La autora sale al encuentro de las dudas y sospechas del hombre de la calle: si el Rey fue verdaderamente «el motor del cambio» o si el temor al Ejército y al búnker le aconsejaron pisar el freno; por qué el monarca se ausentó en París mientras Suárez legalizaba el Partido Comunista; desde cuándo y hasta dónde estuvo el Rey informado de la Operación Armada; cuál fue el auténtico motivo de la dimisión de Suárez; el juicio militar del 23-F, un simulacro consentido para tapar la trama conspirativa de diputados y empresarios dispuestos a gobernar bajo un general…
Pilar Urbano introduce al lector en las estancias, permitiéndole asistir a escenas electrizantes y escuchar en toda su crudeza los diálogos de los protagonistas tal como fueron.
«Discrepo —dice la autora— de Camus cuando afirma que “la verdad tiene dos caras, una de las cuales debe permanecer oculta”. Mi servicio al ciudadano es justamente lo contrario: descubrir aquellos tramos de la historia que se nos venían ocultando y reclamaban luz.»
Adelantamos unas palabras de la autora:
En estos días –con una mezcla de sentimientos entre la pena humana y la amputación histórica- muchos colegas, conocedores de mi relación y trato con Adolfo Suárez durante todo su transcurso político, me han invitado a los mass media, lo cual agradezco muy de veras. Si he declinado estar presente ha sido porque debía esperar a la cita que tengo con los lectores el día 3 de abril para presentarles mi último libro: “La Gran Desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar”. Un trabajo de profunda investigación, que me ha llevado años, y en el que trato de esclarecer las zonas más brumosas de nuestra historia reciente, y el verdadero papel jugado por Suárez, por el Rey, y por tantos otros protagonistas y antagonistas, civiles y militares, en la épica de la Transición. En este libro, el lector podrá vislumbrar también las causas "dolientes" por las que un hombre de la talla de Adolfo Suárez encontró al fin su refugio de paz en los campamentos del olvido.
Con estas líneas deseo expresar mi condolencia entrañable a la familia Suárez Illana y unirme de corazón al luto nacional, tributo de justicia y gratitud de los españoles hacia Adolfo Suárez.
Hemos perdido un auténtico grande de España. Grande, no por el título ducal, sino porque siendo un hombre salido del pueblo, se ganó el ‘chusco’ de cada día con sudor, con honradez, con inteligencia, con señorío… Grande, porque supo fajarse con muchos adversarios sin perder la sonrisa ni guardarles rencor. Grande, porque nos abrió para todos las más amplias praderas de libertad. Grande, en fin, porque mientras su mente alumbró, nunca dejó de pensar en España. Que Dios lo abrace fuerte, fuerte, fuerte.
Política
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