El hacha y la rosa, obra publicada por la Editorial Renacimiento en 1993, y reeditada por Reino de Cordelia en 2020, junto a La caja de plata (1985) y El otro sueño (1987), completa la “Trilogía de la claridad” o, aún mejor, de la claridad feliz de Luis Alberto de Cuenca, pues aquí están algunos de sus poemas más alegres y desenfadados. Siguen presentes sus grandes héroes de la cultura pop, como Conan el Bárbaro o Jekyll y Hyde de Stevenson, pero tampoco renuncia aquí a su pasión por la cultura grecorromana, Marcel Schwob o Borges. En El hacha y la rosa hay un juego provocador contra lo políticamente correcto, un alegato descarado contra el tedio, lo cursi y la melancolía, en una radiografía de lo cotidiano que incluye algunos de sus versos más populares, como los de «El desayuno».
[17 endecasílabos blancos conforman un poema que eleva a categoría un hecho tan simple como es empezar el día con el desayuno junto al ser querido. Ej eje vertebrador del poema se apoya en la construcción “me gustas… cuando...”: y aunque “me gustas” solo figura en los versos 1, 5, 12 y 13, es el adverbio “cuando”, reiterado hasta en 9 ocasiones -versos 1. 2, 3, 5, 7, 8, 9, 11 y 14; en seis de ellas, en posición anafórica-, el que se encarga de trasladar el “me gustas” a todo tiempo y ocasión; incluso en circunstancias adversas, como irónicamente se señala en los versos 3 y 4 (“cuando te vas de compras con tu madre / y llego tarde al cine por tu culpa”, forma muy hábil de culpabilizar a la suegra); si bien son las circunstancias favorables las que desencadenan el talento poético del autor, capaz de aludir a la risa que le conforta con esta sublime metáfora, que expresa en un inciso: “tu risa es una ducha en el infierno” . Pero la mayor satisfacción del poeta se encuentra en los cuatro versos que cierran el poema: “cuando, llena de vida, te despiertas / y lo primero que haces es decirme: / “Tengo un hambre feroz esta mañana. / Voy a empezar contigo el desayuno”. Hemos pasado de un hecho cotidiano -el desayuno conjunto- a una portentosa declaración de amor, que da sentido a los trece endecasílabos previos, aparentemente intrascendentes]. [Fernando Carratalá].