A Lisi, que en su cabello rubio tenía sembrados
claveles carmesíes, y por el cuello
Rizas en ondas ricas del rey Midas,
Lisi, el tacto precioso, cuanto avaro;
arden claveles en su cerco claro,
flagrante sangre, espléndidas heridas.
Minas ardientes, al jardín unidas,
son milagro de amor, portento raro,
cuando Hibla matiza el mármol paro
y en su dureza flores ve encendidas.
Esos que en tu cabeza generosa
son cruenta hermosura y son agravio
a la melena rica y vitoriosa,
dan al claustro de perlas, en tu labio,
elocuente rubí, púrpura hermosa,
ya sonoro clavel, ya coral sabio.
De entre los poemas amorosos, los sonetos en los que Quevedo retrata a Lisi revelan el empleo de una estética muy personal, empleando un intenso lenguaje metafórico, de gran eficacia expresiva. Y este que nos ocupa es un buen ejemplo.
Apoyo léxico.
Verso 1. Ondas ricas del rey Midas. Alusión al cabello rubio y ondulado.
Verso 5. Minas ardientes. Nueva metáfora para referirse al cabello, tan rubio como el oro de las minas.
Verso 7. Hibla. Monte de Sicilia, famoso por sus jardines, y donde las abejas producían con sus flores una miel muy apreciada.
Mámol paro. La isla griega de Paros -perteneciente al archipiélago de las Cícladas, en aguas del mar Egeo- fue en la antigüedad célebre por su mármol.
Quevedo describe con gran fuerza plástica la belleza de la amada -Lisi-, y para ello selecciona un hermoso léxico colorista: las ondas de oro del cabello; los claveles que rodean la cabeza y el cuello, y que “sangran” con tanta vivacidad como el fuego, hasta convertirse en “espléndidas heridas”; el blanco marmóreo del rostro; el brillo de las perlas de los dientes; el rubí, la púrpura, el clavel y el coral de los labios...; en definitiva, Lisi es un “jardín” de vivo cromatismo, “milagro del amor”. Y el terceto que cierra el soneto -en donde, junto a la blancura de los dientes, se potencia el color rojo de los labios- contiene dos acertados quiasmos, con idéntica estructura:
“elocuente rubí (AB), púrpura hermosa (BA)” (verso 13).
“ya sonoro clavel (AB), ya coral sabio (BA)” (verso 14).
[Estructura adjetivo+nombre (AB) / nombre+adjetivo (BA)]
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Ha habido poetas que han comparado la risa femenina con relámpagos que se abren en el cielo rojo de los labios Veámoslo en Quevedo y en Bécquer.
Retrato de Lisi que traía en una sortija
En breve cárcel traigo aprisionado,
con toda su familia de oro ardiente,
el cerco de la luz resplandeciente,
y grande imperio del Amor cerrado.
Traigo el campo que pacen estrellado
las fieras altas de la piel luciente,
y a escondidas del cielo y del Oriente,
día de luz y parto mejorado.
Traigo todas las Indias en mi mano,
perlas que en un diamante por rubíes
pronuncian con desdén sonoro hielo;
y razonan tal vez fuego tirano,
relámpagos de risa carmesíes,
auroras, gala y presunción del cielo.
Apoyo léxico.
Verso 1. En breve cárcel traigo aprisionado. Alusión a la sortija.
Verso 2. con toda su familia de oro ardiente. Alusión tanto a los reflejos de oro de la sortija como a los cabellos rubios de Lisi.
Verso 3. el cerco de la luz resplandeciente. Alusión tanto a la sortija como al rostro de Lisi.
Verso 4. del amor cerrado. Cercado por el Amor.
Versos 5-6. Traigo el campo que pacen estrellado / las fieras altas de la piel luciente. Alusión al firmamento [campo estrellado], en primavera, bajo el signo de Tauro [las fieras altas de la piel luciente]. Hay en estos versos un recuerdo a los versos iniciales de la Soledad primera de Góngora (versos 1-6): “Era del año la estación florida / en que el mentido robador de Europa / (media luna las armas de su frente, / y el Sol todos los rayos de su pelo), / luciente honor del cielo, / en campos de zafiro pace estrellas”.
Verso 8. día de luz y parto mejorado. Alusión a la cara de Lisi [día de luz] y a la sortija [parto -de la tierra- mejorado -por el trabajo del hombre-].
Verso 9. Traigo todos las Indias en mi mano. Alusión a los metales preciosos procedentes de las Indias, verdaderos tesoros.
Verso 10. perlas que en un diamante por rubíes. Dientes [perlas] que en la boca [un diamante], por los labios [rubíes].
Verso 11. pronuncian con desdén sonoro hielo. Alusión a rotundas palabras heladoras [sonoro hielo]. El terceto (versos 9-11) debe, pues, interpretarse de la siguiente manera: “Traigo todos los tesoros en mi mano, dientes que en la boca, por los labios, pronuncian con desdén palabras que hielan”.
En efecto, el fuego tirano del verso 11 -en claro contraste con el sonoro hielo del verso precedente- es una alusión a la pasión desenfrenada que desencadenan los dientes (las perlas, del verso 10) de Lisi cuando ríen: relámpagos de risa carmesíes; doble imagen para referirse a la risa rápida de los labios que viene motivada, por un lado, por el resplandor vivísimo e instantáneo del relámpago y, por otro, por el propio color rojo de los labios. Y esos dientes son de tal blancura [auroras], que se erigen en gracia y vanidad [gala y presunción] del rostro [cielos] de Lisi.
Santiago Fernández Mosquera y Adrián J. Sáez, en su artículo “Emulan el firmamento”: las joyas en la poesía de Quevedo (con un comentario de “En breve cárcel traigo aprisionado”), ofrecen un comentario de este soneto, publicado en la revista Artifara [22.2 (2022), págs 199-213.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8740160
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Por su parte, Bécquer, en una de sus Rimas (Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 1989. Colección Clásicos Castellanos. Nueva serie, núm. 22. Russell P. Sebold, editor literario) -la XXVII- emplea, en la segunda estrofa, imágenes similares a las de Quevedo para referirse a la risa de la amada: los labios -de color rojo [grana]- se convierten metafóricamente en relámpagos, porque se mueven con rapidez al reír, zigzagueando [y serpean] sobre el blanco de la piel [un cielo de nieve]. Reproducimos solo las tres primeras estrofas de esta Rima:
“Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte.
Por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.
Despierta ríes, y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.
Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere”.
Seleccionamos un tercer soneto de Quevedo entre los “poemas elegidos” por Blecua (núm. 82, pág. 156), cuyas recurrentes imágenes -en relación con los sonetos anteriores- pueden ya ser adecuadamente interpretadas por el lector.
A Flori, que tenia unos claveles entre
el cabello rubio
Al oro de tu frente unos claveles
veo matizar, cruentos, con heridas;
ellos mueren de amor, y a nuestras vidas
sus amenazas les avisan fieles.
Rubricas son piadosas y crueles,
joyas facinorosas y advertidas,
pues publicando muertes florecidas,
ensangrientan al sol rizos doseles.
Mas con tus labios quedan vergonzosos
(que no compiten flores a rubíes)
y pálidos después, de temerosos.
Y cuando con relámpagos te ríes,
de púrpura, cobardes, si ambiciosos,
marchitan sus blasones carmesíes.
En el verso 6, el participio “advertidas” equivale a “que advierten”; y en el verso 8, el verbo “ensangrientan”, por su contenido cromático, justifica los complementos “al sol rizos doseles”, en referencia a las ondas del pelo rubio. (Recuérdese -para comprender mejor la intensidad de la imagen- que el “dosel” es un elemento ornamental que se coloca formando techo sobre tronos, altares, etc., con objeto de conferirle al espacio una mayor dignidad).
Prospero Trigona efectúa un exhaustivo análisis de este soneto en el artículo titulado “Los audaces y desdichados claveles de Quevedo”, publicado en TONOS. Revista electrónica de estudios filológicos. Número 19, julio, 2010.
https://www.um.es/tonosdigital/znum19/secciones/estudios-28-quevedo.htm