El retraso de la presentación se ha debido a la imposibilidad de los acompañantes del autor, Zarzalejos y Pendás, de acudir en una fecha anterior a la exposición de este ensayo, que es un libro que hay que leer si interesa la constitución de la nación y de deslindar el patriotismo del nacionalismo.
Ángel Rivero se decidió a tratar en este ensayo la idea de nación, entre gran cantidad de ideas liberales, desde el punto de vista de unos ciudadanos inmersos en una paradoja: que asociamos la idea de nación a procesos conflictivos y violentos, pero en el fondo nosotros vivimos embebidos en una, ya que la nación es un componente esencial en la vida democrática.
Actualmente, nos estamos aproximando a acontecimientos importantes, uno de los cuales es que en 2012 celebramos el bicentenario de la Constitución. Lo que debería ser recordado con orgullo, no recibe la atención y el cuidado que merece. Con este espíritu, FAES ha promovido la publicación de este libro. Tenemos un libro que nos habla del nacimiento de la España liberal y de la España que hoy disfrutamos. No es un libro de efemérides ni un libro exclusivamente histórico; es una reflexión que se asienta sobre los conocimientos del autor y un acervo crítico impresionante. Es un texto claro y su excelente prosa es una de esas cortesías que los sabios deben tener hacia los lectores. Actualiza la mirada que podemos tener sobre nuestra propia nación y su texto fundacional que es el texto de Cádiz.
Lo que nos cuenta puede ser contemplado desde la perspectiva de la España constitucional y desde un régimen de libertades, ya que probablemente sólo en la Pepa y en la Constitución del 78 se busca la plenitud de la nación a través de la plenitud de la libertad. La identidad de la nación española se realiza a partir de la vinculación con una historia de libertades, esto es un elemento que subraya un progreso que se produzca desde lo existente sin saltos excesivos ni revolucionarios, aunque sí radicales.
Este ensayo también nos comenta la reivindicación de la ciudadanía como pilar de la modernidad política y que la reunión y la igualdad de todos bajo la ley fue una realidad frustrada cuyo fracaso se puede todavía apreciar en la actualidad. Este libro ofrece un magnífico relato de la libertad y de la ciudadanía. Y en este caso, a diferencia de muchos libros que trataron el mismo tema, la prosa se basa en un pensamiento muy sólidamente asentado, por lo que ésta no una obra de ficción.
El profesor Rivero, a su vez, explica conceptos políticos ambiguos y polisémicos de manera sencilla. El autor defina la Nación como un concepto político por encima de todo y ésta es una de las razones que hacen que, según el autor, patriotismo sea la antítesis de nacionalismo. Por oposición al patriotismo, el nacionalismo es sobredosis de nación y parte de la idea de sociedades imaginarias, pese a que en el fondo buscamos una nación que no transmita mitos ni falacias históricas.
También se centra en la vieja querella entre historiadores y politólogos entre la creación de la nación y en que no hay que renunciar a la prenación política. Hay España antes de Cádiz, aunque el sentimiento nacional no se comenzó a expresar por parte de toda la población hasta la invasión de las tropas napoleónicas, momento a partir del cual se descubrió la efectividad y la genialidad de una nueva manera de organizar la convivencia política lejos de los valores absolutistas.
¿Es el nacionalismo siempre expresión de odio y fuente de conflicto?; ¿Es lo mismo patriotismo que nacionalismo?; ¿Puede haber democracia sin nación? Ángel Rivero, por tanto, muestra en este libro cómo la extensión del nacionalismo ha hecho que las sociedades que lo han sufrido renieguen del valor de conceptos como patriotismo y nación. Pero estos conceptos, cuyo significado democrático fue acuñado tempranamente por el liberalismo español, tienen hoy plena vigencia. Son esenciales para entender la democracia moderna y su defensa de la libertad individual. Forman parte de nuestra cultura política y señalan la continuidad de la política constitucional en España.
En definitiva, La constitución de la nación expone cómo la hegemonía del nacionalismo ha acabado por corromper conceptos como patriotismo o nación hasta hacerlos irreconocibles y, sin embargo, el patriotismo como defensa común de la libertad individual y la nación como reunión de los ciudadanos para la protección de sus derechos, son tareas más acuciantes que nunca. La nación es el baluarte desde donde defender nuestra libertad, también frente al nacionalismo. Éste es el legado perdurable del liberalismo español que vale la pena reiterar: la constitución de la nación por los ciudadanos sigue siendo fundamental para sostener la democracia cuyo objetivo irrenunciable es la protección de la libertad.
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