Circula por Internet un trabajo sin firma titulado “El carpe diem en tres sonetos: Renacimiento, Manierismo y Barroco”. Sabemos que tiene su origen en el CEPA (Centro Público de Educación de Personas Adultas) de Paracuellos del Jarama (dependiente de la Comunidad de Madrid, y que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento).
https://paracuellosmayores25grado.files.wordpress.com/2013/11/el-carpe-diem-en-tres-sonetos.pdf
Creemos hacer justicia a su anónimo autor si recopilamos textualmente algunas de sus observaciones -de profundo calado didáctico- emanadas de la comparación de tres sonetos sobre el tema del “carpe diem” compuestos, respectivamente, por Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera y Luis de Góngora. Hemos organizado la información -tomada de aquí y de allá -pues el trabajo consta de 17 páginas- en la forma que hemos creído conveniente, eliminando intencionadamente los comentarios estilístico-lingüisticos, que dejamos para el lector.
|
En tanto que de rosa y d' açucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena;
y en tanto qu' el cabello, qu' en la /vena del oro s' escogió, con buelo presto por el hermoso cuello blanco, /enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes qu' el tiempo /ayrado cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento elado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudança en su /costumbre. |
Garcilaso sintetiza las cualidades físicas del prototipo de la mujer renacentista representada por Isabel Freyre y refleja la mentalidad del llamado primer Renacimiento español: la serenidad, la reflexión que inspira imitar a los clásicos, la idealización neoplatónica de la belleza y dualidades del tipo “rosa-azucena”, “ardiente/honesto” y “enciende-refrena”, reflejan equili- brio, armonía, suave balanceo, perfección, luminosidad y sentido pagano de la vida. Se pone de manifiesto un mundo agradable bajo la amenaza del rápido fluir del tiempo. |
En este soneto estamos ante una prosopografía (descripción de los rasgos físicos de una persona) muy idealizada de una dama, de la que se resalta su hermosura juvenil, a la vez que se le exhorta a que la disfrute y viva intensamente la juventud antes de que le llegue la vejez.
|
Las hebras d'oro puro, que la frente cercan en ricas bueltas, do el tirano señor texe los lazos con su mano, Í arde'n la dulce luz /resplandeciente,
cuando el ivierno frío se presente, vencedor de las flores d'(e)l verano, el purpúreo color tornando vano, en plata bolverán su lustre /ardiente,
I no por esso Amor mudará el puesto, qu'el valor lo assegura i cortesía, el ingenio i del'alma la nobleza.
Es mi cadena i fuego el pecho onesto, i virtud generosa, Lumbre mía, de vuestra eterna, angélica belleza. |
Fernando de Herrera se centra en lo artístico. Usa los mismos recursos que Garcilaso pero de una forma más profusa y recargada. El “cabello de oro” pasa a ser “hebras de oro” y “el tiempo airado” se convierte en “tirano señor”. No hay una experiencia de vida sino de cultura y ello hace que primen la sutileza, el refinamiento, el intelectualismo y la complicación ornamental. Estamos ante un soneto manierista porque el foco de interés se centra en el arte por el arte. |
Frente al soneto de Garcilaso, en el de Fernando de Herrera el “carpe diem” tiene la particularidad de que el amor y otras cualidades humanas como la virtud, la inteligencia o la nobleza perduran pese al paso del tiempo y el deterioro físico que se experimenta con el mismo. A dichas cualidades les falta sentimiento. Es un soneto manierista, porque en la forma utiliza los mismos recursos del Renacimiento y del Barroco (metáforas, epítetos, hipérbatos, encabalgamientos, hipérboles, antítesis y demás elementos ornamentales), pero no se denotan ni el equilibrio del primero ni las inquietudes anímicas del segundo. Predomina lo artístico.
|
Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio /el llano mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello siguen más ojos que al clavel /temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad /dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no solo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en /sombra, en nada. |
Góngora mantiene los mismos parámetros de Garcilaso y de Herrera en cuanto a la forma de expresión (el “cabello rubio”, por ejemplo se sigue identificando con una metáfora: “oro bruñido”). El equilibrio de Garcilaso que se iba desplazando en Herrera ahora da paso a la tensión, los contrastes y las inquietudes espirituales, vitales y anímicas. Son un hecho la lucha interior y la visión del mundo un tanto pesimista y ensombrecida, como bien muestra la enumeración gradativa “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.”; palabras todas, que nos recuerdan la poesía metafísica de Quevedo y que nos centran de lleno en el Barroco. |
En estos versos, al igual que en los anteriores se trata el tema del carpe diem, pero ahora se remoza de no pocas connotaciones pesimistas y fúnebres. De la alegría de Garcilaso dominada por la impronta pagana del Renacimiento que invita a gozar de la vida terrena antes de que se acabe, hemos pasado al Manierismo de Herrera, en el que la estética se impone al sentimiento; y hemos concluido con el soneto de Góngora en donde los goces de la vida, la belleza y la juventud apenas si valen porque se acaban.