EL RINCÓN DE LA POESÍA

La belleza de la recurrencia en la poesía de Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez

Nuestro poema de cada día

Fernando Carratalá | Miércoles 05 de noviembre de 2025
Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, 23 de diciembre de 1881-San Juan, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956 por el conjunto de su obra, entre la que destaca la obra lírica en prosa Platero y yo.


Alegría nocturna

¡Allá va el olor

de la rosa!

¡Cójelo en tu sinrazón!

¡Allá va la luz

de la luna!

¡Cójela en tu plenitud!

¡Allá va el cantar

del arroyo!

¡Cójelo en tu libertad!

Juan Ramón Jiménez: Baladas de primavera (1907). Madrid, Visor Libros, 2008.
Colección Obras de Juan Ramón Jiménez, 6.

[Se ha respetado la ortografía de Juan Ramón Jiménez, que transcribe el fonema /x/ siempre con la grafía j, incluso en palabras en las que la ortografía normativa exige la grafía g (como es el caso de las palabras gelo y gela)].

La recurrencia, a través de la cual se manifiesta la función poética de la lengua, es el principio estructurador y constructivo del texto literario. Cualquier recurrencia, sea de la índole que fuere -métrica, sintáctica o léxica-, implica la intensificación expresiva de los elementos sujetos a repetición. Y Juan Ramón Jiménez es un verdadero maestro en el uso de recurrencias, tanto para fijar el tema central de sus poemas y las partes del mismo, al objeto de que tenga sentideo completo (coherencia), como para emplear los mecanismos gramaticales "de enlace" necesarios para lograr la fluideza del poema (clohesión).

En el caso de "Alegría nocturna", la entonación exclamativa de todas las oraciones que conforman este poema de Juan Ramón Jiménez le confiere un matiz enfático que traduce su apasionamiento anímico. Para expresar la súbita manifestación de alegría que recorre el poema, Juan Ramón Jiménez ha recurrido a tres secuencias paralelísticas de entonación exclamativa compuestas cada una de seis elementos. Los tres conjuntos estróficos se organizan, pues, de acuerdo con este idéntico esquema sintáctico:

Primera oración exclamativa: Adverbio de lugar (A) + verbo en tercera persona del singular del presente de indicativo (B) + determinante artículo seguido de nombre (C) + complemento nominal [preposición+determinante artículo+nombre] (D).

Segunda oración exclamativa: Verbo en segunda persona del singular del presente de imperativo con pronombre personal átono de tercera persona del singular pospuesto (E) + complemento verbal que expresa circunstancia [preposición+determinante posesivo de segunda persona+nombre] (F)

  • ¡Allá (A1) + va (B1) + el olor (C1) + / de la rosa! (D1)
  • ¡Cójelo (E1) + en tu sinrazón! (F1)

  • ¡Allá (A2) + va (B2) + la luz (C2) + / de la luna! (D2)
  • ¡Cójela (E2) + en tu plenitud! (F2)

  • ¡Allá (A3) + va (B3) + el cantar (C3) + / del arroyo! (D3)
  • ¡Cójelo (E3) + en tu libertad! (F3)

    Verso 1: hexasílabo (verso oxítono acabado de palabra aguda).

    Verso 2: tetrasílabo (verso paroxítono acabado en palabra llana).

    Verso 3: octosílabo (verso oxítono acabado en palabra aguda).

    Encabalgamiento sirremático nombre + complemento nominal que impide la pausa versal entre el verso 1 y 2.

    Rima: aba (versos 1 y 3, en asonante; y verso 1 libre). En cada estrofa, la rima vocálica es diferente: /ó/, en la primera; /ú/, en la segunda; y /á/, en la tercera.

    Tipo de estrofa: soledad.

    Y, además, los versos de las tres estrofas, tomados uno por uno, responden al mismo esquema rítmico:

    Verso hexasílabo, con acentos en las sílabas 2.ª (antirrítmico), 3.ª (rítmico) y 5.ª (estrófico):

    A-llá-va el-o-lor (verso 1, estrofa 1).

    A-llá-va-la-luz (verso 4, estrofa 2).

    A-llá-va el-can-tar (verso 7, estrofa 3).

    Verso tetrasílabo, con acento en la sílaba 3.ª (estrófico):

    de-la-ro-sa (verso 2, estrofa 1).

    de-la-lu-na (verso 5, estrofa 2).

    del-a-rro-yo (verso 8, estrofa 3).

    Verso octosílabo, con acentos en las sílabas 1.ª (rítmico) y 7.ª (estrófico):

    -je-lo en-tu-sin-ra-zón (verso 3, estrofa 1).

    -je-lo en-tu-ple-ni-tud (verso 6, estrofa 2).

    -je-lo en-tu-li-ber-tad (verso 9, estrofa 3).

    Hay, por tanto, en el poema de Juan Ramón Jiménez -en sus tres estrofas- una simetría perfecta, tanto en el plano morfosintáctico y léxico-semántico (a base de reiteración de secuencias cuyos elementos presentan idéntica estructura sintáctica, con contenidos psíquicos equivalentes) como en el fonético-fonológico, lo que da una idea de su profunda congruencia estructural.

    **********

    Insistamos ahora en la técnica de la correlación. La lírica contemporánea ha desarrollado con gran complejidad las construcciones correlativas, estudiadas en sus diversas variantes (reiterativa, progresiva, diseminativo-recolectiva, etc.) por Dámaso Alonso y Carlos Bousoño (en su libro Seis calas en la expresión literaria española. (Seis calas en la expresión literaria española. Prosa-poesía-teatro. Madrid, editorial Gredos, 1980, 4.ª edición. Biblioteca Románica Hispánica. II. Estudios y ensayos, 3).

    Como ejemplo de esta técnica se analizan a continuación dos poemas de Juan Ramón Jiménez, exclusivamente desde esta perspectiva estilística.

    Primavera amarilla

    Abril venía, lleno

    todo de flores amarillas:

    amarillo el arroyo,

    amarillo el vallado, la colina,

    el cementerio de los niños,

    el huerto aquel, donde el amor vivía.

    El sol unjía de amarillo el mundo,

    con sus luces caídas;

    ¡ay, por los lirios áureos,

    el agua de oro, tibia;

    las amarillas mariposas

    sobre las rosas amarillas!

    Guirnaldas amarillas escalaban

    los árboles; ¡el día

    era una gracia perfumada de oro,

    en un dorado despertar de vida!

    Entre los huesos de los muertos

    abría Dios sus manos amarillas.

    Juan Ramón Jiménez: Poemas májicos y dolientes.
    (1909) Madrid, Visor Libros, 2007. Colección
    Obras Obras de Juan Ramón Jiménez, 9.

    Los recursos constructivos fundamentales de este poema son, por un lado, la correlación reiterativa de tres elementos; y, por otro, es el empleo reiterativo del adjetivo amarillo, así como de otros adjetivos que denotan color amarillo.

    En efecto, en la primera estrofa el poeta enumera una serie de seis elementos de la naturaleza: flores [A1], arroyo [B2], vallado [C3], colina [D4], cementerio (A5], huerto [A6]; mientras que en la segunda estrofa selecciona únicamente los elementos más delicados, que son precisamente los que somete a reiteración conceptual: lirios [áureos] [A1], agua [de oro] [A2], rosas [A6]. De esta forma, el poeta ha construido dos pluralidades: una de seis miembros y otra en la que reitera tres; es decir:

    [A1] [A2] [A3] [A4 ] [A5] [A6]

    [A1] [A2] - - - [A6]

    La reiteración léxicas del adjetivo -y del concepto- amarillo se produce en los siguientes versos:

  • Primavera amarilla (en el titulo).
  • flores amarillas (verso 2).
  • amarillo el arroyo (verso 3).
  • amarillo el vallado, la colina, / el cementerio de los niños, / el huerto aquel... (versos 4-6).
  • ungía de amarillo (verso 7; el adjetivo se encuentra aquí sustantivado);
  • lirios áureos (verso 8).
  • agua de oro (verso 10; la construcción “de + nombre” tiene carácter adjetival).
  • amarillas mariposas (verso 11).
  • rosas amarillas (verso 12).
  • Guirnaldas amarillas (verso 13);
  • gracia perfumada de oro (verso 15; al igual que en el verso 10, la construcción “de + nombre” tiene carácter adjetival. E1 verso contiene, además, una original sinestesia: “el día / era una gracia perfumada -sensación olfativa- de oro -sensación visual-).
  • dorado despertar (verso 16).
  • manos amarillas (verso 18).
  • Los dos versos finales revelan el porqué de la continua insistencia de Juan Ramón Jiménez en un único color, precisamente el amarillo, a lo largo de todo el poema: “Entre los huesos de los muertos (verso 17, en clara correspondencia semántica con el verso 5 -“el cementerio de los niños”-, y en el que el significado amarillo está expresado por el vocablo muertos) / abría Dios sus manos amarillas” (verso 18). Desde su peculiar estado anímico de tristeza, Juan Ramón Jiménez evoca la llegada de una primavera de la que están ausentes el estallido de luz, color y pujanza vital propios de la Naturaleza en esta época del año. Y su honda melancolía queda reflejada en ese significado amarillo -reiterada bajo distintas formas léxicas-, que pone una nota de tristeza en un paisaje del que forma parte integrante “el cementerio de los niños”; y en la llegada de ese mes de abril en el que “Entre los huesos de los muertos / abría Dios sus manos amarillas”.

    Pasemos ahora a un hermoso poema en el que Juan Ramón Jiménez, en versos sencillos -y a la vez profundos-, ensalza el valor de "lo distinto".

    Distinto

    Lo querían matar

    los iguales,

    porque era distinto.

    Si veis un pájaro distinto,

    tiradlo;

    si veis un monte distinto,

    caedlo;

    si veis un camino distinto,

    cortadlo;

    si veis una rosa distinta,

    deshojadla;

    si veis un río distinto,

    cegadlo...

    si veis un hombre distinto,

    matadlo.

    ¿Y el sol y la luna

    dando en lo distinto?

    Altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir

    distinto

    de lo distinto;

    lo que seas, que eres

    distinto

    (monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre);

    si te descubren los iguales,

    huye a mí,

    ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.

    Juan Ramón Jiménez: Una colina meridiana (1942-
    1950). Madrid, Huerga & Fierro Editores, 2003.

    En este poema, Juan Ramón Jiménez, en versos sencillos -y a la vez profundos-, ensalza el valor de "lo distinto", la riqueza de la diferencia como vía para afirmar la propia identidad. Es una manera de defender la libertad frente a la intolerancia totalitaria que supone la exclusión social que lleva al peor estado de marginación.

    El poeta de Moguer lo expresa con toda claridad: si la naturaleza es variopinta -el sol y la luna son únicos y, por tanto, distintos- y no hay monte o camino o rosa o río o pájaro igual a otro, sucede lo mismo con los seres humanos: precisamente lo que nos diferencia a unos de otros es lo que enriquece nuestras relaciones humanas. Pero "los iguales" -los que piensan y actúan de un modo fijado de antemano- acechan, y no aceptan "la diferencia": no toleran que otros piensen de otra manera, que sientan de otra manera...; en definitiva, que sean de otra manera. Son esos "iguales" que viven sumidos en la intolerancia. Y frente a ellos, surge un poeta -Juan Ramón Jiménez, ser distinto donde los haya, y dotado de una exacerbada sensibilidad- ofreciendo su apoyo a los perseguidos por la insolidaridad y la injusticia.

    El poema presenta una triple estructura. En primer lugar, y desde el verso cuarto al catorce, se desarrolla un conjunto paralelístico formado por seis conjuntos, que responde al siguiente esquema:

    Si veis un pájaro distinto [A1],

    tiradlo [B1];

    si veis un monte distinto [A2],

    caedlo [B2];

    etc., etc.

    En segundo lugar, en el verso dieciséis, un miembro de cada una de las anteriores secuencias paralelísticas -pájaro, monte, camino, rosa, río, hombre- se somete a una progresión -altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir-. Y, en tercer lugar, en el verso veintidós, los elementos diseminados se recolectan en orden distinto al de su aparición. Este es, en consecuencia, el esquema de los dos sistemas correlativos que figuran en el poema:

    pájaro [A1], monte [A2], camino [A3], rosa [A4], río [A5], hombre [A6]

    altura [B1], olor [B2], largor [B3], frescura [B4], cantar [B5], vivir [B6]

    monte [A2], camino [A3], rosa [A4], río [A5], pájaro [A1], hombre [A6]

    Lo que, esquemáticamente, se representa así:

    [A1] [A2] [A3] [A4] [A5] [A6]

    [B1] [B2] [B3] [B4] [B5] [B6]

    ____________________________

    [A2] [A3] [A4] [A5] [A1] [A6]

    Todo un alegato de Juan Ramón Jiménez, en el exilio (el libro al que pertenece el poema fue gestado íntegramente en Estados Unidos, entre 1942 y 1950), frente al pensamiento único. Y parte de la eficacia comunicativa del poema radica en que en los versos de la primera parte que contienen verbos en forma imperativa (“tiradlo” [un pájaro distinto]; “caedlo” [un monte distinto]; “cortadlo” [un camino distinto]; “desojadla” [una rosa distinta]; “cegadlo” [un río distinto]; y, finalmente, “matadlo” -con el significado de “excluidlo”-) [un hombre distinto], Juan Ramón Jiménez está expresando todo aquello que rechaza, todo aquello que implica intolerancia y negación de la diversidad en favor de una humanidad homogeneizada (imaginativamente, “los iguales”). Y deja para la segunda parte el canto a la libertad, en dos enumeraciones asindéticas perfectamente correlacionadas (versos 16 y 23), en un acto de afirmación humana que respeta la diversidad en todos los órdenes. Y los recursos estilísticos empleados por Juan Ramón Jiménez -la sencillez de lo complejo- han hecho posible que el mensaje del poeta siga calando en el lector de cualquier época; un mensaje que el título del poema ya recoge con total nitidez: “Distinto”.

    El 24 de septiembre der 2025 afrontamos en esta misma revista digital el comentario del poema “El viaje definitivo”, de Juan Ramón Jiménez, y lo pusimos en relación con el poema que se inicia con el verso “Yo me moriré y la noche…”. Puede accederse a los citados comentarios en el enlace siguiente:

    https://www.todoliteratura.es/noticia/61562/el-rincon-de-la-poesia/la-poesia-de-juan-ramon-jimenez-un-legado-eterno-en-la-literatura-espanola.html

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