Actualidad literaria: David Foenkinos arrasa con "La delicadeza"

Increíblemente la adaptación cinematográfica arrasa en la cartelera

Daniel Foenkinos debe de estar muy orgulloso de sus diez premios franceses, de la traducción de La délicatessee a más de quince idiomas y de ver a la elegante Audrey Tautou encarnando a la delicadísima Nathalie. Lo que a mí me preocupa es que las mujeres que se han hecho con la novela o han acudido en desbandada al cine se identifiquen con la pobre e insoportablemente triste Nathalie. En su intento de ser sobrio y delicado –delicadeza y más delicadeza, sin llegar a saber qué quiere decir con ella, desde la primera hasta la última página- Foenkinos ha creado una historia totalmente plana en la que el único romanticismo posible es el que el lector decida inventarse. Ningún personaje de la historia muestra un mínimo arco de evolución a pesar de atravesar experiencias vitales tan traumáticas como el amor, la muerte, el acoso y la depresión. La Nathalie que nos imaginamos a partir de una serie de características que Foenkinos enumera como una lista de la compra, se mantiene impertérrita tanto al enamorarse, como al quedarse viuda y tras enamorarse una vez más. François es “de esa clase de hombres que abordan a una mujer una sola vez en la vida, y van y aciertan”. ¿Puede alguien decirme qué clase de hombre es ese? Aparece como un acosador aunque el autor te recuerde en cada página que no lo es; quiere mucho a su mujer no por sus gestos sino porque Foenkinos te lo dice y de repente se muere. ¿Y cómo puede ser ese Markus tan maravilloso que devuelve la magia a la vida de la viuda apenada que, a pesar de llevar siendo su compañero de trabajo durante siete años, nunca antes había sido mencionado? Sacarse un personaje de la manga cuando los dedos se te quedan paralizados sobre el teclado se le puede perdonar a un autor novel, pero no a uno que ya ha cosechado premios con otras siete novelas anteriores.

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