“Setenta, pequeño, son setenta los años de vida que he contado en el libro y lo he hecho sin acritud, aunque hubiera podido”, afirmó ufana y sin rencor, porque lo que ha contado, lo que ha visto, ha sido mucho. Lo que ha vivido y lo que ha sentido, también ha sido mucho. Y todo en un tiempo que ha corrido tanto y tan deprisa, que me siguen pareciendo 17 los años que cuenta o los años que llevo leyendo y disfrutando de sus reportajes, de sus novelas y de sus columnas.
¡Columnas del pensamiento iconoclasta! En un periódico en donde “he sido una piedra en el zapato”, dice risueña, y añado: una viga en el ojo ajeno de “un periódico soberbio en el que nunca se han portado bien conmigo y que me aguantaban porque era bastante leída, salvo personas como Javier Valenzuela, que siempre se ha portado muy bien conmigo. Se nota la escuela de EFE, que imprime carácter, como a éste que escribe estas líneas u otros colegas de TVE y Radio Nacional
“A este periódico mío le mueve la codicia, el capitalismo gore”, define con acierto y precisión. Pero no quiere hacer sangre, “Cuando opté por irme a Cambio 16, los cuchillos volaban, pero creo que fue una decisión muy acertada, a la par que meditada”, recuerda. Antes se podía hacer periodismo de investigación; ahora los recortes económicos y el pesebrismo de los medios de comunicación impiden realizar periodismo de verdad.
Quizá por eso haya tanto pasotismo en los españoles. “Me molesta la indiferencia generalizada, pero en estas elecciones hemos demostrado que cuando se vota con sentido, el cambio se puede producir”, analiza. A lo mejor no son extrapolables los resultados electorales, pero el toque de atención a los partidos mastodónticos, cuatro nacionales o dos autonómicos ha sido tremendo. O reaccionan o irán a parar a las listas de paro que ellos han provocado.
“Hay una cierta hipocresía mediática. Los medios que han vivido del chiringuito de la transición se están preparando para vivir ahora del chiringuito de esta nueva transición”, apunta con lucidez y continúa exponiendo su pensamiento con un tono de ironía: “vienen tiempos interesantes. El voto puede hacer más que la ausencia de voto” y se pregunta: “¿cómo serán las próximas generales a poco que no la caguen?”. No pretendo ser adivino, pero tengo la sensación de que lo van a hacer, que esto les ha venido grande y que las declaraciones que están haciendo últimamente son las de primates revolucionarios, como diría Pablo Herreros.
Para escribir Diez veces siete ha tenido que dejar colgada una novela, pero no le ha importado, “me ha quedado este libro muy bien, estoy como renacida de nuevo, me he puesto a dieta, practico Pilates y tengo muchas ganas de trabajar”, subraya y se le nota con la energía que lo dice, tiene palabras amables para todos, pero también tiene tiros para todos, “quiero que en mis novelas haya violencia, tiros, bombas, etc”, nos anticipa.
Pero también tendrán humor, como uno de los últimos tuits que publicó: “El Príncipe Carlos de Inglaterra aplaude a Juan Carlos con las orejas”, lo cual es un peligro si tenemos en cuenta el “efecto mariposa”. Ese aleteo de orejas puede provocar un tsunami en la otra parte del planeta; que vayan temblando por Japón. “Esto del twitter me mola, ahora vivo absolutamente inmersa en las redes sociales”, reconoce. Es la inmediatez lo que cuenta hoy en día, no el análisis, por eso creo que hoy en día el periodismo es una profesión muy dura, “a vuestra edad es un campo minado”, sentencia.
Maruja Torres reconoce que ahora gana un diez por ciento de lo que ganaba en sus mejores tiempos, pero no le importa, “hay que aprender a vivir con lo que se gana. De lo que sí estoy contenta es de vivir fuera del país”, puntualiza con la doble intención de los dos países.
“Quiero disfrutar de la vida. Como no se pueden hacer reportajes – ya no quedan lugares exóticos- me gustaría hacer libros de viajes”, es su declaración de intenciones. Mostrarnos esos países exóticos que tanto le han gustado y recordar a tantas personas ausentes. Y también a los paisajes ausentes, “El Cairo ya no es el que era, por ejemplo”, señala y concluye: “nunca me perdería por los países eslavos”. Yo tampoco, hay demasiadas mafias. Prefiere los países exóticos. Quizá España, dentro de un año, entre en esa calificación. ¡Quién sabe!
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