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"En defensa de la consulta soberanista en Cataluña" de Carlos Taibo

miércoles 14 de enero de 2015, 10:16h
'En defensa de la consulta soberanista en Cataluña' de Carlos Taibo

Carlos Taibo es uno de los grandes referentes de la Ciencia Política española. Profesor Titular en la Universidad Autónoma de Madrid, siempre ha hecho gala de la combinación independencia/rigor a la hora de plasmar sus ideas por escrito y de impartir clases, rechazando de forma deliberada caer en los parámetros de lo políticamente correcto. "En defensa de la consulta soberanista de Cataluña" vemos bien plasmado tal modus operandi.

En efecto, en esta obra analiza y reflexiona más sobre el pensamiento de otros que acerca del suyo propio. Al respecto, presta poca atención a las tesis del Derecho Constitucional y del Derecho Internacional (que en última instancia rechazan el derecho a decidir) ya que las considera excesivamente estatocéntricas.

Así, no debe sorprender que en la dialéctica actual Generalidad-Gobierno de la Nación, Taibo se decante porque los términos del debate los marquen las voluntades y no las leyes. Con esta manera de argumentar, aunque no sea su meta, vendría a avalar la estrategia del independentismo catalán que se ha arrogado la representación de toda Cataluña, sea separatista o no.

En consecuencia, la traducción práctica del “derecho a decidir”, esto es, “la consulta” del 9-N (aunque no se había celebrado cuando la obra vio la luz), ocupa una parte fundamental del libro. Taibo, en un ejemplo de pulcritud científica, empieza por analizar la ambigüedad del problemático concepto, pues como él mismo advierte, la expresión que a todos nos viene a la mente es otra: derecho de autodeterminación. Con sus propias palabras: “se ha impuesto una expresión distinta, más suave: la que habla del derecho a decidir. Salta a la vista las razones que explican esta opción: entre ellas se cuenta, a buen seguro, el propósito de liberarse de los estigmas negativos y de las muchas disputas conceptuales que arrastra el derecho de autodeterminación. Conviene recordar, sin embargo, que la expresión sustitutoria hace uso de un término más bien vago, que puede emplearse en provecho de reivindicaciones del orden más dispar. Nadie negará, en cualquier caso, que remite a un concepto más comprensible por el común de las gentes” (pág. 29).

A partir de esta consideración, enumera las causas por las que el gobierno de Mariano Rajoy rechaza la consulta, algo que según el autor descansa en última (y principal) instancia en un “nacionalismo español”, que practica una suerte de respeto escrupuloso e interesado de las leyes (particularmente de la Constitución de 1978): “para muchos nacionalistas españoles, la suya es una nación incontestable, mientras que las presuntas naciones de los demás obedecerían a artificiales enfermedades” (pág. 17).

Esta última es una materia que Carlos Taibo ha trabajado en obras anteriores (Nacionalismo español: esencias, memoria e instituciones, 2007; España un gran país, 2012): la existencia real de un nacionalismo español que suele negarse en unos casos y en otros suplirse por expresiones como “patriotismo constitucional” el cual “sienta las bases para un orgullo nacional no vinculado al nacionalismo. Ese orgullo se perfilaría en torno a la defensa de valores cívicos y sería afortunadamente distinto a las aberraciones que los nacionalismos de la periferia acarrearían. Nosotros seríamos, entonces, civilizados patriotas frente a la ignominia premoderna de nuestros oponentes” (pág. 18).

A lo largo de la obra también se ocupa de un hecho nada baladí: el aumento del independentismo en Cataluña en los últimos años. Al respecto, no habla de una causa concreta que lo explique, sino de un cúmulo (por ejemplo, la existencia de medios de comunicación que incentivan el soberanismo en Cataluña, lo que en terminología no necesariamente nacionalista catalana podríamos traducir en la expresión, quizás un tanto equidistante, “separadores que generan separatistas” a la que aludió en su día el Presidente José Montilla).

Con respecto a la estrategia del nacionalismo catalán, el autor añade un matiz que debemos tener presente tanto ahora como a medio-largo plazo: la existencia de un buen número de catalanes (se desconoce su cifra exacta) que exigen celebrar la consulta sin ser por ello independentistas (lo que nos induce a pensar que votarían No a la ruptura). Es más, advierte Taibo, hay incluso posiciones de izquierda que no son del gusto ni de CDC ni de Unió pero que se han sumado a la corriente del “derecho a decidir”.

No obstante, unas posibles concesiones económicas por parte del gobierno español (pacto fiscal), nunca mitigarían el sentimiento independentista. Una tesis de esta naturaleza lleva al autor a concluir que el referendo no puede considerarse “la pieza mayor de un chantaje destinado a obtener mejores condiciones económicas”, entre otras razones porque, la independencia ya no es objetivo exclusivo de las elites de los partidos políticos catalanes, sino que a ella se han adherido sectores populares. Por ello, “retratar a una parte importante de la sociedad catalana como si no supiese quien es Mas y se dejase llevar inopinadamente por una manipuladora estrategia es olvidar que hay un sentimiento soberanista e independentista que tiene raíces tan varias como profundas” (pág. 61).

En cuanto a las soluciones, la posibilidad de un referendo a nivel nacional es una opción que, en opinión de Taibo, no satisface a los dos grandes partidos, PP y PSOE, ya que en tal escenario tendrían más que perder que ganar. En efecto, uno de los supuestos derivados de esa hipotética “macro-consulta” podría ser un incremento de la brecha entre Cataluña y España (pág. 56).

Finalmente, sobre la fórmula federal, impulsada particularmente por sectores del socialismo, Taibo argumenta que en ningún caso reducirá el número de partidarios del independentismo ni tampoco pondrá fin al panorama de confrontación actual. El atractivo de la conversión del Estado autonómico en federal es escaso y los cambios que introduciría, mínimos y por ello, complejos de apreciar y de gestionar.

En consecuencia, “resulta difícil que quienes demandan el reconocimiento del derecho de autodeterminación se vean atraídos por una propuesta que más bien parece un artificioso intento por conservar el escenario actual” (pág.71). Sólo si ese modelo federal se reconoce el derecho de autodeterminación (parece que Taibo lo emplea como sinónimo del derecho a decidir) podría tener éxito, si bien, los sectores del PSC que se postulan en esa dirección, “han sido laminados de la dirección del partido”, lo que le lleva a concluir que actualmente se aprecian pocas diferencias entre la posición del PP y la del PSOE.

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