Canciones de sangre de Jake Arnott: la intrahistoria de unos asesinatos
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
Por Javier Velasco Oliaga
Corría el verano del año 1966 y se celebraba el Campeonato de Fútbol en Gran Bretaña. España jugaba en un grupo difícil, muy difícil. Argentina, Alemania y Suiza eran los rivales para pasar a cuartos. El primer partido disputado fue contra Argentina, que ganó a España por 2-1 con gol de Pirri.
El segundo partido se disputó contra Suiza. En la primera parte íbamos perdiendo por un gol; si el resultado continuaba así estábamos fehacientemente eliminados, yo miraba absorto la televisión Marconi en blanco y negro de la casa de mis tíos, aquel aparato sumamente estrecho y profundo. En el minuto 12 de la segunda parte Sanchís, el lateral derecho, caracterizado por llevar siempre los calcetines por los tobillos, robó un balón cerca de su área, corrió, ya lo creo si corrió, por toda la banda, driblando a un suizo tras otro, que se quedaron empapados del baño que les dio.
Penetró al área rival después de haber corrido más de ochenta metros y soltó un punterazo que se coló irremisiblemente en la portería rival consiguiendo el tanto del empate. Si ese gol lo hubiese conseguido otro jugador extranjero más famoso hubiese sido el gol de ese mundial, pero al conseguirlo el cetrino y cejijunto jugador solo quedó en la memoria de algunos españoles. El partido terminó con el único triunfo de España con un gol de Amancio. El siguiente partido volvimos a caer por 2-1 ante Alemania, que nos apeó del mundial.
Mientras todo esto ocurría, un policía ambicioso, Jack Taylor y su compañero Dave eran destinados a un grupo especial de la policía para limpiar los bajos fondos londinenses de pequeños atracadores y estafadores a extranjeros incautos, que nos van mostrando la intrahistoria de ese mundial de fútbol. Si a eso añadimos un periodista de sucesos y un ex militar asesino de policías conformamos la historia del libro de Jake Arnott.
Canciones de sangre es una novela coral con tres personajes principales. Con tres tramas que confluirán en una sola al final del libro. Jack Taylor y su mundo policial es una de las tramas; escrita en primera persona, relatando sus ambiciones y aspiraciones en un cuerpo policial corrupto, inevitablemente corrupto desde las altas esferas hasta lo más bajo. Es una policía con tratos con prostitutas, dueños de negocios licenciosos y estafadores de poca monta, que se deja sobornar por unos truhanes malencarados, grasientos y bebedores, donde la masonería controla esa corrupción en su beneficio.
Las descripciones de los partidos, sobre todo el de la final, merecen ser leídos por su brillantez y originalidad. El último gol alemán que propició la prórroga casi en el último minuto, el gol del desempate claramente inexistente de Geoffrey Hurst que consiguió un hat-trick y los comentarios sobre el linier ruso que dio validez a ese gol son de auténtica antología. Por supuesto, no cita el magnífico gol de Sanchís.
La segunda trama, también contada en primera persona, es la del protagonista. Es un joven periodista de sucesos, de moral relajada. Se mueve entre los hampones para conseguir soplos e historias que contar en el periódico. El alcohol y unas compañías licenciosas le hacen moverse en un mundo homosexual donde él no define sus gustos por cobardía. Esa ambigüedad en sus relaciones le hace cometer unos crímenes de los que nunca rendirá cuentas.
En la tercera historia, contada por un narrador omnisciente, el protagonista es Billy Porter, un excombatiente de las selvas asiáticas que no se adaptó nunca a la vida civil. Con un grupo de amigos planea un atraco, pero son detenidos en un control rutinario que se salda con la muerte de los tres policías que los detienen. Uno de ellos es Dave el antiguo compañero de Taylor. Los dos atracadores son cogidos en pocos días, pero Porter consigue escapar y comienza su búsqueda, en la que participa Taylor.
El libro tiene otras dos partes que se desarrollan en 1971 y 1985 donde los asesinos continúan sin ser atrapados y donde se muestra qué ha sido de ellos en esos años, cómo han evolucionado y a qué se dedican. La tensión de las situaciones, las descripciones del hampa, los pensamientos de los protagonistas, conforman un libro que se sale de lo habitual. Da una vuelta de tuerca a las novelas negras al uso. Los diálogos son hirientes y ásperos. Las descripciones son realistas y desgarradoras. Las motivaciones de los protagonistas son diseccionadas por un bisturí manchado de sangre y de odio.
Todo ello hace de Canciones de sangre una gran novela negra actual a la altura de los libros James Ellroy. Con un lenguaje crudo, minucioso y provocativo dibuja a una sociedad británica decadente y anquilosada, con una policía tan corrompida como el propio hampa. El final es una obra de orfebrería donde las distintas tramas confluyen y donde queda todo desvelado. Jake Arnott, con éste su segundo libro, se constituye como un escritor sólido que dará muchas alegrías a sus seguidores y seguirá asombrando a los lectores.