Además, Javier Yanes introduce un elemento novedoso: la ciencia, un material que el autor, también doctor en Biología, maneja de forma habitual en su labor periodística. La novela ha sido publicada por Plaza y Janés.
La historia que inspiró la novela
El autor ha ejercido en medios como la Agencia Efe, el diario ABC y el desaparecido Público. Fue mientras trabajaba en este periódico cuando se topó con esta historia: «En 2008 escribí un reportaje sobre la idea de enviar un colono a Marte, proyecto que llevaba tiempo circulando entre los heterodoxos de la comunidad aeroespacial y cuyo defensor más ferviente era un ingeniero retirado de la NASA llamado Jim McLane. Lo que McLane pretendía era recuperar el espíritu épico y romántico de los comienzos de la exploración espacial: convertir esta misión en un gran viaje al estilo de las travesías de los antiguos descubridores, una aventura que apasionara a la humanidad». La propuesta de McLane suscitó polémica y la comunidad científica llegó a ridiculizarla.
Sin embargo, al poco tiempo alguien dio el primer paso al frente para ofrecerse como colono marciano. «Fue William H. Ruth, sargento de primera clase de la División Aerotransportada 101 del ejército de Estados Unidos, una unidad mítica por su participación en el desembarco de Normandía y en otras operaciones históricas», detalla Yanes. «Logré contactar con Ruth, que estaba destinado en Afganistán bajo el mando de la OTAN. Me explicó sus razones y nos escribimos durante un tiempo. Resultó ser un tipo interesante. Soñaba con ser el primero de un nuevo mundo, de una inmensa utopía de paz y cooperación global, pero no dejaba de ser un militar curtido, capaz de sobrevivir en las condiciones más adversas. Supe entonces que allí había material para una novela».
Los personajes
Entre aquella idea seminal y Tulipanes de Marte transcurrió un largo proceso de creación. «Yo no quería novelar el ejemplo de Ruth, pero su visión está presente. A partir de aquel momento me pregunté qué llevaría a alguien a encarnar semejante misión en la vida, y de esta reflexión fueron surgiendo los personajes: Ismael y Samuel, dos niños, amigos inseparables, que suspiran con viajar al espacio, hasta que la vida los coloca en escenarios y tesituras muy diferentes. Nadine, vértice del triángulo. Pancho Monaghan, el hosco e intratable astronauta jubilado que prende en los niños la chispa de la curiosidad. Karen Heller, la periodista que traspasa los límites de su papel como testigo para moldear la realidad a su conveniencia; incluso un ser no humano, una inteligencia artificial denominada Jacob cuya intervención será clave en el desarrollo de la narración».
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