EL RINCÓN DE LA POESÍA

Una peculiar recreación del tema del carpe diem en Quevedo

FRANCISCO DE QUEVEDO (1589-1645) Retrato procedente de Francisco Pacheco (El libro de descripción de verdaderos retratos, ilustrtes y memorables varones. Sevilla, 1599).

Nuestro poema de cada día

Fernando Carratalá | Sábado 22 de noviembre de 2025

Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no malograrla



La mocedad del año, la ambiciosa

vergüenza del jardín, el encarnado

oloroso rubí, Tiro abreviado,

también del año presunción hermosa;

la ostentación lozana de la rosa,

deidad del campo, estrella del cercado;

el almendro, en su propia flor nevado,

que anticiparse a los calores osa,

reprehensiones son, ¡oh Flora!, mudas

de la hermosura y la soberbia humana,

que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas;

de ayer te habrás de arrepentir mañana,

y tarde y con dolor serás discreta.

Francisco de Quevedo: Poemas escogidos. Madrid, editorial Castalia, 1974, pág. 148. Colección
Clásicos Castalia, núm. 60. José Manuel Blecua, editor literario. (El soneto figura con el número 71 en esta edición).

Apoyo léxico. Tiro. Ciudad situado al sur del Líbano, en la costa oriental del Mediterráneo. “Tiro abreviado” (verso 3, en referencia metafórica al clavel) tiene su fundamento en la púrpura fenicia de Tiro, que fue el tinte más apreciado en la Antigüedad. (El color rojo se obtenía tras machacar determinados moluscos hasta convetirlos en una masa compacta que se aplicaba a las telas tras su cocción y exposición al calor durante días).

El poema -un soneto de corte tradicional- se inscribe en la poesía amorosa de Quevedo, y en él se refleja la concepción personal -y pesimista- del mundo que el autor tiene. El tema central articula el soneto: ante la brevedad de la vida -verso 12-, la mujer ha de gozar del amor, antes de que el paso del tiempo la lleve a arrepentirse de no haberlo hecho con anterioridad. Con este eje temático, tan del gusto de los poetas italianos, franceses y españoles de los siglos XVI y XVII (Bernardo Tasso, Ronsard, Góngora), Quevedo desarrolla uno de los topos literarios cuyas raíces hay que buscar en la literatura clásica: el “Carpe diem...” de Horacio, el “Collige, virgo, rosas”, de Ausonio. Y así, la orgullosa belleza de la mujer, similar a la de las más hermosas flores, no debe llevarla a rechazar el amor en la juventud, precisamente porque esa soberbia y hermosura humanas están sujetas a la misma ley de caducidad que esas flores -el clavel, la rosa, la flor del almendro-, que pueden ponerse como ejemplo de belleza y arrogancia suma, y que tardan muy poco en marchitarse. La amarga lección que dan las flores en los cuartetos -y cuya orgullosa hermosura tiene un final tan obvio que Quevedo no necesita explicitarlo- no es sino una seria advertencia para la mujer, que es como la flor, sujeta, por tanto, a la temporalidad de su efímera existencia; mujer a la que el poeta -en el verso 9- llama, precisamente y de forma genérica, Flora. Y es en el segundo terceto, de factura típicamente quevedesca, donde se resume esa triste lección de no haber amado en la juventud: en la duda, el tiempo pasa y, con él, la “mocedad”; y el tardío arrepentimiento -instalada ya la mujer en la sensatez, en la “discreción” de la edad madura-, lleva aparejado un irremediable dolor.

En el soneto se condensan algunos de los procedimientos expresivos y constructivos propios del Siglo de Oro, pero sometidos a esa mayor complejidad formal que caracteriza al arte barroco. Se señalan a continuación algunos de tales recursos.

  • La concatenación de metáforas embellecedoras de la realidad: en los cuartetos, y para expresar la belleza y altivez del clavel, de la rosa y de la flor del almendro. El primer cuarteto está dedicado al clavel, al que se alude con las metáforas “la mocedad del año” (verso 1), “la ambiciosa / vergüenza del jardín (versos 1, 2), la “presunción hermosa del año” (verso 4), en clara referencia al atrevimiento de una flor que brota demasiado tempranamente -el clavel es una de las primeras flores del año, y de ahí su arrogancia-; y también con las metáforas “el encarnado / oloroso rubí” (versos 2, 3) y “Tiro abreviado” (verso 3): es decir, el color rojo del rubí, tan intenso como la púrpura de Tiro, se concentra en el diminuto tamaño de un oloroso clavel. Con sendas imágenes se presenta a la rosa que, como el clavel, exhibe con presunción su pujanza vital (verso 5): “deidad del campo” y “estrella del cercado” (verso 6); es decir que la rosa ostenta la primacía entre todas las flores y su colorido refulge con brillantez en el el jardín (“cercado”). Finalmente, en los dos versos que cierran el segundo cuarteto se alude a la flor blanca del almendro -que carece de nombre específico- con una sugestiva imagen: árbol “nevado en su propia flor” (verso 7), una flor -como el clavel y la rosa- también audaz, porque se anticipa a la primavera (verso 8).
  • Los continuos -aunque leves- hipérbatos, que persiguen no tanto “latinización” de la frase, cuanto facilitar el esquema rítmico de endecasílabos y, además, recalcar significativamente ciertas palabras sobre que recaen los acentos de intensidad dominantes. Hipérbatos figuran en siguientes versos, casi todos de acentuación sáfica:

4: “también del año presunción hermosa”. Endecasílabo sáfico, con acentos (rítmicos) en las sílabas 2, 4, 8 y 10. Se presenta así al clavel temprano, soberbio en su hermosura. [“también presunción hermosa del año”].

8: “que anticiparse a los calores osa”. Endecasílabo sáfico, con acentos en las sílabas 4, 8 y 10. Se subraya aquí que el almendro florece cuando la crudeza del invierno empieza a remitir. [“que osa anticiparse a los calores”].

9: “reprehensiones son, oh Flora, mudas”. Endecasílabo sáfico, de gran riqueza acentual con la que se logran sorprendentes efectos expresivos: acentos en sílabas 4, 6, 7 (antirrítmico), 8 y 10. El verso es una clara admonición a Flora, que se extiende a todo el terceto y culmina en el siguiente. [“son mudas reprehensiones, oh Flora”].

11: “que a las leyes de flor está sujeta”. Endecasílabo melódico, con acentos en las sílabas 3, 6 y 10. La hermosura y la soberbia humana -que se mencionan en el verso 10- están sujetas a “las leyes de flor”, es decir, que se marchitarán. [“que está sujeta a las leyes de flor”].

13: “de ayer te habrás de arrepentir mañana”. Endecasílabo sáfico, con acentos en las sílabas 2, 4, 8 y 10. El verso establece una oposición entre “ayer” y “mañana”, que alcanza incluso una mayor fuerza expresiva que la que se habría obtenido al oponer “hoy” y “mañana”, lo que implica una más clara anticipación de un doloroso futuro. [“mañana te habrás de arrepentir de ayer”].

  • Los sugestivos efectos sensoriales, tanto cromáticos como auditivos. El cromatismo estalla en el brillante color rojo del clavel, equiparable al “encarnado rubí” y a la púrpura que en la Antigüedad procedía de Tiro (versos 3, 4), así como en el blanco níveo de la flor del almendro que cubre todo el árbol (verso 7). Los efectos auditivos se perciben en el último terceto, con la aliteración de dentales y la acumulación de voces agudas -edad, pasará, ayer, habrás, arrepentir, dolor, serás-, que hacen más intenso el sentimiento de la desolación expresado.
  • La abundancia de epítetos en los cuartetos, que ayudan a crear esa atmósfera de sugestiva belleza que enmarca a las osadas y arrogantes flores: “ambiciosa / vergüenza” (versos 1, 2), “encarnado / oloroso rubí” -dos adjetivos que encierran una inusual sinestesia (versos 2, 3), “Tiro abreviado” (verso 3), “presunción hermosa” (verso 4), “ostentación lozana” (verso 5). En los tercetos, en cambio, desaparecen los epítetos -y también el cromatismo-, ya que los versos resultan ahora profundamente conceptuosos y de gran densidad expresiva: lo que les sucede con prontitud a las más presuntuosas flores que adornan los jardines es una advertencia silenciosa de lo que pasará con la altiva juventud de la mujer -a la que se alude con el genérico Flora-; y por ello debe aprovecharla antes de que se marchite, antes de que la juiciosa sensatez haya apagado dolorosamente el esplendor juvenil.
  • El dominio del soneto de corte garcilasiano, con endecasílabos fundamentalmente sáficos -versos 4, 8, 9, 10 y 13- y heroicos -versos 2, 6, 12 y 14-; gran riqueza acentual -51 acentos se reparten entre los 14 versos-; distribución tradicional de rimas -dos cuartetos con rima ABBA, y dos tercetos con rima CDE-; perfecta adecuación entre métrica y sintaxis -encabalgamientos en los versos 1, 2 (“ambiciosa / vergüenza”) y 2, 3 (“encarnado / oloroso”), que desembocan en pausas internas, lo que produce una relativa aceleración del ritmo en el arranque del poema, para dar paso, seguidamente, a versos esticomíticos que confieren a la expresión un ritmo más pausado y solemne, acorde con la progresión temática; eje central que divide al soneto en dos partes -cuartetos y tercetos-, que coinciden con los diferentes contenidos argumentales (cuartetos/flores, tercetos/admonición a Flora) y que facilitan la aludida progresión temática: la hermosura y soberbia de la juventud se marchitará, igual que las más bellas y altivas flores, por lo que hay que saberlas disfrutar antes de que sea tarde.
  • Paralelismos -reiteraciones de secuencias cuyos elementos presentan idéntica estructura sintáctica, con contenidos psíquicos equivalentes- que dotan al poema de una poderosa vertebración interna; así, las construcciones de los versos 1, 2 y 5 (en los que se reitera la secuencia “determinante artículo + adjetivo adjunto + nombre + preposición enlace + determinante artículo + nombre -término-”):

- la ambiciosa / vergüenza del jardín, (versos 1 y 2).

- la ostentación lozana de la rosa, (verso 5).y, asimismo, las aposiciones explicativas de rubí (“nombre + adjetivo adjunto”)

y de rosa (nombre + preposición -enlace- + determinante articulo + nombre -término-”:

- rubí: Tiro abreviado (verso 3);

presunción hermosa -del año- (verso 4).

- rosa: deidad del campo (verso 6);

estrella del cercado (verso 6).

Por otra parte, los cuartetos son buen ejemplo del llamado estilo nominal, con predominio de nombres y adjetivos, y un solo verbo en forma personal que cierra el verso 8 -osa-. Los verbos retrasan su aparición hasta los tercetos, y aparecen especialmente en el último, donde tres futuros -se pasará, te habrás de arrepentir y serás- constatan -en dolorosa gradación ascensional- el irremediable final de la juventud y soberbia humana, idéntico al de las flores más bellas y arrogantes. El tono moral del soneto es, sin duda, incuestionable.

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