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La visión de Corea en el siglo XX a través de la producción literaria de la novelista Park Kyung-Ri​

Park Kyung-Ri​

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Pilar Úcar Ventura | Miércoles 24 de agosto de 2022

La obra de la escritora coreana refleja sus vivencias personales en un país marcadamente favorable a los hombres. Narradora de la vida cotidiana, confía en el amor humano para salvaguardar la dignidad personal.



El apellido Park en Corea del sur va unido a la familia de la importante escritora Park Kyung-Ri​ nacida en 1926 y famosa por su novela La tierra de 1955. El matrimonio mal avenido de sus padres la marcó de por vida y se reflejó en parte del contenido de su obra posterior. Abandonada por su progenitor nada más nacer, sintió vinculación especial hacia su madre. Se refugia en la lectura como terapia para vivir mundos fantasiosos que la alejen de la penuria emocional que experimentaba: se forjó un carácter solitario de difícil encaje social. Debió pensar que casarse la salvaría de sus miserias afectivas, pero la vida no le brindó tregua pues quedó pronto viuda de un sospechoso de pertenecer al partido comunista por el gobierno de su país y además perdió a su hijo de tres años.

A partir de 1955 comienza su proyección literaria con la narración Cálculos para dar paso a la historia Toji (La tierra), una gesta épica cuyo argumento está situado en Corea durante la transición decimonónica a cuya escritura dedicó veinticinco años. La saga compuesta de 16 volúmenes alcanzó tal éxito y popularidad que fue llevada al cine y transformada en serie televisiva así como en libreto operístico.

En 2008 murió de cáncer.

A lo largo de su vida realizó declaraciones muy comprometidas para aquel momento; era consciente de la necesidad del trabajo y de la unión de las mujeres si quería adaptarse o modificar y sobrellevar un sistema que favorecía indefectiblemente a los hombres. Vivió con su madre, crio y educó a su hija y a su nieto gracias a la publicación de sus libros que según ella le permitieron sobrevivir económica y anímicamente. Achacaba su éxito a su propia infelicidad, a las pruebas que en su camino vital encontró. Sus infortunios aparecen plasmados con una gran crudeza en sus cuentos, relatos desdichados, reales por experimentados en su propia piel: Tiempo de recelo y Tiempo de oscuridad, constituyen claros ejemplos de sus vicisitudes personales.

No hundirse ante las desgracias, luchar y levantarse, seguir viviendo…tal y como lo expresa en Las hijas del farmacéutico Kim. Sin desánimo ante las dificultades. Con el tiempo su temática cobrará tintes más reales y objetivos y se hará menos personalizada.

Critica la autoridad ejercida sin control y la práctica de costumbres ancestrales que poco o nada tienen que ver con los tiempos actuales y describe la necesidad de recuperar lo más valioso del ser humano: el respeto y la dignidad. Su vida y su producción literaria suponen una clara muestra alejada de apariencias y falsedades, de pretensiones ambiciosas.

Posee una hábil técnica en cuanto al retrato detallado de personajes y minuciosa narración de peripecias.

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