Esto que supone una sangría para nuestra juventud, no es su única queja. Para ella vivimos en un país donde es más importante el beneficio económico que las políticas sociales, la sanidad se está volviendo cada día más cara, la educación cada día está peor y eso por no hablar de la cultura, donde el presente gobierno cada día invierte menos dinero mientras continúan los privilegios de políticos y banqueros, responsables de la crisis económica que padecemos.
"En Cataluña estamos a la cola de todo, nos creíamos los mejores y ahora somos los mejores en recortes. Eso sí, todo el día hablando de independencia. Me choca que tengamos que ir a la independencia de la mano del partido más corrupto", asevera la escritora catalana. Ella de momento no sabe si está a favor o en contra de la independencia, "lo tendría que pensar", pero lo que sí tiene claro es que está a favor de una consulta, "en las últimas elecciones parecía que Artur Mas iba a ganar por mayoría absoluta; sin embargo, se pegó un batacazo. Los catalanes somos así, parecemos una cosa, pero luego la realidad es distinta. Los que estaban en contra se callaron lo que pensaron y luego votaron lo que quisieron", explica la novelista sobre la ideosincracia del pueblo catalán.
Según Rosa Regàs, el pueblo tiene miedo. Sobre todo, en la actualidad, miedo a la economía. "El miedo ha sido fundamental en la historia" de España y puso como ejemplo a la dictadura de Franco: "hay que llamar a las cosas por su nombre. Cuando oigo eso del anterior jefe del Estado me pongo de uñas. A mis nietos les digo que Franco fue un dictador". Especifica la escritora guerrillera que si tuviese veinte años estaría todos los días manifestándose en la calle, "a mi edad sólo lo puedo hacer una vez a la semana", agrega en tono irónico y divertido. Y citó lo que decía el periodista y pensador polaco Ryszard Kapuscinski "un país, después de padecer una dictadura, pasa cien años en volver a la normalidad". Así que ánimo, que ya nos va quedando menos.
La presentación de su nueva obra Música de cámara se convirtió en un acto reivindicativo sobre todos los padecimientos que sufre nuestro país. Pero también hubo tiempo para la literatura. La novela recoge la historia de amor de una mujer y un hombre muy distintos, incluso de creencias contrapuestas, ambientada en la Barcelona de la posguerra. "No es ni mucho menos una historia como Romeo y Julieta, ya que ésta duró muy poco en comparación con mi novela, que comienza en 1949 y termina con el reencuentro de los dos protagonistas en 1984, en tiempos de la Transición", explica emotiva.
Lo que ha querido mostrar es "una historia de amor en la que quedara claro cómo influyen las ideologías en una relación de pareja", cómo la religión puede influir en esa relación, tal y como le pasa a Javier, el protagonista, de extracción de la alta burguesía catalana. En la novela se muestra esa influencia de las ideologías y creencias, sobre todo en el caso de la derecha. "Lo que tiene la derecha sobre todo son creencias. La izquierda además tiene ideas, aunque no todos. Tampoco todos los de derechas tienen solo creencias", matiza la escritora con una sonrisa bastante irónica, que tiene palos para todos, pero más para la derecha, claro está. Hay que recordar que Rosa Regàs fue directora de la Biblioteca Nacional con el gobierno del insigne Rodríguez Zapatero.
La novela está basada en su experiencia personal y en su memoria pero "no es un libro sobre la Transición, tampoco he querido hacer una ley general. Es una historia que ocurre en un momento puntual, que viví yo", explica la novelista. "Ahora estamos señalando los múltiples errores de esa transición que creímos maravillosa. Se cerraron muchas heridas en falso después del terror que padecimos con Franco. En aquella época nos preguntábamos si habría o no una nueva guerra civil, estuvimos mirando que no viniera una guerra civil", contó.
En esos años recordó cómo aparecieron muchas personas que habían estado escondidas en pozos o en casas durante muchos años, incluso habló de cómo en los años cincuenta vinieron muchas personas del exilio y se encontraron una Barcelona u otras ciudades llenas de miseria, todavía con la cartilla de racionamiento. Aquello le llevó a decir a su padre, cuando en 1948 regresó del exilio, que "parece que la guerra la hayamos ganado nosotros", ante la pobreza que se encontró.
"Yo, como escritora, veo la realidad con unos ojos de compromiso literario. Hay otros escritores que lo ven con compromiso político, pero Música de cámara no es un libro reivindicativo, lo que he querido escribir es una historia de amor. La realidad novelesca es para mí más real, ya que es una realidad poética", ha agregado la escritora, que escribe con poesía, que perfila de manera genial sus personajes, quizá los femeninos mejor que los masculinos, pero que sobre todo cuenta historias para apasionar a los lectores.
Para finalizar, no pudo por menos que reivindicar la necesidad de que los gobiernos inviertan en cultura: "si se hubiera invertido en cultura, este país funcionaría. Éramos horteras cuando éramos pobres, horteras seguiremos siendo si somos ricos y la cultura no entra en nuestra mente". Cuando fuimos ricos sirvió para que la corrupción se adueñara de todos los estamentos.
También recordó el papel que Carlos Barral desempeñó en su vida profesional y personal, "era una jovencita cuando comencé a trabajar con él como editora. Con él aprendí a estructurar mi mente y conocí a personajes tan fantásticos como él: Juan García Hortelano, Caballero Bonald o Juan Benet, entre otros. Pero sobre todo lo que aprendí fue a trabajar divirtiéndome".
Y para concluir nos deja su pequeño secreto literario, "la literatura para mí es más atractiva si es sugerente y no pedagógica", así que aplíquense el cuento y hagamos la vida más sugerente.
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