Ocultarnos nos salva del infierno. Del ridículo. De la responsabilidad. Quizá también de la verdad, poque ocultarla no es mentir, pero se le parece mucho.
Apareció una máscara con una antigüedad de 9000 años. Eso dijeron. Aún creo que debe haberlas más primitivas todavía. Porque llevar máscara es innato en las personas de una sociedad, en una comunidad que comparte alegrías y desdichas, celebraciones y tragedias. Incluso en la más absoluta soledad también nos ponemos máscaras, caretas, disfraces, apariencias.
Los vestidos y trajes que llevamos, los peinados, por supuesto el maquillaje, el lugar en el que vivimos, con quien nos toca bregar de diario, las acciones y empleos que tenemos, la dependencia de los demás, querer ser lo que no somos, querer parecer lo que a otros queremos mostrar, escondernos de la angustia, de las pesadillas, del sufrimiento, del orden establecido, de los cánones que otros imponen.
Matías Umpierrez, en su dramaturgia y puesta en escena, Eclipse, nos va dando una conferencia que no es tal, nos hace una representación no al uso, nos presenta una intriga que está en nosotros mismos. Un eclipse que se interpone en la trayectoria de luz y crea sombras.
Nos viene a decir que, desde tiempos inmemoriales, hemos usado máscaras y lo seguiremos haciendo. No se refiere en sí a la máscara teatral, que también, a la comedia del arte o a los rituales y ceremonias, son las máscaras protectoras o las máscaras de ocultación, son las decorativas y las simbólicas, las que representan expresiones culturales, espirituales, fetichistas, convencionales, sociales que diluyen los pensamientos, que ofrecen diversas lecturas, que dan credibilidad a los rumores.
Es un espectáculo donde hasta el ejecutante principal, el performer, el actante, es desconocido, anónimo, oculto para dar más verosimilitud a los espectadores y mostrar todo el poder de la máscara. Y ahí nos encontramos con elementos visuales, espacios sonoros y musicales, una escenografía aséptica y libre de elementos superfluos, y máscaras de toda clase y condición, máscaras que ocultan otras máscaras, hasta tal punto, que me ha parecido que la emoción y los sentimientos se agazapan, que se crea una distancia entre escenario y público, que se anquilosa la expresividad.
Aun así, es notable el embrujo que produce, a veces diabólico, siniestro, otras lúdico, divertido, de crítica social y de búsqueda del interior de cada uno. ¿En qué situaciones nos ponemos la o las máscaras? ¿Es un uso constante o esporádico? ¿Sabemos distinguir la sinceridad de las murallas y parapetos que nosotros mismos nos creamos?
Hasta algunos animales cambian su aspecto para mimetizarse con la naturaleza y no ser descubiertos.
La fatídica realidad es que algunos no se quitan su segunda piel jamás y ya han asumido que su disfraz es su auténtico atuendo. Y los aceptamos tal cual, aunque ya no den el pego, como, desgraciadamente, nos movemos más en una falacia social impostada para no ser descubiertos en nuestras vergüenzas.
ECLIPSE
Dirección y Dramaturgia: Matías Umpierrez
Diseño de maquillaje: Sarai Nuñez Mellina
Performer: Anónimo
Voces en off: Robert Lepage
Diseño de escenografía: Max Glaenzel
Música original: Rafael Sucheras
Una coproducción de Estudio Matías Umpierrez y Teatro Español con el apoyo de Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative
Nave 10 Matadero