FIRMA INVITADA

EL SUEÑO DE HIPATIA

Hipatia de Alejandría
José Calvo Poyato | Miércoles 27 de mayo de 2020

Hipatia de Alejandría es una de esas mujeres que han sido olvidadas por la historia. Tanto es así que lo que sabemos de ella puede recogerse en unos cuantos folios. No obstante, en el mundo anglosajón y, en general en la Europa que rompió con Roma a partir del siglo XVI su figura, al menos en los círculos académicos, era mucho más conocida que en el mundo católico, donde interesadamente se le había cubierto con un manto de silencio.



En la Gran Bretaña de comienzos del siglo XVIII John Toland publicó un panfleto anticatólico —con un largo título, como era habitual en la época—: Hipatia o la historia de una de las mujeres más hermosas, virtuosas, cultas y distinguidas en todos los aspectos; que fue despedazada por el clero de Alejandría para satisfacer el orgullo, la envidia y la crueldad de su arzobispo, común pero inmerecidamente llamado San Cirilo. Como respuesta a este opúsculo, Thomas Lewis publicó —también con un generoso título— La Historia de Hipatia, la imprudentísima maestra de Alejandría, asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo y el clero alejandrino, de las calumnias del señor Toland.

Entre algunos de los ilustrados del siglo XVII, caso de Voltaire, fue utilizada para fustigar a la iglesia católica, aludiendo a las terribles circunstancias de su muerte. También le dedica una breve referencia Edward Gibbon en su famosa Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, cuyos seis tomos fueron publicados en 1776 y 1789. El romanticismo del siglo XIX encontró en Hipatia y su trágica muerte una fuente de inspiración y dio lugar a diversas obras, alguna tan extravagante como la de la condesa Diodatta Saluzzo que sostiene que San Cirilo logró convertirla al cristianismo y que su asesino fue un sacerdote que le profesaba un particular odio. Charles Leconte de Lisle le dedicó un poema, titulado Hipatia donde la presenta como víctima de una época de transición, llena de cambios. Hipatia encarnaría la razón y San Cirilo sería un ejemplo de cerrilismo. A mediados de esa centuria Charles Kingsley le dedicó una novela Hipatia de Alejandría (1853) en la que cobra protagonismo la figura del prefecto romano Orestes, enamorado de Hipatia, a la que presenta como una mujer que odia el cristianismo con tanta fuerza como San Cirilo la odia a ella. En el Londres de finales de aquel siglo se estrenaron varias obras con ella como protagonista que tuvieron gran éxito.

Lo que sabemos de Hipatia es que era hija del matemático Teón —no está clara su fecha de nacimiento 355 o 370—, mujer versada en materias como astronomía y matemáticas, muy ligada a la cultura clásica, que vivió en Alejandría que murió en el 415, salvajemente torturada. Es la protagonista de El sueño de Hipatia, la novela que publiqué en 2010 y que ahora vuelve a reeditarse por HarperCollins Ibérica, en una edición revisada. En ella presento una Alejandría, a caballo entre los siglos IV y V, donde Hipatia, su padre y algunas de sus amistades encarnan los ideales del mundo clásico, que empieza a ser denominado pagano, ante los crecientes avances del cristianismo. Una Alejandría, iluminada por su Faro —una de las Siete Maravillas del Mundo— en la que, tras el edicto de Tesalónica, las formas de vida el mundo grecolatino y su cultura, se encontrarán con problemas cada vez mayores.

Ese también el tiempo en que en los desiertos egipcios la vida monacal cobra crecente fuerza y, en alguno de esos cenobios, no se está de acuerdo con el establecimiento de un canon que expurgue los textos que no serán considerados como los Evangelios Canónicos. En uno de esos cenobios, el de Xenobosquion, se buscará preservar algunos de los textos ahora perseguidos.

La trama de El sueño de Hipatia se desarrolla en dos momentos diferentes: la Alejandría en que vivió Hipatia —finales del siglo IV y comienzos del V— y el final de los años cuarenta del pasado siglo XX en que la criptógrafa Ann Crawford, el periodista del Daily Telegraph, Donald Burton y el profesor Alfred Best buscarán hacerse con un códice del cenobio que Xenobosquion que, poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial, en 1946, han encontrado casualmente por unos campesinos.

La Alejandría que conoció Hipatia, el Londres de la postguerra y el Egipto del corrupto rey Faisal, será el marco donde se desarrollarán os acontecimientos de la novela en que se recrean formas de vida en que asistimos al final del mundo antiguo y los inicios de lo que más tarde se denominará Edad Media.

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