A Berto Romero le hace falta el escenario. Se le ve seguro de sí mismo, porque lo tiene todo bien estructurado y bien pensado.
Es verdad que nos habla de “famosos”, como si él no lo fuera, como si predicara en el desierto de un teatro lleno. Y nos confiesa que no le gustan los chistes como tal, los excesivamente preparados, los que la gente se aprende de memoria y prefiere ponernos en la tesitura de decirnos una cosa e, inmediatamente, negarlo y decir lo contrario. Nos hace entrar en su juego y está bien, porque nos dejamos llevar, incluso cuando el contenido puede resultar chabacano, que no es el caso, según él, sino que es lo que se lleva hoy en día en la comedia, y concretamente en la comedia unipersonal, la de los monólogos donde nos cuenta su vida distorsionada, exagerada, fuera de lo común.
Ese es el rasgo más característico de Berto Romero en Lo nunca visto. La exageración, porque sabe que funciona, y nosotros también, y no tenemos reparos en reírnos a carcajadas.
Pero es que, además, nos ofrece también canción, entona muy bien este chico, perdón por lo de chico, pero es más joven que yo y tengo todo el derecho, y se hace acompañar por un músico a la guitarra, Iván Lagarto, que impasible atiende a su ritmo, tanto cuando nos dice que todo en este mundo es basura, como cuando hace magia que no es magia, y eso es lo mejor, que no lo sea, cuando afirma algo y lo niega posteriormente.
Juega con esa dicotomía de ensalzar y criticar, de ser, pero no ser, de antes pero ahora.
Lo nunca visto, pero lo que sí vemos, es su forma peculiar de tratar el humor, quitándose el estigma de estar acompañado, a pelo pelota, sin dar por absoluta ninguna realidad.
No le hacen falta decorados, ni vestuario, aunque de vez en cuando se ponga alguna túnica, unos calzones, unas plumas, que son, simplemente, pretexto.
Lo que sí está claro es que, por eso vamos a verlo, Berto Romero encandila, y en Lo nunca visto lo que hace es irrepetible, creo, habría que asistir otra vez para comprobar que no se repite. Pero, aún siendo así, la gracia no se la quita nadie, la afabilidad con los espectadores, la dureza de estar en el escenario durante más de 90 minutos, él solo no, con todos nosotros, que se alimenta de nuestras risas, de nuestro aplauso, aunque no le guste que lo coreen en las canciones, y nos hace bañarnos en una realidad ficticia que, a mi modo de ver, es la mejor, la que fabula, la que inventa, la que crea, la que nos solaza.
Berto Romero no se repite, no huye de su condición de cronista humorístico, el humor que tanta falta nos hace, y con sus cambios de parecer se convierte en un ladrón de la realidad, donde lo que importa es olvidarse de que fuera está lloviendo, de que, a pesar de todo no es un delincuente, sino un verdadero artista.
LO NUNCA VISTO. Berto Romero
Libreto: Berto Romero, Rafel Barceló, Tomás Fuentes
Intérprete: Berto Romero
Músicos: Ivan Lagarto (Guitarra)
Escenografía: Miquel Company
Vestuario: Rosa Pérez Cadenas, Serena Buselli
Música: Miquel Company, Ivan Lagarto, Berto Romero
Producción: El Cansancio, MPC management
Teatro Príncipe Pío