Hijo de una soldadera de la Revolución mexicana y de un anarquista ruso, a Barrunte, el protagonista de Será mañana, le es otorgado el don de la inmortalidad a cambio de una extraña exigencia: hacer la revolución. Así, para subsistir, pero también para luchar por sus ideales, combate en la mayoría de las insurrecciones latinoamericanas (y buena parte del resto) y milita en variadas organizaciones de izquierda, desde los Montoneros argentinos a la OLP palestina, de las Brigadas Rojas italianas al sandinismo nicaragüense, del M-26-J cubano al IRA irlandés.
Tras un siglo de batallas y con alguna victoria y un sinnúmero de derrotas a cuestas, llega a un Madrid en plena crisis económica y efervescencia social con la intención y la necesidad de volverse a alzar en armas. Sin embargo, las circunstancias no parecen serle propicias: a la falta de recursos y al cansancio centenario, se suma su dificultad para adaptarse al siglo XXI.
Y por este motivo, Barrunte sería similar al personaje de Don Quijote, alguien totalmente fuera de lugar, que ha sido arrancado del que ha sido siempre su mundo para dar con una nueva y dura realidad que no le es posible comprender ya que no ha sido capaz hasta ahora de darse cuenta de que el mundo ha ido cambiando y que los revolucionarios con los que luchó a lo largo de su longeva vida ya están apalancados en puestos estables y han dejado a un lado la revolución.
Deudora de escritores satíricos como Bulgákov, Ha?ek o Ibargüengoitia, y dándole una vuelta de tuerca a la literatura comprometida, Será mañana reflexiona, en tono polémico e irreverente, sobre la vigencia del concepto de revolución, la necesidad de renovación de la izquierda y sus cuentas pendientes con el pasado para poder afrontar el futuro, así como sobre el envejecimiento, la continua postergación de los anhelos y el precio que hay que pagar por mantenerse fiel a los sueños.
La escritura de Federico Guzmán Rubio es muy actual, pero también es militante de los movimientos de los desarrapados, de los sin casa, de los que son víctima de la crisis económica que han traído los políticos y los empresarios todopoderosos y crueles. Su escritura es hiriente, construye frases cortas que van describiendo con crudeza la realidad oscura y sórdida que vivimos, pero que él puede comparar gracias a su erudición con otras escenas del pasado. Son frases cortas cortantes, como navajazos producidos por afilados y oxidados aceros que se incunstran en nuestro tejido capilar produciéndonos la gangrena de la miserable realidad a la que nos han abocado.
Será mañana es una larga reflexión del autor. Sin utilizar ningún diálogo, el narrador omnisciente nos va introduciendo por los suburbios de una ciudad, Madrid, que ha perdido su color, su alegría y sus ganas de vivir. Años de catastróficas alcaldías, Madrid es un guiñapo de lo que fue, donde malviven, en barrios lumpen como Malasaña, Lavapies o Vallecas, personas venidas de todas las esquinas del orbe y que conviven con personas desposeídas de suerte en la vida y de dinero en el bolsillo, dando una imagen fiel y real de una ciudad que ya nunca volverá a ser lo mismo que en los años 80. Madrid es ya una ciudad de viejos y de desengañados.
Guzmán Rubio hace continuas puntualizaciones a la música que nos gusta. Madrid ahora se ha quedado sin música y se está quedando sin vida. Hay un Madrid de manifestaciones de personas que van al centro desde el extrarradio, conserva una fuerza centrípeta que une y destruye y lanza al exterior. Todo esto lo ha sabido captar un escritor que al venir de fuera es más objetivo que los que están adentro.
Federico Guzmán Rubio nació en Ciudad de México en 1977. Estudió la licenciatura de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de México y ha trabajado como traductor y redactor para distintas casas editoriales de su país. Actualmente reside en España, donde cursa estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado el libro de cuentos Los andantes y Será mañana es su primera novela.
Críticas literarias
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