FIRMA INVITADA

Los campos de concentración de la época moderna

Campo de Mauthausen (Foto: Javier Velasco Oliaga).
Gustavo Gac-Artigas | Domingo 24 de diciembre de 2023
Al igual que en el pasado se ignoran, es mejor mirar para el lado, ello permite dormir, celebrar, alegrarnos por nosotros, ignorar al miserable encerrado en los campos de concentración de la época moderna.


En el pasado estaban lejos de la mirada de los humanos, lejos es un decir, se sabía de su existencia, pero nadie quería dar un paso para levantar la cortina de humo que los ocultaba.

En la Alemania de Hitler, un cierto tufillo salía de los hornos, pero era preferible cerrar las ventanas para dejar fuera la muerte y celebrar la vida.

En Gaza, el humo de las bombas son la cortina de horror que se extiende por la humanidad, los cuerpos calcinados, los cuerpos heridos de los civiles desaparecen a medida que las pantallas se cierran, al igual que se cerraron las ventanas de la vergüenza.

En un kibutz el horror desatado por Hamás se aleja oculto por el horror de la terrible venganza, de la sed de sangre y territorios del gobierno israelí. El ojo por ojo, ya terrible ley, se transforma en un insoportable ojo por mil del ángel exterminador.

En el pasado se emprendía un camino empujado por el hambre, huyendo de la guerra, de la persecución religiosa, de la intolerancia. El camino era largo y difícil, pero existía la esperanza. Hoy, en los tiempos modernos, es duro, implacable, y lo más terrible: destructor de la esperanza, último aliento de vida de aquellas, aquellos que caminan por la selva del Darién, que desafían las aguas, que riegan con su sangre la tierra que los ve pasar cual cardos secos sin raíces llevados por el viento de la desgracia.

En el pasado se soñaba con construir una sociedad más justa, hoy el sueño fue reemplazado por la pérdida de libertades, si quieres comer, ¡acepta!, y las alambradas cierran las fronteras de la decencia.

Los campos de concentración del pasado estaban en algunas mentes, o al menos pensábamos que solamente eran producto de las mentes enfermizas de algunos, hoy, los campos de concentración de los tiempos modernos están en aquellos que cerramos las ventanas, que nos cubrimos con cortinas de humo para abrigar nuestra conciencia, que perdimos la voz, o la valentía para alzar la voz frente a la injusticia.

No miremos los hacinados en las fronteras, no miremos a los que duermen en las calles, no escuchemos los gritos de la mujer, de los niños golpeados, no escuchemos el terrible sonido del hambre, no pensemos en los otros, cerremos los ojos, cerremos las cortinas, cerremos la mente, cuidemos las palabras, no nos vayan a despertar y nos demos cuenta de que estamos prisioneros en nuestro propio campo de concentración.

No nos miremos en el alma, sería insoportable.

* Escritor, poeta, dramaturgo y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Reside en los EE. UU.

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