En contra de lo que pudiera parecer, Gaturro no es un gato baturro, sino argentino. De él sabemos que vive en una familia que le quiere bien, formada por el Padre, la Madre y los hijos Luz y Agustín, y que es un romántico incorregible, como sabe bien su vecina felina Ágata, objeto de sus desvelos amorosos.
Por eso, porque está coladito, no lo duda cuando escucha la angustiada llamada de su amada. Intrépido, se lanza por un hueco oscuro, al final del cual se halla una tortuga llamada Marina que le lleva hasta una isla donde, por fin, encuentra a su gata adorada… ¡y multiplicada por cinco!
¡Cinco Ágatas calcadas para un solo Gaturro! Esto es demasiado, no tiene ni pies ni cabeza. Y la explicación de Marina tampoco lo aclara todo. En esta isla subterránea, le dice, viven seres maléficos cuya única diversión es atormentar a los habitantes de la Tierra.
¿Cómo determinar cuál de las cinco es la entera y verdadera? Difícil tarea que exigirá romper los hechizos que han propiciado esa situación. Pero no hay misión imposible para un gato enamorado.
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