www.todoliteratura.es

Nuestro poema de cada día
El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli
Ampliar
El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli

El canon de belleza renacentista y la irrupción del tema del “Carpe diem”

El mundo clásico aporta al Renacimiento un canon de belleza basado en la armonía y en la proporción, que afecta a todas las producciones artísticas. Repárese, por ejemplo, en el cuadro El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli; o en la escultura de Miguel Ángel Buonarroti, David: o en el dibujo El hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci; o en el ideal de belleza femenino que trasladan a la literatura poetas como Garcilaso de la Vega y Fernando de Herrera.

David, de Miguel Ángel Buonarroti
David, de Miguel Ángel Buonarroti

El canon de belleza femenina exigía que la mujer fiera de piel blanca y mejillas sonrosadas -que podían lograrse con colorete de tonos rojizos-; frente despejada; ojos grandes y claros; cabello rubio y largo; cuello delgado; hombros estrechos; senos pequeños y firmes; caderas redondeadas; manos delgadas y pequeñas -como signo de elegancia y delicadeza-; y pies delgados y proporcionados. Y en cuanto a la belleza masculina -y si se toma como referencia el David-, las características -entre otras- más relevantes son los cabellos relucientes y largos; las cejas pobladas y marcadas; la mandíbula fuerte; y bastante musculoso, con pectorales desarrollados. Pero es Leonardo da Vinci quien, en uno de sus dibujos -acompañado de texto manuscrito, en escritura especular, sobre anatomía humana- establece y explica, a partir de textos del arquitecto romano Vitruvio -del siglo I a. C.-, las proporciones y simetría del cuerpo humano perfecto, tomadas como símbolo de armonía. El dibujo -llamado El hombre de Vitruvio- representa a un hombre con las piernas y los pies extendidos en dos posiciones: inserto en un cuadrado -que simboliza el mundo físico- y en un círculo -que simboliza el mundo espiritual-. El centro del círculo es el ombligo -el mundo espiritual-, y el centro del cuadrado son los genitales -el mundo físico.

[El nacimiento de Venus es un cuadro al temple sobre lienzo, que mide 278,5 cm de ancho por 172,5 cm de alto, pintado por Sandro Botticelli entre 1483 y 1484. Considerado como una de las obras maestras del Quatrtociento italiano, muestra un tema mitológico procedente de la cultura grecorromana, con la presencia de un desnudo femenino; lo cual anuncia ya la nueva sensibilidad del humanismo renacentista, alejado de los planteamientos religiosos medievales. Actualmente se expone en la Galeria Uffizi de Florencia].

[El David es una escultura de mármol blanco, de 5,17 metros de altura y 5.572 kilos de peso, realizada por Miguel Ángel Buonarroti entre 1501 y 1501, que representa al rey bíblico antes de su enfrentamiento con Goliat. En la actualidad, el David está expuesto en la Galería de la Academia de Florencia].

Reportaje -publicitario del sello Planeta- sobre Leonardo da Vinci y El hombre de Vitruvio.

https://www.youtube.com/watch?v=HON2Bo2RAQMruvio.

De los muchos poemas célebres en el Renacimiento español, elegimos ahora uno suficientemente conocido y comentado: el soneto XXIII de Garcilaso de la Vega (“En tanto que de rosa y azucena...”)

Soneto XXIII

En tanto que de rosa y d' açucena

se muestra la color en vuestro gesto,

y que vuestro mirar ardiente, honesto,

con clara luz la tempestad serena;

y en tanto qu' el cabello, qu' en la vena

del oro s' escogió, con buelo presto

por el hermoso cuello blanco, enhiesto,

el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto antes qu' el tiempo ayrado

cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento elado,

todo lo mudará la edad ligera

por no hacer mudança en su costumbre.

Garcilaso de la Vega: Poesías castellanas completas. Con comentario.
Edición crítica de Elías L. Rivers. Madrid, Editorial Castalia, 2001; págs. 125-128.

[El vocablo gesto, del verso 2, significa “cara”; y en el verso 11, no hay sinalefa, porque la h inicial aspiraba, pronunciándose con un sonido faríngeo sordo; y ello origina un endecasílabo de ritmo sáfico: “-bra-de-nié-ve-la-her--sa-cúm-bre”. En el verso 4, Fernando de Herrera aporta esta otra lectura correlativa: “enciende el corazón y lo refrena”].

Es este uno de los sonetos más conocidos y comentados de Garcilaso de la Vega. Y de entre los muchos comentarios disponibles, elegimos, por su carácter didáctico, el realizado por Arcadio López Casanova, incluido en la obra antológica Poesía de los Siglos de Oro (Madrid, Editorial Castalia/EDHASA, 2011; págs. 225-236. Colección Castalia Prima, núm. 7).

[Cf. Lapesa, Rafael: La trayectoria poética de Garcilaso. Madrid, Alianza Editorial, 1985. Colección Alianza Universidad, núm. 435].

En este soneto, Garcilaso de la Vega traza un retrato femenino acorde con el ideal de belleza renacentista (en los cuartetos), que le sirve como marco de apoyo para expresar la idea fundamental que lo vertebra: la incitación a gozar de la juventud (en los tercetos: “coged de vuestra alegra primavera / el dulce fruto”), antes de que la vejez (en los tercetos) la apague (“el tiempo arado / cubra de nieve la hermosa cumbre”); es decir, que la plenitud de la juventud quedará marchitada por la vejez (alegre primavera/tiempo ayrado, hermosa cumbre/nieve, rosa/viento elado).

De esta manera, las referencias a la naturaleza le sirven al poeta de imágenes para describir las cualidades físicas de la mujer (flores, tempestad, viento, primavera, fruto, nieve, cumbre); y de ahí el enérgico imperativo (“coged”) con que el poeta incita a la mujer, en la flor de la juventud, a que la aproveche, cuando todavía la ley inexorable del paso del tiempo (“todo lo mudará la edad ligera”) no ha acabado con ella (precisamente la rosa es símbolo de la hermosura frágil).

Y aun cuando el retrato de la figura femenina esté dominado por el sentimiento de temporalidad -marcado de forma reiterada por la locución adverbial “en tanto”-, vamos a centrar la atención en aquellas imágenes que resaltan los atributos más hermosos de la mujer: la tez, la mirada, el cabello y el cuello -que son, además, partes del cuerpo en las que de manera más intensa se refleja el paso del tiempo-. Frente a las doncellas de las canciones y romances medievales -de tez morena-, encontramos ahora el arquetipo ideal del rostro femenino, tal y como lo conciben los poetas renacentistas: tez de vivo cromatismo, con rubor comparable al de la rosa y al de la azucena; mirada sensual (“ardiente”) y, a la vez, honesta (capaz de apaciguar las pasiones que pudiera desencadenar: “con clara luz la tempestad serena”; cabello rubio (“qu' en la vena del oro s' escogió”), largo y abundante, cuya movilidad queda expresada con la fuerza plástica de esos tres verbos que denotan acciones propias del viento (que lo “mueve, esparce y desordena”); y cuello erguido (“enhiesto”), que hace más expresiva la anterior gradación verbal (mueve/esparce/desordena). Es esta, por tanto, una mujer en el culmen de su juventud y belleza, pletórica de vitalidad, y que irradia una luminosidad adornada por un vivo cromatismo (rosa, açucena, oro, blanco).

Y, volviendo al “carpe díem”, a la primavera se opone la nieve; a la época alegre, el tiempo airado; porque con la llegada de la ancianidad la vida queja ajada, sentimiento que Garcilaso de las Vega expresa con un verbos en futuro, que desencadenan la nostalgia del pasado perdido, y que introducen en el poema un cierto pesimismo: “mrchitará la rosa el viento elado”. El poema de Ausonio “De rosis nascentibus” resuena en la lejanía, al comprobar que “todo lo mudará la edad ligera / por no hazer mudança en su costumbre”.

La web de Garcilaso:

https://www.garcilaso.org/

[La producción poética de Garcilaso es relativamente breve y su gran aportación poética son las obras compuestas en estilo italianizante. Junto a sus sonetos, lo más notable de su escritura son las églogas y la poesía pastoril, con influencias de Virgilio y Sannazaro. La armonía de la poesía de Garcilaso, en la cual no encontramos resonancias bélicas –pese a su condición de militar y hombres de armas– ni religiosas, junto a su ritmo y belleza, la convierten en una de las grandes creaciones artísticas de todos los tiempos y que hoy en día conserva toda su vigencia].

Puedes comprar sus libros en:

Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios