La belleza y el infierno son los dos polos opuestos que señaló Albert Camus como los ejes de su pensamiento, y entre ellos se extiende el territorio que frecuenta Roberto Saviano, el lugar que genera su visión de la vida, del compromiso y del arte. Presentados por una introducción del autor, los textos recogidos en este volumen trazan un recorrido que no sólo es rico y variado, sino también coherente. Lo que nos muestra fundamentalmente esta gran obra es la evolución que experimenta Saviano desde el joven que da sus primeros, pero ya maduros pasos en el ámbito de la literatura y de la militancia antimafia, hasta llegar a convertirse en el escritor consagrado que incluso llega a hablar ante la Academia de Estocolmo.
Aquí cuenta la historia de un as como Lionel Messi, que ha triunfado en el desafío más grande, el que tenía contra su propio cuerpo; la de la periodista Anna Politkóvskaya, asesinada porque era la única manera de acallarla; la de los boxeadores de Marcianise, a los que el sudor del ring les huele a rabia y salvación; la de Miriam Makeba, que acudió a Castel Volturno para saludar a sus hermanos africanos asesinados por la camorra; la de Felicia, la madre di Peppino Impastato, que durante veinte años tuvo que ver el rostro del asesino de su hijo hasta obtener justicia, y las de tantos otros personajes encontrados en la vida o en los libros, en la tierra sucia y sufriente de los hombres o en la libre e inmensa tierra de la literatura e incluso del cine.
Entre éstos últimos, hay que destacar que realiza el análisis de la trayectoria de la cocaína como mercancía más rentable de nuestro tiempo y que menciona su reunión con Joe Pistone (un agente infiltrado en la mafia con el nombre de Donnie Brasco, del que luego hicieron una gran película con Al Pacino y Johnny Depp).
Saviano ataca en estos textos la vulgaridad italiana y, sobre todo, de los jóvenes de su tierra, acostumbrados a flotar en un mar de mediocridad, resignándose a vivir en una realidad que empeora cada día sin que ninguna solución aparezca para la cruda realidad de la que ellos se evaden. De hecho, en algunas páginas del libro se subrayan algunas paradojas de Italia, donde aquél que abra una actividad comercial sabe que está obligado a pactar con “los señores del crimen” para no acabar recibiendo brutales palizas o con una bala en la cabeza; donde lo que en otros países está garantizado por derechos, leyes y libertades, representa la excepción; donde un joven de algunas zonas del país está obligado a enfrentarse a la difícil decisión de si emigrar o no; donde, en partes del territorio, es imposible pronunciar algunos nombres o dedicarse a ciertas actividades sin temor de ser considerados “incómodos”.
Página a página, Saviano refuerza su fe en la palabra, capaz de desmontar la realidad, oponerse a cualquier forma de poder y dar testimonio de la certeza de que "la verdad, pese a todo, existe". . La esperanza que Saviano tiene es que su voz no se quede sola, que no represente un grito desesperado al vacío que nadie vaya a contestar ni respaldar: su lucha en contra de la criminalidad organizada debe ser la de todos, recordando las palabras del juez Falcone: “La mafia es un hecho humano y como tal tiene un inicio y un final”, aunque de momento parezca no tener solución.
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