EL RINCÓN DE LA POESÍA

Las preocupaciones estéticas del Neoclasicismo a través de las fábulas de Tomás de Iriarte

Tomás de Iriarte (1750-1791). Retrato de Joaquín Inza (hacia 1785). Óleo sobre lienzo, 82 x 59 cm (Foto: Joaquín Inza ).

Nuestro poema de cada día

24 de octubre, coincidiendo con el día de las Bibliotecas (Lema: “Contra la desinformación: bibliotecas)

Fernando Carratalá | Viernes 24 de octubre de 2025

En 1782 se publican las Fábulas literarias, de Tomas de Iriarte (1750-1791), obra en que se abordan -desde una considerable pluralidad métrica, hasta el extremo de que este fabulario es uno de los más variados muestrarios métricos de la literatura española-, temas de preceptiva literaria que revelan las preocupaciones estéticas de la época, desde una orientación neoclásica; temas sintetizados en la moraleja que remate las fábulas: conveniencia de unir lo útil con lo bello; necesidad de un estilo sencillo y claro, alejado de la ampulosidad retórica; sometimiento de la poesía dramática a la 'ley de las tres unidades' (de lugar, tiempo y acción); etc. De esta colección de fábulas ofrecemos tres ejemplos, tomados de la edición de Ángel Luis Prieto de Paula, publicada por ediciones Cátedra (Madrid, 1992 edición del 2006) Colección Letras Hispánicas, núm. 347).



EL RICOTE ERUDITO

(Descubrimiento útil para los que fundan su ciencia

únicamente en saber muchos títulos de libros)

Hubo un rico en Madrid (y aún dicen que era
más necio que rico),
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos.

“¡Lástima que en vivienda tan preciosa
(le dijo un amigo)
falte una librería, bello adorno
útil y precioso!”

“Cierto (responde el otro). ¡Qué esa idea
no se me haya ocurrido!...

A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.

Que venga el ebanista y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.”

Ya tenemos estantes. “Pues ahora,
(el buen hombre dijo),
¡echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!

Perderé la chaveta, saldrán caros,
es obra de un siglo...,
pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingido?

Ya se ve. ¿Por qué no? Para estos casos
tengo un pintorcillo.
Que escriba buenos rótulos, e imite
pasta y pergamino.”

Manos a la labor. Libros curiosos,
modernos y antiguos,
mandó pintar, y a más de los impresos,
varios manuscritos.

El bendito señor repasó tanto
sus tomos postizos,
que aprendiendo los rótulos de muchos
se creyó erudito.

¿Pues qué más quieren los que sólo estudian
títulos de libros,
si con fingirlos de cartón pintado
les sirven lo mismo?

Apoyo léxico. Ricote. Ricachón, despectivo de rico. Erudito. Poseedor de amplios y profundos conocimientos en varias ciencias, artes y otras materias, adquiridos a fuerza de estudio. (El vocablo está usado en el texto con sentido irónico. Precisamente erudito a la violeta se dice de la persona que solo tiene una tintura superficial de ciencias y artes). Fundar. Apoyar algo con motivos y razones eficaces y justificados. Exquisito. Se dice de aquello que por su belleza u otra cualidad grata es capaz de satisfacer un gusto refinado. Ebanista. Carpintero que trabaja en maderas finas, y especialmente el que hace muebles con ellas. Pulido. Hecho con esmero y cuidado. Perder la chaveta. Perder la paciencia o irritarse mucho. Fingido. Simulado. Postizo. Falso o ficticio.

En “El ricote erudito”, Iriarte critica, con finísima ironía, el desinterés por el saber de personas que se encuentran en posición económica privilegiada. Asimismo critica la desfachatez de quienes, con una cultura muy rudimentaria, se llaman a sí mismos eruditos, convencidos de su vasta instrucción.

La fábula de Iriarte es, en su conjunto, una amonestación a aquellos que consideran los libros, especialmente los de lujosa encuadernación, como meros elementos decorativos, y no como fuente de sabiduría, razón por la que no manifiestan el menor deseo de leerlos.

El protagonista de la fábula, tan rico como ignorante, advierte, por indicación de un amigo, que en su casa, magníficamente amueblada, falta el bello adorno de una biblioteca; y encarga a un ebanista que le fabrique una librería lo más lujosa posible. Llegada la hora de comprar los libros, como no tenía ningún interés por la lectura y el saber que de la misma se sigue, decidió colocar en los estantes cartones que simularan libros, y encargó a un pintor de poca monta que rotulase los lomos de éstos. Con el paso del tiempo, tanto llegó a recrearse en la contemplación de los “tomos postizos”, que fijó en su memoria varios títulos, y terminó por creerse un verdadero erudito, aun cuando no se preocupó por leer ninguno de tales libros.

De lo que no hay duda -tras la lectura de la fábula de Iriarte- es de que un buen libro debe estar pulcramente impreso, porque lo exige la calidad de su contenido y la facilidad que para su lectura ofrece; de que debe estar encuadernado lo mejor posible, para asegurar su conservación durante muchos años; y de que debe cuidarse amorosamente (cogiéndolo con las manos limpias; pasando sus hojas sin doblarlas ni mojarlas con los dedos húmedos de saliva; quitándole con frecuencia el polvo; dejándolo siempre en el lugar que se le haya asignado en la librería...). Como tampoco hay la menor duda de que para ser un verdadero erudito se necesita haber estudiado con aplicación y llegar a conocer y dominar los temas más importantes de las Ciencias, las Letras y las Artes. Por otra parte, la lectura de cualquier libro -especialmente de carácter literario- ofrece una triple utilidad: nos acerca al uso correcto y estético de la lengua; nos muestra la experiencia de la vida que exhibe su autor, experiencia que podemos emplear en nuestro provecho; y constituye un entretenimiento que educa y enriquece la mente y la sensibilidad. Lo cual sucederá si el libro está bien escrito y tiene otros valores positivos a juicio de una crítica objetiva.

LOS DOS HUÉSPEDES

(Las portadas ostentosas de los libros engañan mucho)

Pasando por un pueblo
de la montaña,
dos caballeros mozos
buscan posada.

De dos vecinos
reciben mil ofertas
los dos amigos.

Porque a ninguno quieren
hacer desaire,
en casa de uno y otro
van a hospedarse.

De ambas mansiones
cada huésped la suya
a gusto escoge.

La que el uno prefiere
tiene un gran patio
y bello frontispicio,
como palacio.

Sobre la puerta
su escudo de armas tiene,
hecho de piedra.

La del otro la vista
no era tan grande,
mas dentro no faltaba
donde alojarse.

Como que había piezas
de muy buen temple,
claras y limpias.

Pero el otro palacio
del frontispicio
era, además de estrecho,
oscuro y frío.

Mucha portada,
y por dentro desvanes
a teja vana.

El que allí pasó un día
mal hospedado,
contaba al compañero
el fuerte chasco.

Pero él le dijo:
“Otros chascos como ése
dan muchos libros.”

Apoyo léxico. Hacer desaire. Menospreciar o desatender a alguien. Mansión. Casa suntuosa. Frontispicio. Remate triangular de la fachada de un edificio. Pieza. Habitación. Ser algo de buen temple. Resultar agradable. Portada. Ornato de arquitectura que se hace en las fachadas principales de los edificios suntuosos.

En esta graciosa fábula, Iriarte pone de manifiesto que no hay que juzgar las cosas por su aspecto exterior. El asunto relatado es sencillo: dos caballeros buscan posada en un pueblo; el primero eligió para hospedarse un palacio de bella fachada y con escudo de armas sobre la puerta, de lo que hubo de arrepentirse, porque su interior era estrecho, húmedo y frío; mientras que el segundo se alojó en una casa de modesta apariencia, pero cuyas habitaciones resultaron ser amplias, claras y limpias. Y lo que con la moraleja de la fábula pretende recalcar Iriarte es que del mismo engaño que el primero de los caballeros pueden resultar víctimas quienes eligen los libros exclusivamente por la riqueza de su encuadernación y no por la calidad de su contenido.

LA VÍBORA Y LA SANGUIJUELA

(No confundamos la buena crítica con la mala)

“Aunque las dos picamos -dijo un día
la víbora a la simple sanguijuela-,
de tu boca reparo que se fía
el hombre, y de la mía se recela.”

La chupona responde: “Ya, querida;
mas no picamos de la misma suerte:
yo, si pico a un enfermo, le doy vida;
tú, picando, al más sano, le das muerte.”

Vaya ahora de paso una advertencia:
muchos censuran, sí, lector benigno;
pero a fe que hay bastante distancia
de un censor útil a un censor maligno.

Apoyo léxico. Sanguijuela. La sanguijuela se alimenta de la sangre que chupa a los animales a los que se agarra. Algunas especies se han utilizado en medicina para sangrar a los enfermos. Recelar. Temer, desconfiar. Benigno. Afable, benévolo, piadoso. A fe. En verdad. Maligno. Propenso a pensar u obrar mal; de índole perniciosa.

Contrapone en esta fábula Iriarte el censor útil al maligno: aquel -según declara en el prólogo de sus poesías- ejerce la crítica blanca, es decir, la decente, provechosa, racional, la que persigue universalmente lo malo; este, en cambio, se dedica a la crítica negra, o sea, la indecente, perjudicial e injusta, que denigra por cualquier medio la buena fama de un escritor.

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Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Portal Tomás de Iriarte.

https://www.cervantesvirtual.com/portales/tomas_de_iriarte/

Fábulas literarias.

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fabulas-literarias--0/html/

28 fábulas literarias recitadas.

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