Hacía diez años que Polo y Blanca no se veían, desde que se produjera un episodio de extraordinaria violencia que desencadenó la disolución del grupo musical donde ambos tocaban a finales de los años noventa. Una tarde de invierno, Polo descubre a Blanca entre la gente que camina por una céntrica calle de Madrid. Así, lo que comienza como una conversación trivial entre dos viejos amigos pronto derivará en un doloroso tránsito al pasado. La revelación de aquellos inquietantes hechos dio como resultado la desaparición del grupo y ahora, años más tarde, todavía amenazan con devorarlos.
Un buen chico es una fascinante historia narrada por medio de múltiples conversaciones cruzadas cuyas piezas encajan como un perfecto mecanismo de relojería. Tras comenzar siguiendo un estilo de monólogo interior a lo largo de unas pocas páginas, estas conversaciones cruzadas se hacen fundamentales para poder situarnos en cada uno de los saltos temporales y de escenario que da la novela, ya que cuenta con la intervención de varias épocas y varios personajes, estando estos elementos enlazados de una manera perfecta.
A su vez, una vez que nos hemos introducido de lleno en este patrón que va a seguir la novela a lo largo de sus páginas, no vamos a perdernos en ningún momento. Y, al estar inmersos en varios escenarios simultáneos integrados en una sola trama, Gutiérrez consigue un efecto hipnótico que no nos deja soltar el libro en ningún momento.
Por otro lado, los personajes son completamente reconocibles y es muy sencillo diferenciarlos a unos de otros, ya que cada uno tiene su propia personalidad con un montón de matices característicos, lo que los hace inconfundibles y únicos, tan únicos que incluso podemos saber quién habla tras cada salto temporal o espacial en la trama ya que cada personaje es reconocible por su propio discurso.
Además, el lenguaje no es nada sencillo, pero pese a esto es muy fácil de leer. La voz del narrador es una voz muy empática que nos mete de lleno en la novela desde la primera página y no nos quiere dejar salir, pero es una empatía a disposición del mal, lo que el autor considera el elemento más importante de su obra y de lo que más orgulloso se siente.
En definitiva, el autor se vale de una voz intimista y de un ritmo narrativo de gran intensidad que atrapa al lector desde la primera página para dar lugar a una novela violenta y lírica a la vez, a una lectura hipnótica y profundamente perturbadora.
Crítica literaria
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