EVENTOS

Sergio del Molino presenta "La hora violeta"

Sergio del Molino

"No distingo mi dimensión humana de mi dimensión literaria"

Soledad Quintanal | Jueves 23 de octubre de 2014

Marcos Giralt Torrente, escritor y crítico literario español, Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa con la obra Tiempo de vida, fue la persona encargada de presentar la hora que hemos vivido en familia con Sergio del Molino, su mujer Cristina y sus hijos. Pablo, que se murió a los 2 años de edad de leucemia, es al que dedica su novela "La hora violeta" publicada por Mondadori.



También estuvo su hijo menor, del que dice que la enfermedad "me lo ha respetado por ahora, pero no sabría si en otro caso hubiera tenido la misma suerte que mi hijo Pablo, de morir en brazos de un sistema sanitario hasta ahora extraordinario como era el español". Es a este hijo al que dedica esta obra maestra de lo que "no es Literatura de Duelo, sino una carta de amor empezada por el punto y final" y donde vive de nuevo con su pequeño hijo.

Marcos Giralt, dijo que "presentar un libro bueno es fácil, pero hablar de un libro magistral es presentar, sin duda, una obra de arte. Es arte lo que marca toda la estructura de este libro autobiográfico y muy duro, pues se refiere a la muerte de Pablo, el hijo de Sergio del Molino; en cambio esta dureza no alienta rechazo ni hace huir al lector, precisamente porque es una obra de arte; es un libro necesario y que resulta imposible dejarlo sin terminar de leer"

Marcos, lo que aporta sobre la técnica es que es un testimonio, es una crónica: "ni es banal, ni retiene información para darla en el momento adecuado con el fin de buscar un efecto en el lector, porque eso sería superficial y Sergio no juega con trucos de mal escritor para alimentar el suspense"

No hay palabra en ningún idioma para calificar la orfandad de un hijo

Otro recurso sería decir lo que no es el libro. No es un libro testimonio, ni de auto-ayuda ni de complacencia o que busca la lágrima fácil: es literario y con construcción y sobremanera, es impactante la elegancia y la justicia de la que nos surte Sergio, justamente a la hora de mostrar el momento de la muerte del hijo; "no vamos a apurar la última lágrima del lector, sino a transmitirlo de manera que guste: ética y estética". A Sergio del Molino siempre le parecía detestable jugar al papel de moda llamando ´padre coraje y madre coraje´, subterfugio actual para tragarnos la aceptación de una serie de cosas que nunca pensamos que tendríamos que pasar; y sin embargo, así se sintió durante el reportaje de televisión que vinieron a hacer al hospital.

El escritor, en su quinta obra, echa de menos la ficción a la hora de narrar porque con esta experiencia metafísica en páginas llenas de literatura. Le habría gustado poder echar mano de ella para sustituir con este recurso un final real y conmovedor de lo que es la vida auténtica.

"Es una experiencia que, aunque pasada, no ha terminado de pasar porque ese dolor no me abandonará nunca; la estructura del libro tiene forma de dietario y sin embargo no está escrito en el día a día, sino posterior; dedicándole de dos a tres horas cada mañana a la escritura de La hora violeta, es una manera de reencontrarme cada día con mi hijo. Ponerlo en pasado era cerrar definitivamente la historia de la pérdida de mi hijo, y quería mantener vivo ese recuerdo y hacerlo presente, porque así me encontraba cada día con mi hijo."

El tránsito por la rutina hospitalaria también se refleja en su pluma de modo natural, ya que "aprendes de médicos y enfermeras vocacionales, profesionales más allá de lo que sus sueldos justifican."

"Me he borrado del marxismo"

El personaje protagonista no es el niño Pablo, sino el autor Sergio, su padre y su metamorfosis. Traza un autorretrato de sí mismo con referencias a la infancia y al entorno familiar y a sus gustos adolescentes musicales que le hubiera gustado transmitir a Pablo. "Conectándome con mi infancia es como si intentara salvar la suya. Con un hijo enfermo me ha metamorfoseado en el sentido ideológico: ahora anhelo la familia burguesa, cuando antes pensaba cómo esta gente podía estar perdiendo el tiempo en una vida adocenada, pudiendo utilizarlo en vivir aventuras o ligando: me he convertido en un conservador de derechas, con una casa tranquila y una vida relajada. "Me he borrado del marxismo."

La literatura tiene sentido cuando se comparte con alguien

Seguimos dialogando con Sergio del Molino y dejando a flor de piel los sentimientos de autor y asistentes con los que intercambia su propia esencia. "Mientras escribía, mantenía a mi hijo con vida, y el libro acaba justo cuando lo urgente termina y me tengo que enfrentar a La Hora Violeta. El libro empieza por el final, por la necesidad de inventarme una urgencia que no me mantenga estancado en esa hora violeta que me resulta insoportable, y lo que al principio era pura rabia y un intento de calmar esa furia que me poseía, muy rara en mí, que soy calmado y tranquilo, como la literatura tiene sentido cuando se comparte con alguien, mi mujer empezó a leer estos recuerdos y vio que era un libro y eso hizo que me tomara el trabajo a diario para encontrarme con mi hijo todas las mañanas. "Agradezco a mi mujer Cristina que este libro haya visto la luz; si ella hubiera puesto una sola objeción, la escritura estaría, pero no se habría publicado nunca."

No es una literatura terapéutica, aunque tal vez mi actitud fuera una negación al duelo de manual pero no lo creo. Poco a poco fui sustituyendo la rabia y la irritación por amor y reflexiono sobre las metáforas que se vierten durante la enfermedad, que a diferencia de las metáforas literarias sirven para crear una barrera que evita enfrentarse con el terror y el dolor que supone la enfermedad.

"No distingo mi dimensión humana de mi dimensión literaria"

No hay una Hora Violeta II. El hecho de publicar este libro en una gran editorial parece un auténtico homenaje para Pablo; a mi editora Mónica le encantó e inmediatamente se le hizo un hueco en Mondadori. El respaldo de una editorial grande permite llegar a muchos más lectores y he sentido un trato humano, un gran respeto a mi obra y una auténtica cercanía. La editora se enamoró, retóricamente hablando, de la historia.

En todos los hogares donde fallece un niño el resultado es el mismo, sea la circunstancia que sea; aunque la percepción social es distinta tras una enfermedad, un atentado o un accidente, el dolor es el mismo y el resultado, la habitación vacía del niño.

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