesantes de nuestros días, después de cinco años de escritura vuelve con “Planeta invernadero”, su segundo libro.

Según el autor, puede pensarse como una continuación del primero: “Después del mundo de los campesinos tradicionales llega la agricultura industrial; la tecnología y sus consecuencias de la mano de Sara, la protagonista, que ha estudiado ingeniería agrónoma y conoce las mejores y más nuevas técnicas de cultivo”.

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