La editorial Gredos, siempre de referencia, nos presenta una versión fuera de serie sobre una de las grandes epopeyas de la Historia y de la Literatura. «La Iliada es el primer poema de la literatura griega. La literatura occidental comienza, en efecto, con esta epopeya heroica de unos quince mil setecientos versos, compuesta en el siglo VIII a.C. por Homero. Por ese mismo poeta al que los antiguos atribuyeron también la Odisea, el segundo gran poema heroico compuesto pocos lustros después. Homero es el gran patriarca en los comienzos de toda nuestra literatura. Poco sabemos de él, e incluso a veces -en los siglos XVIII y XIX- se llegó a dudar de su propia existencia como único autor del vasto poema, postulando en su lugar la actuación de un hábil compilador y zurcidor de composiciones más breves anteriores. Pero, superando los problemas y discusiones eruditas de la llamada ‘cuestión homérica’, volvemos hoy a creer en ese espléndido y genial autor que, a mediados del siglo VIII a.C., compuso esa magnífica epopeya sobre un episodio singularmente memorable de la guerra de Troya, la ciudad también llamada Ilión, de donde viene el nombre del poema, y marcó con su obra todo el curso de la literatura griega». Los griegos nunca poseyeron ‘libros sagrados’, donde se encontrase su doctrina religiosa, basada en sus complicados y, en muchas ocasiones, mitos religiosos, y en los que sus dioses se comportaban apasionadamente humanos, aunque acompañados de un poder sobrenatural. En sus paradigmáticos festivales se recitaban versos del genial Homero, y los niños se aprendían los versos de memoria. En la Grecia de la Antigüedad la literatura épica era su género literario por antonomasia. Y, por consiguiente, dentro de sus autores preferidos, los habitantes cultos de la Hélade preferían a Homero y luego, a notable distancia a Hesíodo. “La epopeya es, en todas las culturas, un género basado en la tradición mítica, que rememora las ejemplares y memorables hazañas de los héroes-gloriosas figuras de antaño que los mitos recuerdan y que sirven de estímulo y ejemplo a las generaciones de los hombres-, protegidos e impulsados a veces por los dioses. La Ilíada es una composición épica monumental por las proporciones del poema mismo, y tanto por su dramatismo como por su temática -el asedio de una ciudad, la contienda sangrienta, la atención a las batallas y los esfuerzos de los héroes, las palabras y las muertes de los guerreros, el trasfondo de los dioses y el destino, etc.-, es un espléndido paradigma de este género poético, solemne y arcaico”. La Ilíada no refiere los inicios de la gran conflagración entre danaos y troyanos, ni manifiesta lo que ocurrió al final, ya que es de rigor colegir que todos los griegos de la época tenían la certidumbre sobre la trama de forma total y absoluta. Por consiguiente, Homero se dedica a construir su obra, de largo desarrollo, alrededor de algunos episodios referidos al décimo y último año del asedio de Troya, realizado de forma muy cruenta por los aqueos, que no abandonarán la guerra hasta que la ciudad sea conquistada a sangre y fuego, y de forma inmisericorde. En la cúspide de la milicia de los helenos se encuentra el todopoderoso y orgulloso Rey de Micenas Agamenón “el Atrida”. Todo parte de una venganza, concebida por causa del rapto realizado por el príncipe troyano Paris-Alejandro de la Reina Helena de Troya, cuando fueron los troyanos a realizar un viaje económico, político y comercial, al reino del Rey Menelao de Esparta; a la sazón hermano de Agamenón. El tema central de la trama, ya es narrado por Homero en los primeros versos, cuando le pide a la Musa que cante como ‘la ira funesta de Aquiles’ les produjo terribles desastres a los aqueos. Toda esa larguísima obra solo abarca, en la narración cronológica, unos catorce días de guerra, a los que hay que añadir unos veinte de descanso. El hecho histórico, que se puede analizar de forma sucinta, se refiere a que la situación geopolítica de Troya, en el Bósforo, conllevaba el pago elevado de aranceles para las mercancías que venían desde Asia, y que eran muy necesarias para la economía de los griegos de la Edad del Bronce; por lo tanto, mientras los troyanos se enriquecían, los griegos se veían obligados a pagar impuestos a esa odiada ciudad, que los ahogaba sin pausa. La mejor forma para acabar con el problema económico, era arrasar Troya, y era preciso buscar un subterfugio, que los propios troyanos les iban a dar de forma inconsciente. “El canto I se inicia con su enfrentamiento (DE AQUILES) a Agamenón, que ofende al héroe. Este pide entonces ayuda a su madre, la diosa marina Tetis. Siguen episodios de batalla. En el canto IX vuelve a primer plano Aquiles, al que los embajadores de Agamenón solicitan que deponga su cólera y, aceptando las excusas del caudillo aqueo, vuelva al combate. Pero entonces Aquiles se niega, y persiste en su rencor. En el canto XVI es su amigo Patroclo quien, ante la apurada situación de los griegos, vuelve a rogarle. Patroclo, ante la negativa de Aquiles, toma prestadas sus armas y marcha al combate. Allí le matará Héctor, con ayuda de Apolo. La muerte del joven amigo de Aquiles impulsa al héroe a retornar a la pelea, enfurecido y deseoso de venganza. En el canto XXII se enfrenta a Héctor y le da muerte, como era de esperar”. El comportamiento cruel del caudillo de los mirmidones e hijo de Peleo, Aquiles, lo conduce a ensañarse con los despojos del cadáver de su enemigo. Pero, entonces y de forma sorprendente, la tensión trágica de la obra alcanza el cenit, cuando el anciano Rey Príamo de Troya se presenta ante el matador de su hijo, y le suplica que le entregue el cadáver, para poder honrarle; la crueldad de Aquiles se calma, y conmovido por aquel enorme amor de padre acepta entregarle los restos mortales de Héctor. De esta forma tan sensible finaliza la obra homérica. En la Ilíada existen muchos más protagonistas destacados, varones y mujeres, además de Aquiles o Héctor; se deben citar, por lo tanto, a Agamenón y a su hermano Menelao, Ayax Telamonio (El segundo más fuerte de entre los griegos) y Ayax Oileo, Úlises de Ítaca ‘fecundo en ardides’ y sujeto central de la Odisea, Diomedes, Idomeneo de Creta, Néstor; también troyanos tales como Deifobo, Paris, Eneas, Sarpedón, Príamo, etc. Y mujeres eximias para la trama como Briseida, Criseida, Tetis, Hécuba, Andrómaca y Casandra, entre otras de mayor o menor enjundia. “En 1870 Heinrich Schliemann encontró las ruinas de Troya en sus excavaciones en la colina turca de Hissarlik, a poca distancia del Bósforo. Entusiasta lector de Homero, se había embarcado en una empresa que los sabios de su tiempo juzgaban alocada: nada menos que buscar la ciudad cantada por Homero, la que por culpa de Helena destruyeron los aqueos según las viejas leyendas… Incluso Tucídides que no aceptaba algunos detalles de la gran expedición, admitía sin dudarlo el hecho en sí”. Versión magistral de la Ilíada. Recomendación plena. «Nulla crimen, nulla poena sine lege». Puedes comprar el libro en:
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