Liber Hiperboreas es un interesante thriller que combina la acción en tiempo presente con un pasado centrado fundamentalmente en la Alemania nazi y las diversas expediciones que se realizaron para encontrar objetos con poderes místicos para dar lugar a una trama digna de películas de aventuras y ciencia ficción, en la que pocas cosas y pocas personas son lo que parecen
¿Qué le llevo a escribir Liber Hyperboreas?
El universo fantástico de H.P. Lovecraft y sus amigos, como Clark Ashton Smith, el que más escribió sobre el mítico continente de Hiperbórea, siempre me ha atraído. Por otra parte, como historiador de formación que soy, me encuentro predispuesto a rechazar cualquier presunta historia alternativa de la humanidad no documentada. Pero a veces es agradable escapar y dejar volar la imaginación, librarse de los rígidos corsés del mundo académico e imaginar de qué otro modo podrían haber sido las cosas. Supongo que, en el fondo, la atracción por estos temas es fruto de la simpatía genérica que muchos historiadores sentimos por la ciencia ficción.
¿Por qué se decantó por un thriller como género de su novela?
Mis novelas anteriores también podrían considerarse thrillers. Sin embargo, ésta es un poco especial. En realidad, yo diría que es más bien un híbrido entre thriller, novela histórica y novela de ciencia ficción, pues posee elementos de los tres géneros. Además, el estilo es más literario y en eso se aparta un poco de los tres.
¿Qué opinión le merecen las teorías que hablan acerca de la Atlántida?
Es cierto que quedan cosas por explicar. Algunas de ellas incluso resultan bastante sorprendentes, como por ejemplo que en el mapa de Piri Reis, un almirante turco del siglo XVI, aparezcan datos geográficos que no se han conocido hasta el siglo XX. En general, no obstante, creo que la mayoría de lo que se dice es pura especulación sin base documental o arqueológica seria. En una novela mía anterior, El Plan Malthus, trato el tema, pero siempre de forma fantástica, como un mero divertimento, sin pretender en modo alguno convencer a nadie de algo en lo que no creo.
¿Cree que hubo alguna especie tecnológicamente desarrollada que desapareció de la faz de la Tierra?
No lo creo. Se habla a menudo de artefactos de miles de años de antigüedad que parecen demasiado avanzados tecnológicamente para su época, los célebres ooparts (Out of Place Artifacts), como la pila de Bagdad o el mecanismo de Antiquitera, pero en mi opinión se trata de fenómenos puntuales que no sabemos explicar porque nos falta información de su contexto. Si hubiera existido una civilización muy avanzada en un pasado remoto, sin duda quedarían de ella vestigios arqueológicos mucho mayores que simples artefactos.
¿Hay algún argumento a favor del origen extraterrestre de la vida en nuestro planeta?
No soy experto en la materia, pero creo que es una teoría que no está descartada del todo. Naturalmente, no me refiero a una civilización extraterrestre avanzada que hubiera desarrollado la vida en nuestro planeta de modo intencionado, sino a la más prosaica posibilidad de que los ladrillos de la vida, sus componentes más simples, llegaran aquí a bordo de meteoritos. La teoría de la Panspermia de Arrhenius es antigua ya, creo que de comienzos del siglo XX, pero no está del todo descartada, según tengo entendido.
¿Cómo definiría al personaje de James T. Longfellow?
Creo que es un personaje muy atractivo desde un punto de vista literario. Es casi un antihéroe de libro: un hombre mediocre, físicamente frágil y emocionalmente vulnerable que se ve enfrentado a algo para lo que no está preparado en teoría, pero sale airoso porque descubre en su interior una fuerza que desconocía, la fuerza que da el amor por otra persona. Por otro lado, es un personaje muy gracioso, cuya ironía le permite reírse de todo, empezando por él mismo.
¿Por qué ha decidido narrar los capítulos que tratan acerca de él en primera persona?
La primera persona acerca los hechos al lector y facilita su identificación con el protagonista. Es un recurso para enganchar desde el principio. Además, la narración en presente y con un léxico más sencillo de los capítulos que transcurren en nuestros días añade ritmo y permite marcar mejor la diferencia con los capítulos cuya acción transcurre en el pasado, en los que se ha usado un léxico más rico y tiempos verbales en pasado.
¿Suele ser muy complicado descifrar textos antiguos o la mayoría tienen un código relativamente sencillo?
Una cosa son los textos antiguos y otra los que han sido escritos usando técnicas criptográficas más o menos avanzadas. Los textos antiguos se leen bien si se conoce la lengua y se domina la paleografía y la epigrafía; los encriptados exigen descifrar primero el código que se ha usado para ocultar su significado. En la novela se describen algunas técnicas. A veces no es nada fácil. Existe aún un libro, el célebre Manuscrito Voynich, que no ha sido descifrado y al que también se alude en la novela.
¿Tiene algún significado en especial el símbolo de la portada de la novela en relación con el libro? Es curioso que en él aparezcan a la vez la estrella de David y la esvástica nazi.
La estrella de seis puntas, el hexagrama, no es sólo el símbolo del judaísmo; también es un símbolo alquímico que alude a la fusión de los contrarios, y en la novela se hacen numerosos guiños a la alquimia y a lo que representa como búsqueda de la verdad de las cosas tras su apariencia real. Respecto a la cruz gamada, alude, esa sí, a los nazis, que desempeñan un papel importante en la novela.
¿Qué es lo que más destacaría acerca de las expediciones nazis para hacerse con objetos de poderes místicos?
La locura paranoica de una buena parte de los líderes nazis, empezando por Himmler, el jefe de las SS, cuyo círculo interior era una verdadera sociedad secreta obsesionada con el ocultismo que creía con fe ciega en los delirantes mitos sobre el pasado remoto del pueblo alemán. Por lo demás, no cabe negar que muchos de los objetos que buscaban, como la lanza de Longinos, el Arca de la Alianza, el Santo Grial y otros, siguen obsesionando a mucha gente y sirven de pretexto para miles de libros e incluso películas muy taquilleras que todos recordamos.
¿Alguna vez, que usted sepa, llegaron a encontrar alguno?
Sí, claro. Hitler se hizo con la lanza de Longinos, el centurión que, según los Evangelios canónicos, traspasó el costado de Cristo crucificado, al poco de llegar al poder. Respecto al Grial, se dice que está en la catedral de Valencia. Sobre el Arca se dice de todo, pero los nazis desde luego no la encontraron.
¿Qué opina acerca de las teorías de la eugenesia?
Si es la eugenesia que practicaban los nazis, opino lo que cualquier ser humano que aspire a merecer ese nombre, que no era sino uno de los más consumados ejemplos del grado de depravación al que puede llegar la humanidad. Ahora bien, no me cabe duda de que en el futuro nuestro conocimiento de la genética nos permitirá empezar a controlar nuestra evolución y mejorarnos como especie. Pero se trata de un terreno peligroso. Creo que si nuestros avances tecnológicos, sean del tipo que sean, no van acompañados de un progreso ético, la tecnología podría resultar letal.
¿Podemos esperar alguna nueva novela suya pronto?
Pronto no. Ahora me estoy tomando un descanso. Mi próximo libro, que sale en octubre, es una aséptica y breve biografía de Francisco Franco. Pero nunca se sabe. A veces te llega la inspiración y se apodera de ti y no tienes otra salida que ponerte a escribir como un loco.
¿Piensa retomar en el futuro al personaje de James T. Longfellow o sólo aparecerá en esta novela?
Me gusta el personaje, así que no lo descarto. Pero no lo tengo previsto a corto plazo, desde luego.
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