Quisiera tener varias sonrisas de recambio
Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme…
Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.
Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final… el lavarse tan tranquilos las manos.
[Comienza una nueva etapa poética con la publicación de los libros Vida a vida (Madrid, La Tentativa Poética, 1932), Niño y sombras (Madrid, Ediciones Héroe, 1936) y el libro al que pertenece el poema que hemos seleccionado: Lluvias enlazadas (La Habana, Imprenta La Verónica, 1939); coincidiendo con una vida que transcurre por complejos derroteros: un primer hijo que no llega a nacer, el desarraigo que conlleva el exilio…; y su poesía afronta esta temática, alejada de todo vanguardismo, impregnándola de un tomo dramático y desgarrador, así como de una atmósfera de autenticidad que la hace profundamente comunicativa en parte gracias a la sencillez del léxico empleado y a la soltura en el manejo de las formas métricas.
“Quisiera tener varias sonrisas de recambio” es un poema de severa crítica a la hipocresía social, que enmarcara la sinceridad en gestos farisaicos (estrofa primera); que convierte la mentira, la falta de conciencia y los comportamientos dañinos en una forma de vida (estrofa segunda); y que enturbia las relaciones humanas al basarlas en las apariencias y en la falta de compromiso con los demás (estrofa tercera, donde la metáfora del beso trae a la mente la figura bíblica de Judas Iscariote, ejemplo de deslealtad motivada por intereses materiales; y la de “lavarse tan tranquilos las manos”, la del poderoso Poncio Pilato, procurador romano de Judea en tiempos de Cristo, símbolo de quien busca excusas para desatender las obligaciones que debe cumplir, escudándose en los otros). Y aunque la poetisa “quisiera ser como los otros” -como todos ellos-, su temperamento y sensibilidad no se lo permiten. Y de ahí que, frente al imperfecto de subjuntivo “quisiera” se alce la contundencia de un presente objetivo, en expresión exclamativa: “¡y no puedo!”. Todo un alegato poético en el que Concha Méndez enarbola la bandera contra la doble moral. Y lo hace en el marco métrico del verso alejandrino: el poema lo conforman doce, distribuidos en tres estrofas de cuatro versos en los que los pares presentan diferentes rimas consonantes: /-árme/ (estrofa primera), /-áño/ (estrofa segunda) y /-ános/ (estrofa tercera)]. [Fernando Carratalá].
CONCHA MÉNDEZ (1898-1986)
Universo Lorca: Quién fue quién: Concha Méndez:
https://www.universolorca.com/personaje/concha-mendez-cuesta/
Y de Entre el soñar y el vivir, de 1981 -último libro de Conchas Méndez, recogemos este significativo poema, en el que el desencanto vital ha hecho mella. [Componen la obra 47 poemas, más 8 dedicados a su marido, que murió en aciidente de tráfico, ocurrido en la provincia de Burgos el 26 de julio de 1959.