Recién llegada de Bilbao, donde el gremio de libreros le ha concedido su premio anual, Anna Gavalda ha establecido su cuartel general en un hotel cercano a la Feria del Libro, para así poder realizar con comodidad una rueda de prensa y las entrevistas que demanden los medios entre firma y firma de ejemplares en su primera feria madrileña.
Billie es una novela sobre la generación perdida actual, sobre el maltrato a los niños que es muy común hoy en día y que según ella esta generación “está bien alimentada, consentida, no le falta de nada pero, sin embargo, está angustiada”. Razón desde luego no le falta y la prueba es que ha tenido un gran éxito en Francia en su editorial de toda la vida. “Una editorial muy pequeña donde sólo trabajan cuatro o cinco personas y los contratos se firman con un apretón de manos”, cuenta ufana y añade que sobre su última novela “todavía no hemos firmado el contrato y eso que ya está publicada”
Da más valor a la confianza que a cualquier otra cualidad. De hecho, este libro está abriendo, según su opinión, muchas puertas a los jóvenes y mucha esperanza.”Siempre es más fácil hacerlo con 25 años que con el doble. A esa joven edad, la persona es más ligera, lleva menos detrás vivido”, explica con una sonrisa misteriosa en los labios mientras mueve su mano izquierda con energía subrayando sus opiniones.
Si hay algo que le fastidia en este mundo es la uniformidad. “Da pena pasear por las calles de diferentes países y encontrarnos las mismas tiendas y franquicias en todos los lados. Aquí, los estadounidenses y los chinos nos han ganado la partida”, se queja. La partida del capitalismo. Precisamente son dos países totalmente antagónicos; uno demócrata y el otro la más férrea y asesina dictadura que hay ahora en el mundo por la que todas las democracias se desviven por firmar acuerdos económicos.
Sin embargo, “la tienda que más visito es la biblioteca y es gratis”, apunta certera, aunque reconoce que en su país suelen estar bastante vacías pese a las grandes sumas que se gasta el gobierno en ellas. “Un país tiene que apostar por la cultura y la diversidad y las franquicias nos dan esto último, pero también me preocupa que, por ejemplo, un hijo mío sea anti consumista a tope. El comprar unas zapatillas de moda, tampoco está mal”, elucubra. Como decimos por aquí, en muchas ocasiones los extremos se tocan.
Anna Gavalda se muestra muy preocupada por la educación, “quizá tenga este discurso porque soy escritora, pero se necesita un supremacía del saber, del conocimiento, que rompa la ola de desesperanza y de desasosiego que recorre a los niños en las escuelas cuando les enseñan que el planeta se muere y no los valores de la esperanza”, desmenuza tranquilamente un mal que aqueja a casi todos los países del mundo. Cuando habla del conocimiento intelectual lo hace desde el deseo de saber y comprender, pero sobre todo de los que la gente tiene cerca y de su interés por lo cotidiano.
Sobre sus libros dice que tienen muchas descripciones físicas y mucha profusión de objetos, pero lo que sobre todo tienen es “algo de mí”. Ya lo decía Camilo Sesto en su famosa canción. “Algo de mí que en la ficción se puede desarrollar e ir más allá que hablando en la realidad”, elucubra. Pero su principal cualidad es su honestidad moral.
Sus novelas suelen encuadrarse en el género de novela romántica, pero ella cree que el tema más específico de sus novelas es la amistad, “ya que puede ser tan grande como el amor, incluso la amistad entre personas del mismo género, que se convierte en compañerismo. Las familias nos vienen impuestas, pero nosotros creamos nuevas familias con los amigos que vamos conociendo a través de nuestra vida”, sentencia.
Para leer recomienda el libro de Mark Twain, Huckleberry Finn, que tiene mucho de Billie. También dice que es imprescindible leer poesía y un libro que le encanta es Diario de un soldado de Napoleón de Walter Jakob.
También tiene un especial recuerdo a la política. “El triunfo de Marie Le Pen es algo circunstancial, más producto de un enfado que algo sólido. La prueba de ello es que el presidente del consejo de ministros y la alcaldesa de París son españoles o descendientes de españoles. Anne Hidalgo me cae especialmente bien, además es lectora mía”, concluye, como muchas personas de todo el mundo.
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