Si en El edificio Yacobián, Alaa Al Aswany se centraba en un inmueble de El Cairo para diseccionar a la sociedad egipcia, esta vez ha decidido tomar distancia y trasladarse a Chicago para mostrarnos Egipto desde el exilio. En efecto, en Chicago desfilan y se cruzan diversos representantes de la contradictoria sociedad egipcia presentes, por una u otra razón, en el campus de la Universidad de Illinois. Desde el protagonista, Nagi Abdel Samed, un brillante estudiante de medicina y acérrimo detractor del régimen egipcio, hasta Shaimaa Mohamedi, una joven devota musulmana que verá cómo sus convicciones se tambalean cuando descubre el amor; Ahmad Danana, el corrupto presidente de la Asociación de Estudiantes Egipcios, que actúa como informante para los servicios secretos de su país, o el profesor Refat Zabet, que lleva más de treinta años en Estados Unidos y que reniega de sus orígenes... En sus encuentros y desencuentros y a través de sus propias historias, estos personajes escenificarán los múltiples conflictos de la sociedad y el a veces nada fácil encuentro entre Oriente y Occidente.
Con esta nueva visión de la sociedad de Egipto, Alaa Al Aswany nos sorprende con nuevas historias de estudiantes de ciencias que van a estudiar en la Universidad de Chicago y de los emigrantes que ya vivían allí por razones políticas o por su trabajo. Así, se vuelven a tratar temas tabú de Egipto de los que nada se menciona y que aparecen en la novela como la discriminación por motivos de raza o religión, la política egipcia, la represión, la cobardía, el comportamiento revolucionario, el aborto, el paro, las drogas, la religión en sí misma…
Todo esto aparece envuelto en numerosas historias relacionadas entre sí por la ciudad de Chicago y por la interacción entre los diferentes personajes. La relación de estos temas con los distintos hilos narrativos está hecha de un modo asombroso, lo que hace de la novela una obra maestra.
Por otro lado, al haber tantas historias entrelazadas, el final es un final abierto, lo que deja un margen para imaginar un final a estas situaciones tan duras y realistas a las que se enfrentan los personajes.
En definitiva, Alaa Al Aswany vuelve a dar muestra de su inmenso talento como contador de historias y como cronista de la sociedad egipcia en esta controvertida y apasionante novela.