Charles Dickens, protagonista de la novela, recibe una carta “invitándole” a conocer una isla misteriosa y tétrica que está situada frente a Manhattan y donde viven todos los desechos de la sociedad, los expulsados, los escondidos, los desgraciados, porque allí se alza, tras su faro, nada menos que un manicomio, un hospicio, un asilo, un penal y un hospital: es la isla de Blackwell. La isla sin voz, donde se hacinan los malditos por la sociedad. Por las noches, entre la bruma se percibe la ciudad que empieza a alzarse.
Dickens, el hombre que salía a pasear las calles del Londres para inspirarse, que visitaba hospitales y manicomios en busca de personajes, encontrará en la isla, no solo a los personajes que le inspirarán su “Cuento de Navidad”, sino también una pasión que no olvidará jamás. Es una ficción, pero podría no serlo. Porque la isla existe, y debía ser muy parecida a como la describe Vanessa Montfort, como los personajes que la pueblan.
La leyenda de la isla sin voz avanza construyendo los personajes con cuidado, mostrando la miseria humana, el abandono, la maldad, y como en las novelas de Dickens, a veces, los personajes son más importantes que el argumento y hasta que el cuadro está trazado por completo, hasta que no nos hemos empapado de cada uno de ellos, de las motivaciones, de la historia de cada uno, de las razones de la maldad, del sufrimiento, no empezamos a descubrir la trama final, y por eso, parece tener dos partes diferenciadas: la primera en la que descubrimos, atónitos, los personajes y la isla, como escenario, y la segunda en la que el argumento avanza deprisa hasta su resolución.
Dickens volverá tiempo después a la isla para descubrir los secretos y para contar lo que pasó en aquel lugar. Cómo construyó su cuento, contándolo cada noche a los asombrados protagonistas, cómo logró llevar un rayo de esperanza a toda la gente que la poblaba, cómo les liberó a todos. Cuál fue la pasión que nunca olvidaría.
Esta es una novela para leer despacio, para paladear, para dejarse empapar por los personajes, para dejarse sorprender, que nos habla de muchas cosas: de amor, de pasión, de libertad, de dignidad, de nosotros mismos en realidad, de cómo el ser humano puede ser tan ruin y a la vez tan indestructible, pero también nos habla de literatura, del acto de crear, de periodismo, de historia, y reconstruye un tiempo, no tan lejano y que sin embargo parece remoto.
Es una novela diferente a cualquier otra que podamos encontrar en el panorama literario español, como lo es su autora, dramaturga y novelista, con una trayectoria envidiable, que hay que seguir de cerca. Que hay de leer.
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