Con una premisa realmente increíble, el autor nos hace una descarnada pero a la vez divertida crítica social de los medios de comunicación, las políticas económicas de las grandes empresas, el sistema sanitario, la ideología mercantil de la actual Iglesia, la política laboral, las redes sociales... Un fresco rocambolesco y tremendo donde la ironía se mezcla hábilmente con el realismo más puro.
Lázaro es un gris contable de uno de esos grandes bancos que trajeron la crisis. Tras veinte años de trabajo prescindible, y amparado en una justificada reestructuración, es despedido. Con más de cincuenta años y un matrimonio aplastado por la rutina, no le queda más remedio que asumir esta nueva situación. Aunque será por poco tiempo: un derrame cerebral masivo le lleva a la muerte. En el hospital, no les queda a los médicos más que certificar el deceso.
Sin embargo, cuando ya va camino de la morgue, y de manera inexplicable a efectos facultativos, Lázaro resucita, se levanta de la camilla y pide un cigarro. A partir de aquí se verá arrastrado por un periplo cargado de incidentes que en su anterior y anodina vida jamás hubiera imaginado.
En esta su recién estrenada etapa, Lázaro tendrá que asumir el vacío agónico en que se ha convertido su matrimonio con Margarita. Se dejará llevar por los instintos egoístas de una hija que solo quiere sacar dinero de aquella situación anómala, sin importarle lo más mínimo los sentimientos familiares. También tendrá que lidiar las posturas enfrentadas de sus dos hermanas: Marta que pretende convertir en milagro lo acontecido de cara a la organización religiosa en la que participa, y María, que tras darse de nuevo a la bebida, busca dar notoriedad vía internet al hecho solo por llevarle la contraria a su hermana.
Por otro lado, los medios de comunicación se hacen eco de la insólita resurrección. Así, un presentador de programas basura, buscará recuperar a costa de Lázaro, la audiencia perdida de su programa. Mientras, y en previsión a posibles reclamaciones económicas, los responsables del hospital buscarán un razonamiento plausible a la resurrección de Lázaro, aunque sea a base de falsear los informes.
Las redes sociales también siguen el fenómeno, y un blogger aprovechado y sinvergüenza pretenderá sacar tajada de la bola de nieve que a nivel mediático se está generando. Al mismo tiempo, los directivos del banco, alertados por la situación, le plantean una colaboración que a nivel económico resulta irrechazable. Y finalmente, con la Iglesia hemos topado, la cual buscará en ese milagro un espejo que sirva para atraer nuevos creyentes y fortalecer los actuales.
Royuela articula una historia intensa y realmente entretenida, que podría pasar por comedia negra, y que bascula entre lo dramático y lo caricaturesco. La locura consumista y cruel a que nos somete el actual sistema, nos obliga a desempeñar un papel que, a veces incluso sin buscarlo, nos toca defender sobre el escenario cotidiano. Así, presenciamos un desfile de personajes tan cercanos, que no podemos más que dejarnos llevar por el torrente narrativo de este prodigioso autor. Personajes con entidad propia que acompañan a un protagonista menos ingenuo que héroe, y que sostienen esta metáfora de la incoherencia y la hipocresía colectiva que hoy nos inunda. La ironía y el ingenio se hacen entonces indispensables para poder liberar las miserias cotidianas, para analizar en profundidad los ideales y comportamientos del ser humano.
La manipulación de las masas, el monstruo mercantilista que todo lo justifica, la crisis de valores y la indefensa soledad del individuo, son temas que, revestidos de ironía, planean por la novela golpeando sutilmente la conciencia de un lector ávido de opiniones bien construidas. Cada capítulo comienza con un hecho real significativo, en plan artículo periodístico, que el autor acaba relacionando con la aventura de nuestro resucitado; algo que nos hace volver la vista a esa realidad que quizás pretendemos evitar, o solo mirar de soslayo. Así se va configurando una historia disfrazada de realidad, que nos enfrenta a todas las mentiras del mundo, esas que no queremos ver, ni sentir, ni asumir.
La escritura de Royuela bebe de la mejor tradición española, la trabaja y convierte en nuevas rutas literarias donde confluyen imágenes y sensaciones. El autor se vuelca en cada frase, hasta hacernos paladearla. Su riqueza léxica, y su capacidad para manejar con destreza las palabras le confirman como una voz singular en el panorama narrativo actual, un estilo propio que le distingue. Su universo literario va más allá de la mera semántica de la narración, algo realmente apasionante, que nos lleva a elogiar cada uno de sus trabajos.
Fernando Royuela (Madrid, 1963) es uno de los escritores españoles más valorados por la crítica. Su carrera literaria se ha cimentado sobre todo en novelas como El prado de los monstruos (1996), Callejero de Judas (1997), La pasión según las fieras (Alfaguara, 2003) o Violeta en el cielo con diamantes (Alfaguara, 2005). También ha publicado el libro de cuentos El rombo de Michaelis (Alfaguara, 2007).
La literatura infantil no se le ha resistido, estrenándose con Lo que comen los ratones. También es autor de numerosos relatos aparecidos en revistas y obras conjuntas como Páginas amarillas o Episodios nacionales, aparte de varios libros de poesía.
Destacado por una prosa ejemplar en la que se aúnan perfectamente tradición y modernidad, sus obras se reconocen sobre todo por el admirable caudal metafórico que arrastran. Sus trabajos han sido publicados en Francia, Alemania, Italia y Brasil.
Con La mala muerte (Alfaguara, 2000), recibió el elogio unánime de la crítica y obtuvo el Premio Ojo Crítico de RNE.
Entrevista con Fernando Royuela
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