EL RINCÓN DE LA POESÍA

María Zambrano: La voz poética de una filósofa en tiempos de guerra y exilio

Foto de María Zambrano tomada en su ciudad natal (Vélez-Málaga) hacia 1930

Nuestro poema de cada día

Fernando Carratalá | Sábado 25 de octubre de 2025
María Zambrano, sin duda la figura femenina más importante del pensamiento español del siglo XX, posee una enorme capacidad intelectual que la adentró por lo caminos de la Filosofía -en los que la mujer no contaba con gran presencia en su época-, y a escribir ensayos en una prosa de alto valor poético sobre temas en los que a menudo manifiesta su compromiso vital con la libertad, la justicia, la identidad de la condición femenina, la presencia de la mujer en la vida social o la defensa de la democracia.


A Cataluña

[Finales de 1938]

Sobre tu luz diamantina, la muerte pone un velo,

una sombra separa mis ojos de ti, tierra,

tierra primordial, madre joven, apenas aman tus hijos

los árboles, las flores, la hierba,

la húmeda higuera, y la vid verdecida

y la acacia tan tierna.

Apenas eres madre, y sobre ti cae la sombra.

Dame tu inextinguible sonrisa, ¡oh tierra!

Sobre ti paso extraña,

aún no te amé lo bastante para hundirme en ti,

para deshacerme, sin dolor,

para volver a tus entrañas, madre tierra.

Pero nada te cambia, nada, tierra, te altera.

Tus heridas se curan sin gemidos ni quejas.

Cuando todo es espanto, sólo tú permaneces,

sólo tú infatigable renaces en la vida,

sólo tú eres eterna.

Extraña a ti, hurto mis ojos a tu sonrisa,

mi cuerpo a tu húmedo calor.

No escucho tu latido, tu palpitar de planeta

y miro hacia mí misma, hacia la sombra yerta

bajo la muerte que la luz ennegrece

bajo la amenaza incierta.

María Zambrano: Obras completas VI, Escritos autobiográficos, Delirios. Poemas (1928-1990), Delirio y destino (1952),Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2014. Jesús Moreno Sanz, editor.

Fundación maría Zambrano:

https://fundacionmariazambrano.org/

No hay que olvidar que Zambrano partió para el exilio el 28 de enero de 1939 (y que la llevó a París, México, Cuba. Puerto Rico, Italia…), y regresó a España el 20 de noviembre de 1984 (su exilio duró, pues, 45 años, hasta que se instala definitivamente en Madrid). Y a partir de entonces su persona y su obra salieron del ostracismo en que se habían visto envueltas, y comenzó un reconocimiento, sobradamente alcanzado en el extranjero, que coincide con su interés por participar de una manera activa en los ámbitos culturales y académicos. Y fue José Luis López Aranguren, con el artículo “Los sueños de María Zambrano”, publicado en 1966 en la Revista de Occidente, el punto de partida de ese lento reconocimiento en España a la importancia de su obra, Como testimonio de ese reconocimiento, basta con citar la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en su primera edición (1981), y el Premio Cervantes 1988 (primera mujer en recibirlo).

https://www.newtral.es/wp-content/uploads/2022/04/discurso_cervantes_maria_zambrano.pdf

[Pedro Solera, en El País (25-04-1989): María Zambrano, que no recogió el Cervantes, suplió su ausencia con la belleza de su discuso. La actriz Berta Riaza leyó las palabras de la primera mujer en ganar el galardón. María Zambrano no pudo recoger personalmente ayer de manos del Rey el Premio Cervantes de literatura, por no permitírselo los achaques de sus 85 años, pero envió para representarla 14 páginas escritas en uno de los más bellos y nobles castellanos escuchados en una tribuna española en los últimos tiempos]. El lector del discurso podrá comprobar la autenticidad de tales palabras. Esta es la versión televisada, a la que le faltan los primeros párrafos:

https://secure-embed.rtve.es/drmn/embed/video/2785608].

[Solo como anécdota: en nuestros estudios de Filosofía en la Universidad Literaria de Valencia (promoción 1964-1969), y aun contando con espléndidos profesores a los que mucho debemos, sí tuvimos muchas clases de diferentes materias dedicadas a Ortega y Gasset y a su teoría del raciovitalismo, pero nunca “apareció” la figura de María Zambrano].

Uno de los pilares en que se sustenta la filosofía de María Zambrano es el concepto de “razón poética”, que trasciende el de la “razón vital” de Ortega y Gasset (el raciovitalismo es la teoría con la que Ortega y Gasset fundamenta el conocimiento en la realidad radical de la vida, uno de cuyos componentes esenciales es la propia razón). Para Zambrano, la razón no es suficiente para captar la realidad, sino que se debe complementar con una perspectiva poética de carácter emocional (la “razón poética”), lo que permite alcanzar una mejor comprensión del ser humano y del mundo. La integración del pensamiento racional y lo poético, es, pues, la vía para expresar aquello que la razón no puede articular por completo: es necesario también explorar el mundo de los sentimientos y, de esta manera, la “razón poética” le permite a la persona encontrarse consigo misma y hacer aflorar su mundo interior como complemento necesario de lo meramente racional.

Pero aquí solo nos proponemos abordar la faceta poética de María Zambrano, autora de una poesía y prosa poética que, aun sin revestir especiales complejidades técnicas, posee una innegable densidad de pensamiento. Podríamos aplicar a toda ella la idea que presenta en su obra Claros del bosque (Barcelona, Seix Barral, 1977; Mercedes Gómez Blesa es la editora en la colección Letras Hispánicas: Ediciones Cátedra, Madrid, 2011): “La palabra no destinada al consumo es la que nos constituye: la palabra que no hablamos, la que habla en nosotros y nosotros, a veces, trasladamos en decir». Y Zambrano no se está refiriendo a la palabra como instrumento de nominalización para aprehender la realidad, ni como mero instrumento de comunicación, sino, por encima de todo ello, como vehículo de ‘comunión’ entre quienes la escuchan y la entienden).

En el siguiente enlace figuran los principales títulos de su labor filosófica y ensayista:

https://leer.es/proyectos/las-sinsombrero/vida-y-obra/maria-zambrano/

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Y es lo cierto que la poesía de Zambrano no es lo más difundido de su obra; y, de hecho, entrando en internet, son muy escasas las webs que recogen algunos de sus poemas, y casi nulas las que los analizan. Citaremos solo tres, para aumentar la difusión de sus poemas:

https://poesiamaspoesia.com/241-poesia-mas-poesia-maria-zambrano/

https://www.poesi.as/Maria_Zambrano.htm

https://poetryalquimia.org/2020/04/22/11-poemas-de-maria-zambrano/

En cualquier caso, el poeta Javier Sánchez Meléndez recopiló en un volumen titulado “Poesías (Isla de Siltolá)” cincuenta textos -en verso y prosa-, ordenados en cronológicamente por la fecha de su redacción. El apéndice «La palabra» es la transcripción de una grabación en la que Zambrano lee fragmentos de su libro Claros del bosque, seleccionados por el poeta Ángel Valente, y que conforman algunas claves de su pensamiento. Y nos parece de gran interés el artículo de Laurence Breysse-Chanet titulado “Sobre ti paso extraña. María Zambrano, una poética de la catástrofe” (Openeditions. Journals. Catalonia. Segundo semestre, 2016), que recoge comentarios al poema que hemos seleccionado.

https://journals.openedition.org/catalonia/808?lang=ca#ftn60

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Para comprender mejor el poema “A Cataluña”, es necesario fijarse en cuándo está escrito (Finales de 1938) y trazar el contexto histórico de la España de entonces y la situación en la que se encontraba María Zambrano. La escritora, comprometida con la República, se había trasladado con su familia a Barcelona, al inicio de 1938, en plena Guerra Civil. El 23 de diciembre, 25 divisiones del ejército franquista emprendieron la Ofensiva de Cataluña; y la capitulación de la ciudad de Barcelona se produjo el 26 de enero de 1939- la mayoría de las tropas republicanas y la población civil ya habían huido hacia la frontera con Francia, por lo que no hubo especial resistencia-. Y tan solo 48 horas después, Zambrano decide emprender el exilio. Se entiende, pues, que entre la composición de este poema y la salida de España apenas habían transcurrido unos días. El poema es buen ejemplo de lo que Zambrano llama “la razón poética”.

Estamos ante un poema polimétrico de 23 versículos, entre las siete sílabas (6: “y la acacia tan tierna”, 9: “Sobre ti paso extraña”, y 17: “sólo tú eres eterna”), y las diecisiete del versículo 3 (“tierra primordial, madre joven, apenas aman tus hijos”). Sin embargo, hay una cierta regularidad en la distribución de la rima asonante, es especial la rima /é-a/, presente en los versículos 2 (“tierra”), 4 (“hierba”), 6 (“tierna”), 8 (de nuevo “tierra”, ahora como ecfonésis exclamativa), 12 (por tercera vez, “tierra”), 13 (“altera”), 14 (“quejas”), 17 (“eterna”), 20 (“planeta”), 21 (“yerta”) y 23 (“incierta”). Esta rima, sin duda, está buscada precisamente sobre estas palabras precisas para potenciar su valor significativo en el contexto del poema. Hay, además otras rimas, aunque distantes entre los versículos; así: /í-a/ (versículos 5: “verdecida”, 16: “vida”, y 18: “sonrisa”); /ó/ (versículos 11: “dolor”, y 19: “calor”); /é-e/ (versículo 15: “permaneces”, versículo 22: “ennegrece”). Hay cinco versículos que no riman: el 1 (/é-o/: “velo”), el 3 (/í-o/: “hijos”), el 7 (/ó-a/: “sombra”), el 9 (/á-a/: “extraña”) y el 10 (/í/: “ti”).

El poema, transido de emotividad, está estructurado en forma de apóstrofe lírico: le autora se dirige a la tierra que ha de abandonar por motivaciones políticas, en un diálogo sin respuesta -en realidad es un soliloquio-, lo que va a suponer una ruptura con “su” pasado personal y social; un cambio radical que se recoge con toda nitidez en los dos versículos iniciales y finales del poema, si los leemos con otra ordenación: “Sobre tu luz diamantina, la muerte pone un velo” (versículo 1), frente a “bajo la muerte que luz luz ennegrece” (versículo 22). y en ambos casos, la “muerte” como protagonista esencial; y de lo puramente descriptivo (“luz diamantina” -es decir, brillante-) se ha pasado a lo dinámico que expresa el verbo ennegrecer (que la luz ennegrece” -es decir, tiñe de oscuro-); y siempre la muerte insistimos en ello- sobrevolando el ambiente y convirtiendo lo resplandeciente en negro. Confrontemos ahora el versículo 2 (“una sombra separa mis ojos de ti, tierra”) con el 23 (“bajo la amenaza incierta”). La sombra que cubre la tierra -catalana- alude a los presagios de la catástrofe que está por venir: una separación de “su” tierra que la coloca ante un incierto futuro, resultado del exilio. Por eso Zambrano, ante una tierra a la que nada cambia ni altera (versículo 13), afirma: “Sobre ti paso extraña”, un heptasílabo que, como si de un pie quebrado se tratara, y dada su importancia significativa, rompe un discurso poético expresado hasta ahora, mayoritariamente, en amplios versículos; por otra parte, el complemento predicativo “extraña”, aumenta la expresividad, al incidir simultáneamente sobre la autora y el verbo elegido. Sea como fuere, ese octosílabo que cierra el poema, por su contenido, en realidad lo deja abierto (“bajo la amenaza incierta”), y hace hace referencia, a la vez, a la incertidumbre del futuro personal de Zambrano, que se va a ausentar de la “madre tierra”, y a la dramática situación que se cierne sobre un país en el que está triunfando la barbarie.

Lo realmente importante del poema es ese “tú” al que se dirige Zambrano, casi implorante: la tierra -de su país-. El vocablose reitera hasta 5 veces (versículos 2 3, 8 -con la presencia de una ecfonesis con la que se transmiten los sentimientos de manera más intensa al destinatario -y de ahí el uso de los signos de exclamación y la presencia de la conjunción “oh”-, 12 y 13). Más aún: existe una identificación entre los conceptos de “tierra” y “madre”, con todo lo que ello conlleva emotivamente (versículo: 3 “tierra primordial, madre joven…”; versículo 7: “Apenas eres madre…”; versículo 12: “para volver a tus entrañas, madre tierra”). Y pese a los avatares del conflicto bélico, la tierra lo soporta todo con abnegación (versículo 14: “Tus heridas se curan sin gemidos ni quejas”), sin importarle que la consternación se apodere de ella (versículo 15: “Cuando todo es espanto, sólo tú permaneces”), porque revive incansablemente (versículo 16: “solo tú infatigable renaces en la vida”). Y como culminación ordenada de esta “gradación” -por emplear un término de la Retórica-, el versículo 17 cierra este proceso ascensional: “solo tú eres eterna”.

La tierra es, pues, el “interlocutor mudo” de Zambrano. La tiene en cuenta como receptor omnipresente en los 23 versículos. Y para ello recurre al determinante posesivo de segunda persona antepuesto al nombre, “tu” (versículos 1, 3, 8, 12, 14, 18, 19, 20); al pronombre personal de segunda persona con diferentes oficios sintácticos (versículo 2: “de ti”; versículos 7 y 9: “sobre ti”; versículos 10 y 13: “te”; versículo 10: “en ti”; versículo 18: “a ti”; versículos 15, 16 y 17: “sólo tú” para expresar singularidad-; y a los verbos en segunda persona del singular del presente de indicativo, con el que se dota al mensaje de una permanente actualidad: “eres” (versículos 7 y 17), “permaneces” (versículo 15), “renaces” (versículo 16). Y frente a la “tierra”, la propia autora con su voz, ya sea con el determinante posesivo de primera persona (versículos 2 y 18: “mis ojos”; versículo 19: “mi cuerpo”); ya sea con el pronombre personal de primera persona con diferentes oficios sintácticos (versículo 8: “Dame”; versículo 10: “hundirme”; versículo 11: “deshacerme”, versículo 21: “hacia mí misma”); ya sea con los verbos en primera persona del singular del presente de indicativo (versículo 9: “paso”; versículo 18: “hurto”; versículo 20: “No escucho”; versículo 21: “miro”). En este sentido, y a partir del versículo 18, se establece una oposición “tierra/escritora” que hacen más dramáticos los versículos con los que concluye el poema: “mis ojos”/“tu sonrisa” (versículo 18); “mi cuerpo”/ “tu calor” (versículo 19). Zambrano ya no escucha “tu latido, tu palpitar de planeta” (versículo 20). Y cuando mira hacia su interior, lo único que encuentra es una “sombra yerta” [‘con la frialdad de la muerte aproximándose’]. Y los dos últimos versículos (22 y 23) dan sentido a todo el proceso de introspección hasta aquí seguido: “bajo la muerte que la luz ennegrece / bajo la amenaza incierta”.

Zambrano, nacida en Vélez-Málaga el 22 de abril de 1904, sale para el exilio el 27 de enero de 1939. Todavía no ha cumplido los 35 años. Y ha de abandonar su tierra “demasiado pronto”, porque “la muerte pone un velo / [y] una sombra separa mis ojos de ti” (versículos 1 y 2). Convertida la tierra en “madre joven” (versículo 3), se comprende su desazón por tenerla que abandonar prematuramente, y de ahí los versículos 3-6, cuando “tus hijos apenas aman [hemos deshecho el hipérbarton] / los árboles, las flores, la hierba, / la húmeda higuera, y la vid verdecida / y la acacia tan tierna”. Adviértase el quiasmo del versículo 6 -“adjetivo-nombre/nombre adjetivo”-, así como lo delicado, por entrañable de la adjetivación empleada. Estos cuatro versos contrasta de modo terrible con los cuatro que cierran el poema, y lo abren a un horizonte “incierto”. Y ya que de adjetivos hablamos, reparamos en dos predicativos empleados en los versículos 9 (“Sobre ti paso extraña”) y 18 (“Extraña a ti”). La extrañeza de que habla la autora tiene que ver con la situación en la que se encuentra, de inmediato desposeída de una tierra cuyo corazón late con palpitaciones cósmicas (versículo 20: “No escucho tu latido, tu palpitar de planeta”). Repárese, además, en que la tierra es una “madre joven” (versículo 3), que posee una “ inextinguible sonrisa” (es decir, ‘perpetua’, versículo 8), que es “infatigable” (es decir, ‘perenne”, versículo 16); en definitiva, que es “eterna” (versículo 17, adjetivo que de alguna forma culmina la cadena “inextinguible/infatigable/eterna”; y una tierra de la que emana un “húmedo calor” (versículo 19). Es esta una adjetivación que a su valor denotativo añade connotaciones sumamente afectivas acordes con la concepción que de la “tierra-madre” tiene Zambrano. Y sobre ella se cierne una “sombra negra” (versículo 2, la de la muerte); esa “sombra yerta” que expresa el estado anímico de Zambrano (versículo 21), porque la muerte se ha apoderado del ambiente, ennegreciendo la luz -una metáfora que tiene mucho de realidad- y abriendo camino a la incertidumbre que el inminente exilio trae consigo (es esa “amenaza incierta” del versículo 23). Conociendo el rigor con que escribe Zambrano, no es casual que el adjetivo “incierta”, calificando a “amenaza”, sea la última palabra del poema. En la escritora se ha instalado la incertidumbre, y ya no brilla una “luz diamantina”, sino otra “luz que ennegrece”. Y mientras, “el espanto” se ha apoderado del entorno (versículo 15) y le fuerza a una separación tempana de esa “tierra madre”: “aún no te amé lo bastante para hundirme en ti, / para deshacerme, sin dolor, / para volver a tus entrañas, madre tierra” (versículos 10-12). Triste destino para quien tuvo que escribir alejada de su tierra algunas de las páginas filosóficas más brillantes del siglo XX.

Para rematar este comentario, nos parecen muy oportunas las palabras que Zambrano escribe el 2 de febrero de 1939, ya fuera de España: “Estoy demasiado rendida para escribir, demasiado poseída. Sólo podría hacer poesía pues la poesía lo es todo y en ella uno no tiene que escindirse. El pensar escinde a la persona, mientras el poeta es siempre uno. De ahí la angustia indecible, y de ahí la fuerza y la legitimidad de la poesía”.

[Y la poesía sería el vértigo del amor. Vértigo que va en busca de lo que sin ser todavía, la enamora, en busca del número, peso y medida de lo que aparece indeterminado, indefinido. La poesía anhela y necesita de la claridad y de la precisión. Una poesía que se contente con la vaguedad del ensueño, sería (Valery tiene entera razón) un contrasentido. Poesía es reintegración, reconciliación, abrazo que cierra en unidad al ser humano con el ensueño de donde saliera, borrando la distancia. ¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lucidamente y para todos su sueño?].

[María Zambrano se sumó al manifiesto fundacional de la Alianza de Intelectuales para la defensa de la Cultura (AIDC), e incluso colaboró en su redacción. Participó en el II Congreso Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura (celebrado en Valencia entre el 4 y el 17 de julio de 1937), y al que acudió vestida de miliciana. Con posterioridad fue nombrada Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada].

Filosofía y poesía.

Y la poesía pura fue a establecer, desde el lado opuesto del romanticismo pero con más profundidad, con más derecho, diríamos, el que la poesía lo es todo. Todo, entendamos, en relación con la metafísica; todo en cuanto al conocimiento, todo en cuanto a la realización esencial del hombre. El poeta se basta con hacer poesía, para existir; es la forma más pura de realización de la esencia humana.

María Zambrano: La razón en la sombra.

Madrid, Ediciones Siruela, 2025.

[Esta antología crítica, revisada y ampliada, ofrece una panorámica unitaria de toda la obra de María Zambrano. Profusamente anotada y complementada con una clarificadora introducción y una detallada cronología, esta reunión de textos no es solo una ordenación temática y genealógica, sino también una explicación e interpretación de las coordenadas intelectuales, políticas y espirituales en que nace y evoluciona su singular pensamiento. Jesús Moreno Sanz, editor].

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