A sus ocho años, Oliver no recuerda otra cosa que el ruido de las sirenas y el zumbido de los aviones sobrevolando el cielo de un Berlín devastado. Su madre trabaja como enfermera del hospital de la Charité y se muestra cada vez más crítica con los valores del régimen, mientras que su padre, Max, es cocinero del Reich y parece no advertir la magnitud del horror nazi. Una tarde, cuando Oliver y su madre regresan a casa, una explosión divide irremediablemente sus destinos...
Lo fundamental que hace a esta novela tan buena son los dos puntos de vista solapados del padre y del hijo. El punto de vista del niño destaca sobre todo por su inmensa capacidad para mostrar la inocencia con la que todas las víctimas de los planes nazis de eliminación (no sólo niños, sino gente de todas las edades), eran conducidos a las diversas instalaciones en las que acababan con su vida de manera sistemática. La delicadeza con la que narra situaciones tan crudas sorprende bastante.
Así, el engaño a gran escala orquestado por las cúpulas nazis sobre judíos, gitanos, comunistas, enfermos graves… se acentúa mucho más con la mirada de un niño de corta edad. Además, esa crueldad que aparece en los niños y que se asocia a la edad, juega un papel determinante porque en centros como los que visita Oliver puede suponer la diferencia entre vida y muerte.
Por otro lado, el punto de vista de Max, el padre, nos muestra a un nazi convencido, que no duda en realizar un viaje al corazón del horror que rodeaba los planes de pureza de la raza. Su visión de la historia logra transmitir cómo, por aquéllos a los que ama, el hombre puede llevarse a sí mismo hasta límites insospechados y realizar acciones que nunca antes hubieran ni pensado hacer e incluso llegar a las últimas consecuencias por conseguir su objetivo por complicado que parezca.
A su vez, como creo que ya habrán podido intuir, la documentación para esta novela que ha realizado Ángela Armero ha sido un trabajo muy laborioso pero cuyos resultados se plasman muy bien en Oliver y Max, ya que refleja perfectamente los planes de eliminación Alemania o los recuerdos de un niño que ha vivido bajo la amenaza de los bombardeos desde que nació sin conocer un Berlín en paz.
En definitiva, inspirada por las salvajes prácticas del programa Aktion T4, Oliver y Max es una conmovedora historia sobre el amor entre un padre y un hijo, pero también, y ante todo, una valiosa lección vital: en los peores momentos, el ser humano es capaz de dar lo mejor de sí mismo.
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