PRESENTACIONES

"Era mi hermano, mi cómplice, mi maestro", así recuerda Joaquín Sabina a Javier Krahe

Joaquín Sabina, Federico de Haro y Javier López de Guereña (Cortesía de Fundación Telefónica)
Ximena de la Quadra-Salcedo | Martes 08 de junio de 2021

Después de un año lleno de caos e incertidumbre, Federico de Haro publicó el pasado mes de abril Ni feo, ni católico, ni sentimental, la primera biografía completa de Javier Krahe. También un año después de lo previsto, y ante la impensable idea de poder reunir a casi cien personas en un mismo lugar, la presentación del libro tuvo lugar el pasado martes en el auditorio de la Fundación Telefónica junto a dos grandes artistas y amigos del homenajeado, Joaquín Sabina y Javier López de Guereña.



Conocido por sus letras cáusticas sobre el amor, la política y la religión, admirador de Brassens y de Leonard Cohen, Javier Krahe tuvo una vida inquieta (a su manera) y curiosa. Sus canciones, bandera de la contracultura más duradera, hunden sus raíces en sus años de estudiante y llegan hasta las fecundas temporadas en Zahara de los Atunes, pasando por el dulce autoexilio canadiense en el franquismo tardío, los primeros años de la democracia y los posteriores encontronazos con el poder.

De la mano de la editorial Reservoir Books y gracias a la ayuda de sesenta personas, Federico de Haro ha escrito y publicado la biografía de Krahe, alguien que fue importante para él de esa manera tan rara como lo puede ser alguien con quien no ha hablado nunca, pero cuyas canciones le han acompañado siempre. "El objetivo nunca fue escribir una biografía al uso. Mi terror inicial era que toneladas de información acabasen sepultando la genialidad de Javier Krahe, que era lo que yo quería captar".

Agradecido por la ayuda recibida, Federico contaba a los presentes que su primer contacto fue Enrique Krahe, hermano mayor de Javier que falleció hace unos meses y no pudo ver el libro publicado. Un libro que incluye un prólogo de Julio Llamazares, dos autorretratos realizados por el propio Krahe, fotografías inéditas y cinco canciones de la primera época de Krahe.

"Es la segunda vez que Krahe me la juega con las vacaciones. La primera vez fue un desgraciado 12 de julio de 2015". El artista e "hijo predilecto de Krahe", Javier López de Guereña quiso estar presente en la presentación en la que recordaba los veranos en Zahara de los Atunes. "La misma mañana que Javier se largó estábamos llorando y partidos de risa. Todo el mundo tenía la sonrisa que él nos regaló". Además, contaba con detalle y entre risas cómo era el sistema de trabajo de Krahe. "Era genial. Cuatro canciones al año, tres años, un disco".

También acudió a la presentación alguien a quien Javier Krahe consideraba su "mejor interlocutor", Joaquín Sabina. "No se me podía haber ocurrido un lugar mejor para pasar la tarde, aunque no se pueda fumar ni beber, que con ustedes aquí hablando de Javier Krahe." Recordaba los largos viajes que hacían juntos en el cuatro latas de Javier trás el éxito de La Mandrágora y las charlas que mantenían durante horas. También habló de aquello que se le viene a la cabeza cada vez que termina de escribir una canción, si le gustaría a Krahe o si se avergonzaría de él. Durante la presentación, Sabina leyó unos sonetos dedicados a su maestro. "Era mi hermano, mi cómplice, mi maestro. Nunca tendré un compadre como él."

Para cerrar el evento, se proyectó el vídeo "Coplas patéticas", en el que Sabina canta una tema inédito de la última época de Krahe.

SOBRE EL AUTOR

Federico de Haro nació en los ochenta en la ribera del Manzanares. Nunca fue muy futbolero, pero desde su casa se escuchaban los uys de la afición del Atlético de Madrid, y eso, se quiera o no, marca. Su infancia fueron las mañanas de cromos en el Rastro y las tardes de bicicleta en el Retiro. Luego la familia se mudó a la sierra de Guadarrama y el encontró ahí su lugar en el mundo (mañana será otro). Su periplo universitario fue largo. Empezó Medicina y Filosofía, acabó Periodismo. Como buen milénial, salió al mercado laboral en plena crisis. Soportó la tormenta y el tormento atrincherado en sus vocaciones: la fotografía, la escritura y la docencia. De Javier Krahe lo primero que le gustó fue "Marieta", porque era la única ocasión en que a sus padres les hacía gracia que el niño dijera "gilipollas". Luego, todo lo demás: las canciones-milagro, los conciertos, Brassens. Escribir una biografía a su altura siempre le pareció tarea imposible. Se lo sigue pareciendo, pero él puede asegurar, eso sí, que Javier Krahe: ni feo, ni católico, ni sentimental es su mejor libro hasta la fecha. Es, además, el primero.

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