A partir del siglo XVI la Cristiandad europea se divide. No hay un diálogo, sino un enfrentamiento que lleva a las guerras de religión. Estas concluyen dando al poder civil una primacía completa. Europa entra en una serie de guerras, que se prolongan hasta el año 1945. Pese a todo, la Iglesia desde principios del siglo XIX recupera poco a poco su protagonismo, alcanzando niveles intelectuales y de influencia antes no conocidos. Incluso en aquellos países que abrazaron el protestantismo, la fe católica es hoy una fuerza dominante. Ahí está la gran incógnita del futuro. La Historia puede ayudarnos para construir un orden moral y de libertad.
Crisis y restauración en Europa nos permite hacernos una idea de cómo la Iglesia ha ido cambiando y adaptándose a los nuevos tiempos desde sus atrasadas ideas del final de la Edad Media. El contacto con las corrientes humanistas que afloran en Europa en el siglo XV permitieron un gran avance en la modernización de la Iglesia, pero también algunas corrientes contemporáneas dieron lugar al cisma que tanto hizo sufrir a Europa desde el punto de vista religioso, pero también desde el militar.
Las constantes guerras de religión en las que la Iglesia se vio involucrada se cuentan por decenas. El implacable avance turco desde los Balcanes pone en jaque a Polonia y a Viena, los posteriores cismas abren frentes sangrientos en toda Europa central que se saldan con victorias pírricas de uno u otro bando, sin que ninguno logre imponerse y con la diplomacia final como principal protagonista, defenestraciones que causaron enfrentamientos entre los propios católicos por cuestiones más políticas que espirituales o masacres en nombre de la cristiandad que asolaron al Nuevo Mundo.
El luteranismo, el anglicanismo y el calvinismo se hicieron pronto con un lugar entre las gentes europeas y se han establecido hasta nuestros días. Las acciones contrarreformistas de la Iglesia y su mensaje de unidad cayeron en saco roto ya que las condiciones que se imponían desde ambos bandos para la unidad eran inaceptables por los otros. La pérdida de feligreses europeos promovió en la Iglesia la evangelización de territorios de otros continentes, la cual fue muy activa. Los territorios latinoamericanos abrazaron el catolicismo que les llegó desde sus colonizadores y en los territorios anglosajones dominaron los puritanos.
La Santa Sede también se vio involucrada en enfrentamientos de colonización y los Estados Pontificios terminaron sucumbiendo ante la unificación italiana, por lo que desde este momento los Papas dejaron de ostentar poder político directo para centrarse menos en asuntos terrenales y más en los espirituales.
El autor de Franco y la Iglesia nos hace partícipes, finalmente, de su teoría de que los constantes enfrentamientos que surgieron a raíz de la religión han sido los causantes directos de la falta de sentimiento religioso en nuestros días, cuando la laicidad impera en las naciones europeas.
En definitiva, una libro en el que Luis Suárez hace gala de unos conocimientos encomiables a lo largo de sus páginas. No obstante, a pesar de la abundancia de hechos históricos, así como de corrientes intelectuales y filosóficas que se entrecruzan en la historia europea, la presentación y explicación de los mismos es tan amena como sencilla, lo que resulta especialmente agradable en un libro de estas características.
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