"He sentido una gran corriente de alegría entre mis conocidos y los que no lo son tanto por conseguir este premio", dijo la escritora en la presentación ante los medios de comunicación donde se mostró muy feliz por la consecución de tan preciado premio. Cree que "la sociedad se ha vuelto más empática en la actualidad, tanto para lo bueno como para la malo y en mi caso me han felicitado mucho más que por cualquier otra obra mía", reconoce Carmen Amoraga. Quizá la crisis económica está influyendo en esa empatía, ya que son tantas las malas noticias que nos está trayendo esta crisis que cuando sucede algo bueno, gusta más reconocerlo y alegrarse.
La vida era eso está basada en hechos reales. "El padre de una amiga de mi hija mayor falleció hace poco de cáncer. El pueblo donde vivo es tan pequeño que todo se sabe y el padre de la niña iba contando su enfermedad en el Facebook", relata la escritora. Una vez hubo fallecido se puso en contacto con su mujer, se hicieron amigas, y la pidió permiso para contar su historia. Carmen Amoraga cambió los nombres y se puso a escribir esta historia dolorosa, añadiendo los post que cada 29 de mes durante un año escribió la mujer recordando a su marido. "Los cuales están incluidos en la novela, sólo corregidos ortográficamente", adelanta la novelista valenciana.
"Compartir lo que te pase con la gente, hace que todo te duela un poquito menos, no es por morbo, se hace por sobrevivir", opina la autora de El rayo dormido. La primera parte es la más dolorosa de la narración, pero "la forma de contarlo hace que te duela menos. He intentado hacer una fotografía difuminada de la realidad", se sincera. A partir de ahí, la obra toma el sendero que le imprime la escritora, ya lejano de la realidad.
La novela va describiendo cómo Giuliana, la protagonista, va evolucionando, desde su forma de ser muy poco sociable a mimetizarse con la forma de ser de su marido William, mucho más abierto a las redes sociales y a las personas. "Quería conseguir que el lector se sintiese identificado con la protagonista", desvela. En la actualidad, las redes sociales están todavía en construcción. Todavía no sabemos en qué manera van a influir nuestro comportamiento en la relaciones personales. Pero, lo que sí está claro es que estamos modificando nuestra forma de relacionarnos. William, el marido fallecido, tiene una personalidad acorde con el mundo real y le ha servido a la autora para reconstruir un poco su personalidad. Lo que sí está claro es que "las palabras tienen un sorprendente poder terapéutico", afirma.
"He querido hacer una fotografía de lo que veo hoy en día y cómo nos comunicamos a través de las redes sociales", dice la escritora y añade risueña "el mundo es como un taxi, unas veces nos convertimos en viajeros y, al mismo tiempo, en conductores". Será porque en el taxi hablamos sin tapujos con una persona a la que no conocemos. Algo que también ocurre en las redes sociales, las cuales hacen una gran labor de socialización. "Cuando escribo algo en Facebook anhelo que pongan me gusta en lo que digo. Tenemos demasiado pudor en la vida real y quizá no tanto en Facebook. Nos cuesta abrazar en la vida cotidiana y, sin embargo, por Facebook resulta más fácil mandar un abrazo", razona la escritora.
Cuando alguien sufre una pérdida, suele pensar que no va a volver a querer a nadie y que nadie le va a volver a querer. Sin embargo, en la novela aparece Santiago, un antiguo novio de Giuliana que toma especial relevancia, "ella lo ve como una fantasía que supone una nuevaesperanza y que yo, en un principio, creía que no iba a crecer tanto, pero la historia me lo pedía", apunta.
Para Carmen Amoraga "la novela es muy vitalista y al contrario que Simone de Beauvoir, creo que las personas felices tienen mucha historia. La felicidad es una forma de estar en el mundo". Y escribe como es. "Al principio de mi carrera escribía lo que me gustaba leer, ahora sigo escribiendo lo que me gusta, pero como soy yo, más naturalista y realista", confiesa y subraya "escribo así, no lo puedo hacer de otra manera". Aunque cree que según ha ido creciendo su obra, lo hace con más oficio, tomando cada vez más elecciones conscientes.
La música ocupa un lugar determinante en su obra. La vida era eso tiene su banda sonora, sobre todo canciones de Whitney Houston y Vicentico que la gustan mucho. "Escribo con música. No tenemos una cultura del silencio", concluye. Quizá por eso, "es capaz de hacer escuchar una novela", como destaca su editora Silvia Sesé.
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