FIRMA INVITADA

Prudencia Ayala, autora comprometida y feminista de El Salvador que aspiró a presidenta de su país

Prudencia Ayala

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Pilar Úcar Ventura | Jueves 24 de febrero de 2022

Prudencia Ayala es una indígena y polígrafa, su figura esotérica provocó admiración y repulsa en una sociedad sin derechos para las mujeres. De educación autodidacta, fundadora del periódico Redención Femenina, su obra reflejó el activismo contra la asimetría de la población salvadoreña.



La vida de esta escritora va muy unida a las vicisitudes políticas del país que la vio nacer el 28 de abril de 1885 en la localidad de Sonzacate. De padres nahuapipiles, cuidada por sus abuelas que le enseñaron el náhuat, siempre se expresó en español. Su madre (condecorada coronela) luchaba en la revolución de 1894 de su país, y algo de este espíritu insurgente heredó Prudencia. Sin posibilidades económicas no terminó sus estudios primarios. A la vez que ejercía de costurera, aumentó su fama de espiritista (aseguraba oír voces extrañas que vaticinaban el futuro).

De carácter resuelto y decidido, no había traba que no sorteara: pronto se convirtió en abanderada de causas desfavorecidas, defendiendo a los sectores sociales más depauperados, en especial, cobraron relevancia sus muchas actividades en favor de la mujer salvadoreña sometida a patrones heteropatriarcales. Confiaba en la capacidad femenina para cambiar una sociedad de prebendas y honores solo para los hombres.

Desde muy joven ya apuntaba maneras y a partir de la publicación de su primer artículo en el Diario de Occidente, se la conoció con el apodo de “Sibila santaneca”. Sus versos la muestran contraria al imperialismo y firme defensora de la unión centroamericana.

Siempre le va a perseguir la sospecha de rebelde y revolucionaria, por lo que sufrió prisión, castigo que no la arredró y continuó publicando en la misma línea beligerante: Escible. Aventuras de un viaje a Guatemala (1921), Inmortal, amores de loca (1925), Payaso literario (1928) entre otros títulos. En un país, sin sufragio femenino, ella intentó su candidatura para presidenta, convencida del cambio inmediato que urgía. Provocó un enconado debate público ante su pretensión de igualdad jurídica y política entre hombres y mujeres. A pesar de voces intelectuales que la apoyaron, la Corte Suprema de Justicia, rechazó su postulado.

Una incomodidad más en su vida que no cercenó su ahínco en la lucha por la honradez y la transparencia civiles, la libertad de expresión y de culto. Retirada de la política, se convirtió en una auténtica lideresa de masas. Sembró la semilla de la inquietud y del derecho de la mujer a participar en el gobierno de la nación. Más allá de su muerte acaecida el 11 de julio de 1936 en la capital, el embrión de su afán humano y social fructificó en diferentes asociaciones feministas que llevan su nombre, así como en la aprobación en 1939 del sufragio femenino, ratificado por el presidente Óscar Osorio en 1950. A partir de 1956, otras mujeres serán nombradas diputadas.

Hoy en día se le rinden homenajes culturales y artísticos en memoria de una escritora que luchó con denuedo y sin rendirse para dar dignidad a las mujeres.

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