En el acto de presentación fue acompañado por los periodistas Ramón Pérez-Maura y por un descamisado Carlos Herrera, que le fueron preguntado por los momentos más significativos de su vida. Andrés Pastrana no pudo por menos que tener un recuerdo agradecido con el recientemente fallecido Adolfo Suárez. “Hablo de él en el primer capítulo y fue la primera persona que llamó a mi familia cuando me secuestraron para ponerse a su disposición”, recordó. Así era nuestro primer presidente de la democracia, todo corazón y bondad.
“Cuando me secuestraron los esbirros de Pablo Escobar, me recluyeron en una habitación de 2x3 metros, pero curiosamente me dejaron una radio y una televisión. El narcotraficante quiso hablar conmigo y una noche lo hicimos hasta más de las cinco de la madrugada”, rememora el ex presidente de la República de Colombia. Y como afirmó en la conversación mantenida con los periodistas españoles, “hasta ahora nunca había contado lo que digo en el libro”. Si él no lo hizo, no vamos a contarlo ahora, para que los lectores compren estas interesantísimas memorias que llevan por título Memorias olvidadas y que han contado con la colaboración del periodista Gonzalo Guillén.
La mayor obsesión de Pastrana en su vida ha sido que “el mundo condene el narcotráfico, para ello conté con la ayuda de Suárez en la Comunidad Europea”, apunta agradecido. Hay que tener en cuenta que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) contaban con una infraestructura formidable en Europa. “En Suecia tenían hasta una emisora de radio”, dice. El dinero del narcotráfico puede comprar muchísimas voluntades, dentro y fuera de su país.
“Yo fui el único secuestrado por Pablo Escobar liberado vivo. Mi secuestrador, un tipo denominado Popeye, tenía en su haber la cifra de 400 homicidios directos y más de 1.500 indirectos”, desgrana con parsimonia ante la atenta mirada de personalidades como Ana Botella, alcaldesa de Madrid, Esperanza Aguirre o Rodrigo Rato. “La vida de un policía costaba 100 dólares, el precio que puso el Cartel de Calí”, apunta.
Uno de los pasajes de su vida más terroríficos fue cuando le hicieron llegar unos casetes con pruebas sobre la financiación de los narcos a los políticos de su país. “Fui a ver al presidente Belisario Betancourt para que me confirmase la veracidad de las mismas. Su respuesta fue que hiciese como que no las había recibido”, señala. Cuando se presentó a las elecciones de 1998, en pugna con el presidente Ernesto Samper, quiso hacerle comprometerse a que si alguno de los dos hubiese financiado su campaña con dinero del narcotráfico, debería dimitir. No consiguió ese compromiso, pero ganó las elecciones. Su recuerdo es amargo, porque si se hubiese dado “veracidad a esas casetes, la historia de Colombia hubiera sido distinta”, opina.
Siendo presidente electo, fue a hablar con la guerrilla a la selva. En el libro relata cómo fue su encuentro con Tirofijo y la odisea que tuvo que vivir para ello. Pese a su afán por dialogar, el encuentro se saldó en fracaso. “Yo siempre aposté por la paz. Al no poder conseguirla tuve que preparar un ejército para la guerra y ahí Estados Unidos me proporcionó una ayuda inestimable”, se sincera.
Su ejército tenía pocos efectivos y un material muy escaso. “El jefe del Comando Sur de USA me dijo que la única forma de vencer a la guerrilla sería desde el aire. Amplié el número de helicópteros y de efectivos, pero la paz no llegó hasta que se comenzó el proceso de paz que propició el presidente Aznar”, reconoció Pastrana. La ayuda del ex presidente español y la de Bill Clinton fueron fundamentales. Con el presidente americano llegó a reunirse a solas en el despacho oval y “demostró tener un conocimiento asombroso de nuestros problemas”, sostiene.
En Memorias olvidadas, Andrés Pastrana demuestra haber olvidado muy poco. Lo que cuenta y cómo lo cuenta, con la ayuda de Guillén, hace de ellas un libro imprescindible para conocer la realidad colombiana. Libro desmitificador y documentado, todo lo que no sabía con certeza se preocupó de contrastarlo. En algunos casos, como el de Fujimori, no pudo, pero demuestra honestidad y franqueza en todas y cada una de sus páginas.
Política
Puede comprar el libro en: