EVENTOS

Vicente Aleixandre y Miguel Hernández hermanados por la poesía

Carmen Linares en la casa de Vicente Aleixandre (Foto: Javier Velasco).

“Ninguna casa en el mundo ha albergado tantos poetas”

Javier Velasco Oliaga | Lunes 22 de junio de 2015
El pasado 19 de junio se celebró una velada poética en la casa de Vicente Aleixandre en el madrileño barrio de Moncloa con el sugestivo nombre de “Miguel Hernández vuelve a Velintonia”. Hacía tiempo que el pastor de Orihuela no pisaba la casa del poeta sevillano, afincado en los madriles, concretamente desde 1935 cuando se acercó a conocer a unos de los grandes poetas, si no el más grande que ha dado nuestro país en el siglo XX.


Injustamente olvidado Vicente Aleixandre, su legado no ha tenido la continuación que se merecía. Vivió gran parte de su vida en la casa de la calle Wellingtonia, 3. A su muerte, el ayuntamiento madrileño cambió el nombre de la calle por Vicente Aleixandre, algo que a él no le habría gustado, ya que siempre abogó porque su calle se llamase Velintonia. No lo consiguió porque, como señaló Aitor L. Larrabide, presidente de la Fundación Miguel Hernández, “a los políticos no les gusta la cultura” y no sólo a ellos.
Los políticos, el mundo editorial y la propia Universidad se han encargado de que la voz de Vicente Aleixandre se vaya acallando, que sus versos se vayan silenciando bajo la noche. Sin embargo, a la poesía le gusta la noche, a la poesía le gustan las estrellas, a la poesía le gusta que se la declame con pasión bajo las estrellas, aunque en el cielo madrileño no hay estrellas por culpa de la contaminación lumínica. Pero, a nuestro Premio Nobel le hubiese gustado ver su jardín lleno de personas ávidas por escuchar su poesía y la de su hermano del alma, Miguel Hernández.


Y así estaba su jardín, abarrotado de amigos que querían rendirle un nuevo homenaje, todos sentados bajo el grandísimo cedro que el poeta plantó en 1940. Setenta y cinco años han hecho de ese joven cedro que plantó en un gigante y que ahora, junto con la casa, se vende a un precio que nadie es capaz de comprar. Ni particulares, ni las instituciones. “El primer político que ha visitado la casa ha sido Antonio Miguel Molina. Yo estuve encantada de enseñársela”, recordó la sobrina del poeta, María Amaya Aleixandre.

El político socialista, que se encontraba entre los asistentes, después de sufrir un duro varapalo en las últimas elecciones municipales por su ineptitud, ha propuesto convertir la casa de Velintonia, 3 en “La Casa de los Poetas”, casi un millón de euros le separan de su objetivo. La casa ha sido esquilmada o bien por sus legítimos propietarios o bien por amigos mal entendidos; la biblioteca ha desaparecido como muchos de sus originales. En todos los sitios existen buitres dispuestos a sacar provecho, aunque luego digan que fueron regalados esos originales y libros.

Alejandro Sanz, ojo no el conocido cantante, sino el presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, ofició de maestro de ceremonias del evento. Con la voz del poeta sevillano hablando sobre Miguel Hernández comenzó una noche llena de poesía y recuerdos emocionados. Antes en la entrada nos obsequiaron con una naranja. Miguel Hernández visitaba a Vicente Aleixandre, cuando estaba postrado en el lecho del dolor durante la Guerra Civil, con un saco de naranjas que le ayudaban a su recuperación. Algo que nunca olvidó el poeta. Esa generosidad fue correspondida cuando Hernández estuvo preso y después a su muerte, siguió ayudando económicamente a su mujer Josefina Manresa con giros periódicos, aliviando así su difícil situación económica.

Ambos poetas mantuvieron una relación epistolar. Ahora Jesucristo Riquelme publica un epistolario con 309 cartas inéditas de Vicente Aleixandre a Miguel Hernández o a su familia. De Miguel a Vicente sólo se conservan cuatro, que Josefina Manresa ocultó bajo tierra. El estrago de la guerra y su condición política han hecho que no quedase reflejo de tan apasionante relación. La mayoría de esas cartas se escribieron en la planta principal de esta casa que hoy visitamos como si de una peregrinación se tratase, pero también en su lugar de descanso en la sierra madrileña, Miraflores de la Sierra o en Santander.

En el acto tomaron la palabra, además de los mencionados, Asunción y Carmen García Iglesias, Lucía Izquierdo, Miguel Losada, Javier Lostalé, Juan Carlos Mestre, Vicente Molina Foix, que ya con dieciocho años vino a visitar al poeta, y Luis Rosales Fouz, hijo del poeta Luis Rosales, amigo íntimo de Vicente. Todos ellos, o bien declamaron alguna poesía o leyeron algunas de las cartas del poeta. Carmen Linares cantó unos versos del poeta con su maestría flamenca, dando hondura a unos versos sentidos y emocionados.

El actor Miguel Molina declamó versos de Miguel Hernández que llevó en un espectáculo suyo por toda España como viento del pueblo. Nos sorprendió que un actor tan frívolo supiese conectar con el sentir del poeta de Orihuela. José Sacristán, poseedor de una limitada declamación cuando actúa, también tomó el pulso de los versos y dio un gran recital, acompasando bien la entonación y las pausas poéticas, algo que en sus actuaciones se echa de menos por lo monocorde de su voz.

La velada concluyó con la actuación de Luis Eduardo Aute. Con su voz gastada y rota, supo estar a la altura a base de oficio y recursos. Su interpretación de Al alba dio por concluido el acto que algunos prolongaron con la visita a la casa del poeta. Un acto irrepetible, que todos los años se seguirá realizando con diferentes protagonistas. Un acto que debería finalizar con la creación de esa casa para los poetas. Aunque no creemos que esto suceda y más viendo al energúmeno que la alcaldesa Carmena quería poner como concejal de Cultura. Desde luego, estos políticos que tenemos son de otra galaxia.

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